Invitado... Las prosaicas lecciones de los grandes tenistas y detectives

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Invitado... Las prosaicas lecciones de los grandes tenistas y detectives

Lunes, 20 Noviembre 2017 02:28 Escrito por 
Invitado... Las prosaicas lecciones de los grandes tenistas y detectives David Doffin. Foto: Especial

por Javier Ortiz de Montellano

No se espante, estimado lector. Prosaicas lecciones aquí quiere decir sencillamente las estéticas cotidianas, como las entiende la destacada investigadora Katya Mandoki en sus varios estudios de estética y su relación con los juegos de cultura.

Para fines de este artículo definamos entonces lo prosaico como una estética práctica, útil y no como se entiende habitualmente como algo despreciable. Por el contrario, pienso que podemos extraer unas útiles lecciones de dos campos aparentemente tan distintos como el tenis y las ficciones culturales. A final de cuentas, el tenis también es cultura y un juego no sólo de estética sino, como veremos, de ética.

Veamos. La prosaica vida estética cotidiana de estos tiempos se caracteriza cada vez más por el Crossover, el cruce entre dos o más elementos o fenómenos de diferente origen o expresión.

Hay el Crossover o cruce cromosómico, intercambio de material genético que nos ha dado la clonada oveja Dolly y quién sabe cuántas mezclas más. Los cíborgs (cruce de la cibernética con organismos) están cruzando de la ciencia ficción a la realidad, por ejemplo, los  implantes médicos, interfaces cerebro-máquina cada vez más complejas, e insectos gobernados por control remoto. Son algunos de los fascinantes ejemplos de lo que se está consiguiendo en el campo de los cíborgs, el campo en el que se fusiona la biología con la robótica, lo vivo con lo artificial.

En música, prolifera el Crossover que mezcla y fusiona elementos del estilo de música clásica con la música popular o de otro tipo, que no siempre satisface a los melómanos ortodoxos que prefieren los clásicos pero atrae a muchos aficionados más osados a los experimentos musicales que mezclan géneros.

En la ficción, es el cruce o interrelación de historias o personajes de diferentes lugares, ya sea de televisión (como en famosas telenovelas o series, la incursión de personajes, historias o universos de una serie en otra diferente). Igualmente en las historietas cómicas entre diferentes personajes y editoriales, en videojuegos o en el cine (Godzilla vs King Kong, un gigantesco y monstruoso ejemplo de crossover). 

La Economía Política es un amenazante cruce que nadie sabe hoy en día si es ficción o realidad, ciencia ficción o simulacro, hasta que se cruzan los impactos reales a nuestros bolsillos (tema visto con despiadado humor por Antonio Baños en su libro: La economía no existe, libelo contra la econocracia).

La Comunicación es hoy un típico cruce de géneros, escritos-orales, audiovisuales, con múltiples medios e instrumentos que combinan elementos diferentes para intercambiar y difundir información, real o no, construida o inventada. De hecho, hay actualmente un cruce a veces intencional y casi perverso entre la verdad y la llamada posverdad, que tiene confundido a todo el mundo. 

En esta época incluso se mezclan personajes ficticios con personalidades de la vida ¨real¨, entre comillas, porque cada día parecen más simulacros que individuos reales los que se nos presentan en los medios de difusión y en las noticias (cualquier semejanza con los políticos y estrellas del medio artístico NO es mera coincidencia). 

Con este antecedente, quisiera hacer un pequeño y aparentemente extraño cruce entre pasado y presente, alrededor de unas personas reales y unos personajes de ficción, uno de la literatura y otro de una serie de televisión. ¿Qué tienen en común? Que, por coincidencia, todos tienen que ver algo con Bélgica.

Escribir sobre este cruce me vino a la mente cuando vi en televisión la semana pasada que en Londres empezó a ganar en el Masters de Tenis el belga David Goffin. Con horas de diferencia en otro canal aparecían episodios de las series policíacas del famoso detective belga Hercules Poirot, basadas en las espléndidas novelas de la inglesa Ágatha Christie, y capítulos de la estupenda serie flamenca del asocial pero brillante criminólogo asesor de la policía de Amberes, el genial Profesor Jasper Teerlinck. Como dice la expresión, se me cruzaron los cables...

Pero crucemos al campo del belga Goffin. Número 8 en la clasificación mundial, el pequeño David (aunque sólo 5 centímetros más bajo que sus rivales) derrotó recientemente en ese torneo de Maestros en Londres a dos veteranos Goliats del tenis, diez años mayores que él:  al número 1, Nadal, a quien se enfrentaba por primera vez, y al 2 del mundo, Federer, a quien no había podido vencer en siete enfrentamientos anteriores. 

Ese trío de tenistas ha mostrado ante el mundo tener no sólo habilidad sino Carácter, una característica un poco olvidada en estos tiempos y que los deportes en general, y el tenis en particular, por ser individual, ayudan a desarrollar (en esto se parece al boxeo, pero sin contacto físico).

La tradicional distinción entre “temperamento, carácter y personalidad” nos dice que el carácter es una tendencia hacia un tipo de comportamiento que manifiesta el individuo. ... El temperamento es la base biológica del carácter. Mientras que con el temperamento nacemos, es en la vida cuando vamos configurando el carácter.

Su Personalidad única es la resultante de un cruce entre temperamento y carácter, integración que determina su modo de actuar: una persona puede ser débil (temperamento), y cobarde (carácter) pero comportarse valerosamente (personalidad).
Nadal perdió ante Goffin y se retiró del torneo de Londres por su nueva lesión en la rodilla... pero no abandonó el juego ante Goffin y con dolor siguió luchando en el partido hasta perder después de dos horas y media... Pudo haberse salido del juego alegando justificadamente su dolor, pero Nadal no solamente es el número 1 del mundo del tenis sino ante todo UN PROFESIONAL, con gran carácter como ha probado en su larga y exitosa lucha por el primer lugar. 

La verdadera prueba de carácter para Goffin vino cuando tuvo que enfrentarse con Roger Federer, su némesis, que lo había vencido todas las siete veces que se habían enfrentado antes. Goffin derrotó a este otro profesional veterano renacido, el gran Federer. Después de perder el primer set, en vez de derrumbarse Goffin mostró entereza, analizó el juego, cambió su estrategia y venció al desconcertado tenista suizo que, sin embargo, ha demostrado a lo largo de su vida su persistente carácter por pelear el primer lugar a pesar de la edad. 

En esta batalla contra los Goliats veteranos, el pequeño David Goffin venció a sus viejos rivales y, más importante, se venció a sí mismo, mostró Carácter. 

Goffin ciertamente puede ser derrotado, como lo fue en la final del domingo pasado por otro joven, el búlgaro Grigor Dimitrov, en el torneo de Maestros en Londres, al cual Dimitrov entró como sexto mundial y con esta victoria le permitirá terminar la temporada en tercer lugar mundial, inmediatamente detrás de Rafael Nadal y Federer. 

Pero a pesar de su triunfo Dimitrov todavía no ha podido ganarle a Federer y solamente una vez a Nadal, de once enfrentamientos. La hazaña de Goffin de derrotar a esos dos grandes en la misma semana queda ahí, aunque también el triunfo de Dimitrov para llevarse invicto el campeonato.

De hoy en adelante, los futuros rivales de estas dos nuevas estrellas tendrán que estar alertas y no confiarse pensando que ya tienen el partido en la bolsa por llevar alguna delantera temporal. Cuando menos se esperen pueden ser vencidos, aunque se crean Goliat, con una  pedrada (pelota de tenis) bien dirigida para lograr el punto final que defina el partido.

Este carácter del tenista en general y, en especial de estos grandes, reflejado su tenaz persistencia y la minuciosidad de su análisis y ejecución, es la lección de vida que nos dejan estos singulares tenistas y son cualidades que comparten con los grandes detectives que nos presenta la ficción. 

El tenis es un juego no sólo físico sino mental, se ha dicho muchas veces. No se aprecia cuánto: tanto el tenista como el detective requieren una impecable capacidad de análisis, una observación de detalles que los guía hacia la solución correcta y una paciencia sin límite para perseguir su objetivo hasta el final. 

Los detectives saben que un caso no se resuelve en un día. Los tenistas saben que un torneo tampoco. Y menos toda una carrera profesional. En la vida como en el juego se requiere perseverancia. Se requiere carácter, día tras día, como nos enseñan los detectives de ficción y los tenistas reales, al demostrar que estos cruces de cualidades estéticas y éticas, pueden ser no solo bellos juegos sino también lecciones útiles para nuestro encuentro real con la vida, para superar las derrotas con carácter y saborear las victorias futuras aprendiendo de los fracasos pasados.

Como hizo recientemente el nuevo David al triunfar no sólo sobre uno sino sobre dos Goliats del tenis como Nadal y Federer, pero también mostrar carácter para recuperarse al sufrir la derrota a manos de Dimitrov. Todos ellos deben estar repasando mentalmente la gran lección de la vida: No hay rival pequeño...

Se cierra con esto oficialmente una temporada que ha significado el resurgir de Nadal y Federer y la desaparición de Djokovic y Murray, lesionados como tantos otros y que mientras regresan están siendo reemplazados por jóvenes como Goffin de gran carácter y como el campeón del torneo de Maestros del tenis Grigor Dimitrov, en quien se cumplió el adagio cuando su novia la gran tenista María Sharapova rompió con él y resultó afortunado en el juego y desgraciado en el amor.

No se puede tener todo en este juego de ruleta de la vida.


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Javier Ortiz de Montellano

Articulista invitado