Los Sonámbulos... Contra la “infoxicación”

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Los Sonámbulos... Contra la “infoxicación”

Domingo, 21 Enero 2018 00:08 Escrito por 

En Europa y buena parte del mundo se asume ya como una amenaza la propagación de noticias falsas, esas que la jerga popular ha denominado como “fake news”. No sería demasiado problema si éstas surgieran a cuentagotas y fueran frenadas en seco y desenmascarados sus autores por intelectuales, analistas y otros.

Pero el caso es que se dan en tal cantidad y se dejan correr sin freno, que a la citada expresión se ha añadido el término “infoxicación”, neologismo que se refiere a la “intoxicación informativa”, al trastorno de los sentidos mediante un caudal impresionante de “noticias” generalmente sin sustento, especies que se nutren también del cotilleo y la frivolidad en esa jungla cibernética que es Internet, las redes sociales y los medios de difusión convencionales.

En esos terrenos, a la par de la lavandería, El Maligno es capaz de victimizarse y afirmar que todo lo que se dice de él en la Biblia no es verdad, que se trata de acusaciones infamantes o de simple revanchismo celestial, del mismo modo que el Ogro Salvaje puede propagar su disfraz filantrópico después de haber saqueado la Hacienda pública, vía especulación o evasión de impuestos, o ambas al mismo tiempo, cosa que en nuestro país goza de gran estima oficial.

Por eso expertos europeos afirman que durante los próximos cuatro años se consumirán más noticias falsas que verdaderas. La época de la “postverdad”, cierto, está rebasando cualquier período electoral, espacio propicio para el florecimiento de la “realidad alternativa”, dejando atrás situaciones bélicas como referente para sepultar a los hechos como los primeros cadáveres.

Y es que en un frente o en otro, ya político o económico, el célebre Doctor Pangloss volteriano sigue con sus cursos metafísicos, teológicos y cosmológicos buscando demostrar, a punta de políticas espoteras, que somos habitantes “del mejor de los mundos posibles”.

“Las cosas no pueden ser de otra manera porque todo ha sido hecho con un fin; todo existe, necesariamente, con el mejor fin”, decía, palabras más, palabras menos, este famoso personaje, por eso su absurda observación de que las narices fueron hechas para llevar anteojos y las piernas, evidentemente, para llevar pantalones o vestidos, de la misma manera que el neoliberalismo fue diseñado y es ejecutado para cumplir con la elevada misión de generar riqueza (hecho incontestable, así sea sólo para el “1 por ciento”).

Así se tiene que mientras los gurús del capitalismo salvaje aseguran que la economía mejora, resulta que todo lo demás empeora, como suele decirse. También, que la violencia es una confraternidad de almas pacifistas que han optado por hacerse el favor de matarse a balazos o descuartizarse; además, que la corrupción y los sobornos son una apuesta descarada por la probidad y la rectitud (requisito para el próximo puesto público) y que la miseria es el último escalón, doloroso sí, para arribar a la abundancia (progreso sin distracciones).

A esto hay que sumar que la disputa por el “rating” hace que todo sea noticia, y ese “todo” incluye desde los “estados alterados de la conciencia” que supone la locuacidad o estupidez de un mandatario, hasta los traseros con mayor cantidad de silicón o afines, así como los rumores sobre el combate al crimen organizado, pronósticos de agencias y encuestadores generalmente fallidos, tanto en economía como en el ámbito electoral, y todo el comadreo de la farándula política y de la actuación.

Se hable de lo que se hable, pues, no se está hablando en relación con los hechos.

Por eso, y tal como sugirió cierto filósofo, las secciones deportivas de los medios siguen siendo las únicas donde se consigna lo sucedido, porque hasta la nota roja, antes rojillamente proletarizada, se ha visto contaminada por constantes incursiones de delincuentes de “cuello blanco” y episodios políticos, fuentes abundantes de “fake news” e “infoxicación”.

Formar una comisión para combatir esos fenómenos en nuestro país, como se ha hecho ya entre los europeos, sería de suyo una “noticia falsa”, con un contenido todavía más engañoso, como han probado decenas de comisiones investigadoras, especiales y hasta “comisiones de la verdad”.

Además, el respetable no tendría tema de debate, igual los tradicionales medios de “infoxicación", menos ahora que ya está en sus inicios la temporada fuerte de las “falsas noticias”, pasadas éstas como propuestas de campaña y hasta de “ideas”.

Ante ello, sólo queda mostrarse escéptico hasta con el propio escepticismo, aunque esto vaya en contra de los paraísos de bonanza de los asalariados del optimismo y de los eternos profetas de la bienaventuranza.

 


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Jesús Delgado

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