Los Sonámbulos... En el México de las malas (¿y eternas?) costumbres

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Los Sonámbulos... En el México de las malas (¿y eternas?) costumbres

Domingo, 04 Febrero 2018 04:20 Escrito por 

A juzgar por los resultados, durante las últimas cuatro décadas los electores han tenido el mal tino, convertido casi en mala costumbre, de llevar al poder público a personajes que si por algo se han distinguido, es por ir en su contra. Unos más otros menos, el saldo final no deja lugar a dudas sobre quiénes han resultado beneficiados con casi 40 años de ¿gobiernos? neoliberales y quiénes han tenido que cargar con la gran derrota.

Curiosamente o, para decir mejor, en forma calculadora, los aspirantes a huésped de Los Pinos poco han dicho sobre la desigualdad y el desmantelamiento institucional promovido y ejecutado desde los templos “hayekianos” del agandalle y la acumulación por la acumulación.

Como se sabe, desde esos santuarios pasados como inofensivos centros de “análisis y estudios profundos”, promotores del “amor por la ganancia mediante métodos bondadosos y humanos” (ajá), se simula su nutrida producción de miseria, desigualdad y saqueo hacendario.

El hecho de que el foro económico en Davos, Suiza, de este año haya tenido como lema: "Crear un futuro mancomunado en un mundo atomizado”, es más un falso acto de contrición que el reconocimiento pleno de un problema: la grosera concentración de la riqueza y la miseria extrema, es decir, la desigualdad, expresada en este caso en unas líneas más hipócritas que en el rebuscado lenguaje encriptado del credo neoliberal.

Obligada digresión: el informe de Oxfam sobre el fenómeno durante 2017 es demoledor ya que tan sólo ocho hombres poseen la riqueza de 3 mil 600 millones de personas. El futuro compartido que se quiere crear, es como el que sigue: el 82 por ciento de la riqueza que se generó el año pasado fue a parar a manos del “1 por ciento” de la población.

Por supuesto, el foro no impidió las autoalabanzas de gobernantes, empresarios e inversionistas. El “yo” fue al encuentro de su otro “yo” para hacer negocios y punto. Lo demás, fue la continuación de montajes fársicos por parte del Ogro Salvaje y sus minotauros políticos (mitad personajes del poder púbico y mitad gerentes o empresarios).

Tal vez por eso, las campañas políticas se hallan envueltas en francos cachondeos de intervencionismos rusos y estadounidenses, los típicos fantasmas para encubrir o dejar de lado un debate muy necesario sobre el fenómeno simulado en los Alpes suizos.

“¿Qué vale una nación sin rentas, sin erario y sin dinero”, se preguntaba Manuel Payno en el convulso siglo XIX. “Claro es que vale menos que un grano de anís…”, respondía a renglón seguido. También, cuestionaba: “¿qué vale un país donde no se administra cumplidamente la justicia a los ciudadanos?”. Y su respuesta fue: “Nada, porque destruidas las garantías sociales, se destruye la existencia de la sociedad”.

Con ello el periodista y ministro de Hacienda, destacaba la importancia que debe darse al desempeño de las tareas en el poder público. “Cada ministerio, pues, tiene una fisonomía particular en sus labores, en sus maneras, en sus empleados y en sus pretendientes” (Costumbres Mexicanas).

La pertinencia de esas preguntas es vigente en nuestro siglo, habida cuenta que el funcionamiento de las instituciones frente a los poderes fácticos, como se les llama al “1 por ciento” (dueños de la economía) y al crimen organizado (narcotráfico y otros), en el mejor de los casos ha sido testimonial.

Véase el caso de la deuda, que llegó a 10 billones de pesos en el actual sexenio. ¿Salieron de la miseria los más de 56 millones de mexicanos? Sólo por arte y magia de los nuevos modelos prestidigitadores del INEGI se podría hablar de reducción de pobreza, igual en el caso de los siete millones de “Ni-nis” recortados a casi 4 millones, pero no porque esos pasivos hayan obrado el “milagro”.

Frente a la omisión y/o complicidad oficial, los especuladores (inversionistas, espíritus creativos, mercados y demás eufemismos, así como banqueros y financieros) han podido dejar su nefanda huella sin problemas. Es bestial: la deuda creció más de diez puntos porcentuales del PIB en el sexenio de Enrique Peña Nieto. (Ernesto Zedillo la dejó en un billón 184 mil pesos en el año 2000 y Felipe Calderón cerró su sanguinario sexenio en el 2012 con 5 billones 104 mil pesos).

Peña Nieto dejará, además de miles de cadáveres por la violencia imperante, más de 10 billones 203 mil pesos como carga para las próximas generaciones (y por las malas costumbres, todavía quiere aplausos).


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Jesús Delgado

Los sonámbulos