El voto irracional

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Publicado en Opinión

El voto irracional

Miércoles, 18 Abril 2018 00:08 Escrito por 

Festejar por adelantado nunca ha sido bueno; trátese de lo que se trate, las cosas en cualquier momento pueden cambiar, y eso puede aplicarse a varios aspectos de la vida, como en lo deportivo. Si no me creen, pregúntenle al equipo del Cruz Azul, o como en el béisbol, hasta que no cae el último out se celebra el triunfo; también aplica en lo económico, en lo social, incluso en la mismas cosas de las que la suerte forma un papel importante y, por supuesto, en política.

Celebrar un triunfo por adelantado y dar por hecho que ya se cuenta con él, aun cuando no es tangible, deriva en condiciones de frustración que pueden provocar niveles de violencia de alto nivel. En el caso de la política, la sociedad es la que se convierte en rehén de esa frustración, aunque no debería de ser, cualquiera que decide competir debería respetar las reglas y aceptar la derrota.

A estas alturas, la contienda que llama más la atención por razones de sobra importantes, es la carrera política por la presidencia de México. El candidato que sustituya al actual presidente Enrique Peña Nieto, tendrá como responsabilidad principal hacer frente a un gran número de condiciones complejas que son apremiantes para la nación en general, como la seguridad, la violencia, Tratado de Libre Comercio, y muchas otras más, por eso mismo, elegir al idóneo se convierte en prioridad.

Según las muchas encuestas que miden la aceptación de los diferentes candidatos, es Andrés Manuel López Obrador, candidato de “Juntos Haremos Historia”, formado por la coalición de Morena, PT y Encuentro Social, que continúa de líder; sin embargo, no ha aumentado mucho esa ventaja, pues la misma se viene dando después de tanto tiempo que se ha mantenido en campaña, que parece ser francamente eterna, aunque hoy se publicó una en la que no aparece como favorito (berrinche a la vista).

Ahora bien, muchos de sus seguidores se han convencido que el tabasqueño representa el único cambio verdadero, a pesar de contar entre sus filas con personalidades realmente impresentables. Lo que parece más un burdo retrato de la época de oro del PRI, al que aparentemente trata de emular como algo que cree le perteneció desde siempre.

Por esta razón, da la impresión de reclamar a la historia y a México, no ser aún considerado héroe; y como si el pueblo de México le haya quedado a deber algo, reclama un reconocimiento y una posición histórica aún no ganada, se cree su fantasía de verse erigido como el más grande y mejor Presidente que ha habido en la historia de nuestro país. Esa condición mesiánica es apoyada por los muchos seguidores con los que ahora cuenta el Peje, no con ello, quiere decir en automático que es el mejor candidato y en consecuencia será el mejor Presidente capaz de cambiar el rumbo de la república hacia un futuro inusitado.

Aunque la mayoría de las propuestas de López Obrador parece haberlas sacado de un cuento de Lewis Carroll, sus argumentos con los que intenta defender su recalcitrante postura, lo hacen ver más como un personaje lleno de caprichos que de razones, y aún lo más delicado y difícil de entender, tiene encandilados a sus seguidores quienes no sólo le creen, parece que hasta llegan a la adoración, perdiendo con ello objetividad.

Veamos, sólo por mencionar un ejemplo, ¿qué pasaría si el PRI acogiera al “Napito”?, Napoleón Gómez Urrutia, el líder minero que se guardó en Canadá. No escatimarían en señalamientos y acusaciones de propios y extraños, y entonces ¿por qué es aceptado el movimiento que ha hecho López? La idea de ver al líder minero como candidato plurinominal no es tan simple, con ello le da protección el tabasqueño, ¿a cambio de qué? Peor aún, dice Andrés Manuel no conocerlo, pero sí defiende que es perseguido injustamente, lo que lleva a otra pregunta, entonces ¿haría lo mismo con Javier Duarte?

La incongruencia parece formar parte de la personalidad del líder de Morena, eso no debe sorprender; lo que sí es de tomarse muy en cuenta, es el convencimiento de sus muchos seguidores que lo defienden a capa y espada aun rayando en lo irracional, repiten las mismas palabras y frases que ha dicho una y otra vez en todos los foros en los que se presenta, y parecen estar convencidos, aun irreflexivamente, que es algo así como su mesías.

El resultado de todo esto, es que puede llevar a millones de ciudadanos a emitir un voto irracional, dándole el triunfo al tabasqueño, sintiéndose satisfechos con la idea de que habrá un cambio profundo y verdadero, el cual se sostendrá hasta donde aguante la economía mexicana. Aunque la verdad, no podrá verse sino hasta después de varios años.

Uno de los aspectos que más llama la atención sobre la postura del candidato de Morena, es su idea de llevar todo a un plebiscito, que decida la gente mediante un voto qué debe hacerse respecto de los temas en los que no desea inmiscuirse o ensuciarse, se lava las manos y deja al pueblo que sea el que decida qué hacer sobre un asunto espinoso para él, pero no decidirá libremente quien emita su voto, pues sólo tendrá mañosamente escasas opciones y con ello contará con legitimidad en una determinación “fue el pueblo el que decidió”; qué cómodo para él.

En 1976 el Profesor Carlos Hank González fue nombrado jefe del Departamento del Distrito Federal por el entonces presidente José López Portillo, es reconocido por las obras de los ejes viales, la continuación de las del Metro y de la Central de Abasto, éstas causaron muchas afectaciones, pero si no se hubiera tomado la determinación de realizarlas, asumiendo el riesgo, la Ciudad de México sería un caos.

La autoridad debe tomar decisiones que pueden no ser populares, pero se debe hacer, no es posible consultar al pueblo para todo, porque de este modo, entonces ¿para qué se elige a un gobernante? Aunque existe otro riesgo, porque los temas de mayor polémica y que interesan a las minorías, pueden resultar en un conflicto mayor. Andrés Manuel lo ha dicho en varias ocasiones, consulta al pueblo en temas como el aborto, adopción de matrimonios gay, y todas a las que no da una respuesta directa, ni punto de vista personal, lo que quiere decir que dejará decidir a la mayoría los derechos de una minoría, que delicado.

Lo mejor para todos, sería reflexionar el voto, decidir en base al criterio personal, al análisis de las propuestas y al convencimiento de que éstas sean idóneas y que puedan materializarse. Una de las formas en las que se puede contrastar lo que cada uno propone, es ser testigos de los debates, que si se libera un formato adecuado para poder determinar una preferencia, será ésta la mejor forma de hacerla.


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Alfredo Albíter González

Lo bueno, lo malo y lo serio