AMLO no debe exponerse como lo hizo Olaf Palme
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Publicado en Opinión

AMLO no debe exponerse como lo hizo Olaf Palme

Domingo, 10 Febrero 2019 00:08 Escrito por 
AMLO no debe exponerse como lo hizo Olaf Palme Naturismo y salud

El presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, tiene todo el derecho a decidir sobre cómo puede manjar su persona en cuanto que se concibe como un individuo más de la sociedad, si partimos del concepto etimológico del término: in, que significa no, y dividuo, que significa dividir, división: lo no divisible. Pero si vamos a la acepción de la lógica social y filosófica, un individuo es una unidad frente a una pluralidad. Por tanto en cuanto como Presidente de la República, López Obrador no puede decidir cómo será la seguridad de su persona si se trata de la institución, la máxima de la nación.

Cuando visité La Habana allá por 1985 me tocó ver, desde el autobús en que se trasladaba la delegación turística de la que formé parte, a Fidel Castro en un auto Mercedes Benz escoltado austeramente por otro Mercedes Benz con unos cuantos guardias de seguridad. Le pregunté al edecán que nos asistía y que iba en el estribo a un costado del conductor por qué esa magra guardia.

El guía del grupo me explicó que el Parlamento Cubano había acordado, contra la voluntad de Fidel Castro, por mayoría, que debía asumir tener una guardia que lo custodiara a cualquier parte de la isla y a los eventos a los que tuviera que trasladarse por que el líder de la revolución cubana los sorprendía a cada rato al escaparse del Ministerio del Interior y salir sin seguridad a caminar por las calles de La Habana o irse todas las tarde al diario Granma a checar la edición como cualquier peatón.

Fidel –dijo él edecán- argumentaba que no aceptaba tener vigilancia personal ya que estaba en su país, un país libre y seguro, y no tenía nada que temer. Sin embargo, al ser un acuerdo de asamblea, hecho ley, Fidel tuvo que asumir tener una escolta contra su voluntad. Pero lo asumió por ser una decisión tomada democráticamente a beneficio de la institución que representó, no del individuo.

A los pocos años, Fidel Castro vino a México, a la toma de protesta de Carlos Salinas de Gortari. Me correspondió acudir al Monumento a los Niños Héroes a cubrir la nota de una ofrenda que hizo a los caídos del Castillo de Chapultepec.

Me sorprendió el despliegue de seguridad con que contó Fidel Castro. Decenas de autos, cientos de asistentes, diplomáticos, pero sobre todo innumerables guardias, por todos lados. Hasta un helicóptero militar vigiló su estadía en la explanada conmemorativa. Claro, era el México de la creciente inseguridad, más para una figura a la que Washington ya le había sentenciado morir en un atentado, ya fuera con un francotirador al estilo Martin Luther King o un supuesto fan como le ocurrió a John Lenon o un antagonista como le sucedió a Mahatma Gandhi. O cualquier otro escenario.

En 1986 fue asesinado el primer ministro de Suecia, Olaf Palme, al volver con su esposa Lisbet Beck Friis, del cine a su casa sin guardias de seguridad. En múltiples ocasiones Palme, quien era un férreo defensor de los pobres, rechazó tener guardias de seguridad personal.

Ese hecho es sólo un ejemplo de lo que puede resultar con el presidente Andrés Manuel López Obrador de quien, como figura institucional, ya no como individuo, deberá someterse a un mandato. Mandato que sólo puede ser aprobado por el Congreso (Cámara de Diputados o Senadores) y convertirlo en figura de ley para que no haya discusión de parte no del individuo AMLO sino del Presidente hecho institución.

No basta que Andrés Manuel se sienta moralmente seguro, limpio (“quien lucha por la justicia no tiene nada que temer”) y que vaya con una marginal guardia con el escudo del principio que enarbola. México ha abatido el analfabetismo pero no la ignorancia de una gran masa y parte de ésta (la que se ha armado al margen de la legalidad) carece de todo principio cívico, religioso y moral, la que sólo lee el mensaje de la sangre sin distinguir fuero ni rango.

Queda pues, en el Congreso, la responsabilidad de que el líder de la naciente nación de la nueva moralidad de no robar, no mentir, ni traicionar tenga las seguridades de ley que le corresponden, no las del capricho de un individuo libre y democrático como sentía Fidel Castro que debía ser todo ente público.

*Presidente de la ONG Franature


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Víctor M. Zendejas Orozco

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