Calimaya/Estado de México
Rómulo Arriaga, diseñador artesanal de ropa de charro o de mariachi lleva más de 30 años produciendo estos trajes para las agrupaciones, aunque irónicamente, no para las de Calimaya sino para la Ciudad de México o Jalisco.
Emprendió el oficio hace más de tres décadas, de la confección de ropa de mariachis ahora viven sus dos hijos, su esposa y hasta su pequeña nieta de apenas dos años de edad.
Su taller se ubica en una de las calles principales del centro de Calimaya. Para desarrollar esta profesión, tomó cursos de diseño, corte y confección.
Inició haciendo trajes de vestir; sin embargo, cuando comenzaron a conformarse varios grupos de mariachis en el poblado, solo una persona les hacía ropa, de modo que no se daba abasto, fue ahí donde encontró la ventana de oportunidad para incursionar en el negocio.
Desde entonces hasta ahora, sólo se dedica al 100% a estos trajes típicos, un trabajo que no es rentable pero “sí es muy agradable”, porque la satisfacción de los clientes no la cambia por otra profesión.
“Aquí no se da muy caro el trabajo porque somos gente que gana poco, en general somos personas que no podemos cobrar los precios de la Ciudad de México, de Jalisco u otras entidades”, reconoció Rómulo.
Contó que algunos diseños son propios y otros recortes de periódicos o fotografías que llevan los clientes, de ahí los copian en un papel albanene, después lo pasan a un material más rígido y luego los trazan en la tela. Los que son “grequeados”, dijo, los trazan en piel, gamuza o vinil, los recortan para ser pegados o cosidos a la tela.
Se trata de un trabajo que requiere paciencia, precisión, además de la delicadeza para cortar por la orilla cada una de las figuras que adornarán el traje, porque algunas ocasiones el material podría no ser sintético sino de alta costura.
“Nosotros tenemos varias opciones, lo sintético es muy útil porque los mariachis lavan en su casa los trajes, entonces así no les pasa nada, de otra forma podría hacerse negro, tieso o deslavarse”, detalló.
Las botonaduras las compra en la Ciudad de México, hay desde las más baratas hasta las de oro, plata, pero una de calidad regular tiene un precio de 3 mil a 6 mil pesos. “hay mucho para escoger, pero la mayor parte de las que uso son de metal pintado de plata, porque hay las que pesan más y podrían valer hasta 15 mil pesos”.
Ahí, se encuentra su hijo David, con su esposa y su pequeña hija, ellos también forman parte del grupo de trabajo que confecciona los trajes, además el primogénito de 28 años de edad es cantante en el mariachi Estampa de Calimaya.
“Nosotros vendemos para gente de Guanajuato, Michoacán, la capital del país, Jalisco, pero en la mera mata es donde me buscan más, de Garibaldi”, aseguró. Los trajes cuestan desde 5 mil 200 hasta 15 mil o 25 mil pesos, depende del material elegido. Si el cliente no lleva las ideas claras, ellos recomiendan los acabados, para ello cuentan con un catálogo amplio.
A partir de que lo pide el cliente el trabajo lo entregan en una semana, serán dos si es muy especializado el decorado de las telas, pero Rómulo asegura que nunca han quedado mal a un cliente.
“El cliente se va contento cuando ve terminada su pieza, porque incluso los sombreros los mandamos a hacer al gusto del cliente, con las mismas características, pero todo se hace a mano, somos un taller familiar que hace trabajo artesanal”, dijo.
