Sobre la película ¨Amadas hermanas” y la propuesta decorosa de un Estado Razonable

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Sobre la película ¨Amadas hermanas” y la propuesta decorosa de un Estado Razonable

Jueves, 27 Diciembre 2018 00:02 Escrito por 

La película trata de las apasionadas aristocráticas hermanas Charlotte y Caroline Von Legenfeld que habiendo hecho un pacto infantil de compartir todo en la vida, se enamoraron del controversial escritor libertario Friedrich Schiller. El genial poeta-filósofo alemán destacó desde hace más de dos siglos cuando propuso la extraordinaria idea de una educación estética como condición moral (no moralina) para lograr un Estado Razonable.

La película está bien ambientada en el siglo 18 y presenta el sufrimiento de estas dos mujeres y su relación con Schiller mediante un intercambio epistolar intermitente, ya que el chateo en tiempo real de WhatsApp por supuesto no existía en aquellos tiempos. 
Lo que comienza como algo divertido, se volverá doloroso en este entretenido culebrón germano, aunque no profundiza en el vínculo ni en la obra del singular pensador que otorga un papel importante a la narración histórica y a la dimensión estética en la formación del Estado.

Sírvanos esto de motivo para comentar sobre las otras Cartas de Schiller, aquellas 27 profundas misivas sobre asuntos estéticos que dirigió a su protector el Duque Federico Cristian de Augustenburg. Éstas fueron publicadas en 1795 con el título de Cartas sobre la educación estética del hombre (hoy tendría que aclararse que Schiller hablaba de todos los seres humanos, por supuesto sin discriminar al género femenino que -como se ve en la película- las adoraba sin distinción).

Ahora bien, la educación estética de la persona le parecía al genial Schiller el indispensable fundamento de su educación moral (en su peculiar concepción de ella). La educación de las personas de acuerdo con sus ideas se puede lograr mediante la estética y según esto el hombre tiene tres grandes instintos (impulsos y tendencias naturales): el sensible, que le lleva a apoderarse de la materia; el ideal, que le conduce a conocer la forma pura; y el estético o instinto de juego que produce la belleza, que le lleva a jugar desligando la apariencia de la materia para contemplarla pura y simplemente. Y cuando la persona se ha educado estéticamente conquista la libertad para realizar su verdadera esencia moral.

Schiller vivió durante la transición del Absolutismo a la Burguesía, en la época de la Revolución francesa. Y para Schiller el asunto moral era el problema político que la Revolución Francesa planteaba en la forma de la cuestión de la reforma ideal del Estado, pues según él tal reforma es imposible si previamente el ser humano no ha conquistado su humanidad estética.

Por eso afirmaba Schiller que ¨La construcción de la auténtica libertad política....es la más completa de todas las obras de arte¨. 

En esta interesante y vigente obra Schiller programa la educación estética del hombre, el equilibrio entre la razón (el Homo Sapiens) y el sentimiento lúdico (recuerden el libro de Huizinga, Homo Ludens: El Hombre que Juega), especialmente juegos creativos basados en la premisa de ¨¿Qué pasa si...?¨, sobre los que tan bien ha reflexionado en México la erudita investigadora y artista Katya Mandoki en su serie de libros sobre el Estado, las estéticas cotidianas y su relación con los juegos de cultura (ha exhibido en museos y galerías. Su obra monumental Histograma: la distribución del ingreso en México, 1985, se exhibe permanentemente frente a la biblioteca de la 

UAM-Xochimilco. Valga en este largo paréntesis mencionar al afamado cineasta Luis Mandoki quien siempre ha apoyado a AMLO; fue hacedor de un documental sobre el político tabasqueño llamado "¿Quién es el señor López?", 2006, y un año después estuvo tras el documental "Fraude: México 2006" aunque recientemente declinó dirigir Imcine, sigue apoyando al presidente electo y podría en el futuro participar en un nuevo proyecto de comunicación). 

Schiller se había propuesto formar al hombre esteta a través de la alternancia entre obras dramáticas e idílicas, como medio para alcanzar una transición pacífica hacia una forma de Estado razonable y como contraprograma a los violentos desvaríos de la Revolución francesa y de la política de su tiempo, en la que sólo veía la actuación de la fuerza bruta.

La tesis fundamental de la obra de Schiller es el ennoblecimiento del carácter humano, planteado en el núcleo de una educación del hombre y de la humanidad, para un Estado o una sociedad no solamente racionales sino verdaderamente razonables. Este Estado idealmente concebido por la razón solo podrá ser llevado a cabo por el hombre moral: aquel cuyas facultades racional y sensible no estén en contradicción, con una base creativa lúdica, inventiva y no sólo imitativa.

De esta manera, Schiller sugiere una crítica a la razón ilustrada (de la cual su máximo fundamentador fue Kant), pues ésta aún no ha llegado a dar cumplimiento al ideal de un Estado verdaderamente racional, ya que tal razón ha fallado en la práctica aunque no en la teoría. Es de advertir que Schiller parte de principios kantianos, para superarlos. Su idea de síntesis, la belleza, se funda en el juego, momento en el cual el ser humano es libre.

¿Tomarán esto en cuenta los encargados por el Presidente López Obrador de elaborar su propuesta de CARTILLA MORAL que, como señalaba Schiller, ¨la auténtica libertad política requiere de la Educación Estética¨?

Sólo entonces se podrá preciar México de contar con un Estado Razonable y no la mera renovación del Ogro Filantrópico que describía Octavio Paz o el Ogro Antropófago que combatió Carlos Castillo Peraza. O, peor, la persistencia del Ogro Salvaje Neoliberal que ha denunciado persistentemente el lúcido Jesús Delgado Guerrero. 

Se requiere construir en el futuro con base no en falsas utopías sino en la evaluación seria de las alternativas históricas, así como de los ámbitos abiertos a la creatividad humana. Un futuro alternativo, realmente mejor desde el punto de vista histórico, mediante un ejercicio simultáneo en los ámbitos de la ciencia, la política y la moralidad, como quería Schiller. 

De lo contrario, el viejo Ogro Seductor, paternalista pero autoritario, regresará retomando bajo nuevos disfraces las viejas mañas filantrópicas y antropófagas de sus antecesores para, de hecho, mantener en lo esencial la política económica salvajemente oligopólica que viene perfilándose desde los ochenta con el viraje hacia la ¨libertad de mercado¨, que promete pero ni siquiera con ésa supuesta libertad cumple el engañoso neoliberalismo.


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Javier Ortiz de Montellano

Articulista invitado