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Miércoles, 04 Diciembre 2019 00:06 Escrito por 
Seguridad Hablando de...

Los cambios son buenos, eso dice mucha gente, y sí lo son: renovar, innovar y crear cosas nuevas siempre será bueno; pero cuando esos cambios son sorpresivos, imprevistos y sin planeación, causan problemas.

No me cansaré de decir que el sistema penal acusatorio y adversarial, implementado en nuestro país, después de muchos años del tradicional sistema penal inquisitorio, fue establecido de manera muy rápida y sin planeación; sobre todo, faltó una gran campaña de capacitación.

Jueces, ministerios públicos, defensores públicos y privados, peritos y policías, tuvieron que cambiar de un día para otro a un procedimiento desconocido, con origen en el sistema anglosajón y con una revoltura de varios países en su proceso penal; cambiar su forma de pensar y darle mayor importancia a la conciliación que al castigo, como lo dije, no es malo, pero sí fue muy apresurado.

El porqué de estas reflexiones tiene su origen en las resoluciones fuera de toda lógica jurídica y social emitidas por jueces de la Ciudad de México en el caso de una joven madre de familia que fue agredida por su esposo con la intención de privarla de la vida y que no fue considerado como un feminicidio en grado de tentativa, aun con todos los indicios que así lo hacían ver. La falta de capacitación de algunos actores en este sistema penal y también, por qué no decirlo, la prepotencia de algunos jueces que se creen saberlo todo -no tienen que contármelo, yo los he visto y oído-, llevan a estas pifias jurídicas y a darle a la sociedad una sensación de injusticia y falta de probidad de los mismos juzgadores.

¿Ustedes qué creen, estimados lectores, que estén pensando los hijos de una mujer, que fue asesinada días después de que su agresor fue liberado?, ¿qué piensan los ciudadanos de los jueces y magistrado que resolvieron esa libertad?, ¿cuál creen que es el sentimiento social?

Sí, de impotencia pero, sobre todo, de injusticia, y con ese sentimiento social se crea también una idea de que en nuestro país la ley sirve al poderoso y la impunidad impera en nuestros sistemas judiciales; eso también es injusto porque la mayoría de nuestros jueces y magistrados han forjado sus carreras con mucho esfuerzo y a la sombra de la lealtad, la honestidad y la vocación de servicio; también conozco a muchos así.

Hay mucho que hablar sobre estos cambios a nuestro sistema penal y tendrían que ser varias columnas, pero lo importante es que los jueces y magistrados deben ser muy cuidadosos con sus resoluciones, no tomarlas sin reflexionar y recordar que la ley está hecha para la convivencia social, que la vulnerabilidad de las mujeres ha ido creciendo y la equidad de género no solo se trata de verlas como iguales sino de respetarlas de manera muy estricta; a una mujer no se le toca ni con el pétalo de una rosa, dicho popular que es de gran sabiduría.

Por cierto: ya estamos en época navideña, no compremos adornos y luces peligrosas de dudosa procedencia y hagamos que nuestras confecciones sean seguras, los incendios acaban en minutos con nuestro patrimonio.


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José Vera Monroy

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