La dama de oro

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La dama de oro

Miércoles, 13 Marzo 2024 00:20 Escrito por 
Ivett Tinoco Ivett Tinoco Matices

"La Dama de Oro" no sólo se erige como una obra emblemática en el ámbito de la pintura universal, sino que también representa un símbolo arraigado en la identidad vienesa. Más allá de su impresionante estética, esta obra tiene una historia fascinante que abarca temas cruciales como el arte, la historia, la cultura y la justicia.

Originalmente titulada "Retrato de Adele Bloch-Bauer", esta pieza inmortalizada en óleo y oro sobre tela por el célebre artista modernista Gustav Klimt, retrata a Adele Bloch-Bauer, una aristócrata vienesa de principios del siglo XX. Klimt, reconocido por su predilección por la sensualidad, el erotismo y la figura femenina, causó revuelo en la capital austriaca con su estilo único y distintivo.

La familia Bloch-Bauer, en particular Adele y Ferdinand, se convirtieron en importantes mecenas de Klimt, organizando reuniones que atraían a destacados artistas e intelectuales de la época, incluyendo a Sigmund Freud, Richard Strauss, Gustav Mahler, Johannes Brahms y Arnold Schoenberg, entre otros.

Fascinado por la obra de Klimt y su habilidad para trabajar con hoja de oro, Ferdinand encargó al artista inmortalizar a su esposa en una serie de retratos. Así, Klimt no sólo capturó a Adele en su característico estilo dorado, sino que también la elevó a la categoría de leyenda sin proponérselo.

Sin embargo, la historia de esta obra maestra se ve ensombrecida por los horrores del saqueo y la destrucción perpetrados por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Aunque apreciada artísticamente, la pintura fue rebautizada como "La Dama de Oro" en un intento por borrar su origen judío.

El deseo de Adele Bloch-Bauer era que su retrato, junto con otras obras adquiridas al artista, fueran donadas a la Galería Nacional de Austria tras la muerte de su esposo. Sin embargo, la ocupación nazi obligó a Ferdinand y sus sobrinos a huir de Austria para salvar sus vidas, cambiando el destino previsto para las obras.

Bajo los principios de Washington se establecieron los cimientos para la restitución del arte saqueado a los judíos durante la ocupación alemana. En 1998, Austria adoptó la Ley de Restitución, lo que llevó a María Altmann, sobrina de Ferdinand, a emprender una batalla legal de más de seis años, basada en estos principios, para recuperar la propiedad de las obras para su familia y así buscar justicia histórica.

La falta de sensibilidad por parte del gobierno austriaco llevó a María Altmann a identificar inconsistencias jurídicas y recurrir a los tribunales estadounidenses, donde residía habitualmente debido al exilio, para llevar adelante su demanda a nivel internacional. Mientras el gobierno austriaco basaba su defensa en el supuesto deseo de Adele Bloch-Bauer y en la soberanía estatal, considerando el caso como un asunto interno, María Altmann fundamentó su argumento en la legislación que favorece la restitución, el testamento de su tío Ferdinand Bloch-Bauer, y en la excepción de inmunidad soberana.

En 2006, un tribunal arbitral finalmente dictaminó la restitución del retrato y otras obras de Klimt a la familia, rectificando la posesión ilegal que la Galería Nacional de Austria mantenía sobre ellas. Esta decisión marcó un hito en la historia, reconociendo las injusticias cometidas no sólo contra la familia Bloch-Bauer, sino contra la comunidad judía en Austria.

María Altmann tomó la decisión de aceptar la oferta de Ronald Loder para adquirir la obra, con la condición de que se mantuviera siempre expuesta en la Neue Galerie de Nueva York, permitiendo así que el público pueda disfrutar y admirar una obra maestra de la pintura universal. Para ella, era una forma de honrar la memoria de su tía y afirmar su identidad única como Adele Bloch-Bauer.

Para aquellos interesados en explorar más a fondo esta intrigante historia, recomiendo el libro "La Dama de Oro", editado por Vaso Roto, una investigación periodística novelada escrita por la periodista estadounidense Anne-Marie O'Connor, quien cubrió el caso de restitución para el Washington Post. Asimismo, la película del mismo nombre, dirigida por Simon Curtis, ofrece otra mirada fascinante.


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Ivett Tinoco García

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