El trilema de Rodrik

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El trilema de Rodrik

Jueves, 26 Julio 2018 00:08 Escrito por 

Acaba de aparecer un libro del economista mexicano Santiago Levy, con el desafiante título de “Esfuerzos mal recompensados, La elusiva búsqueda de la prosperidad en México”. Lo publica el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), donde su autor ocupaba hasta recientemente el puesto de vicepresidente (la obra puede descargarse de la página del BID).

Cuenta la obra de Levy con un prefacio del destacado economista y profesor de Harvard, Dani Rodrik, conocido por el postulado del trilema que lleva su nombre. La tesis de Rodrik es que debemos elegir dos de entre estos tres conceptos: globalización económica, democracia política o soberanía nacional, puesto que no es posible un mundo globalizado, con democracia y soberanía de los Estados, todo al mismo tiempo y con la máxima intensidad.

En el mundo del denominado trilema de Rodrik, se puede aspirar a tener globalización y democracia política a escala global, con reglas e instituciones para una nueva gobernanza, pero a costa de la soberanía nacional (más o menos el caso de la Unión Europea); o se puede aspirar a mantener plena soberanía y democracia política, pero sin integrarse en el mundo, encerrados en la autarquía (ningún país importante lo hace hoy); o bien podemos estar plenamente integrados en la lógica de la globalización económica, manteniendo un alto nivel de control político interno, pero sin democracia política (China).

En realidad, el trilema de Rodrik no puede tener en el ámbito del mundo actual que cuestiona cada vez más los resultados de la globalización una respuesta definitiva y completa; pero ciertamente los presentes debates en todo el mundo tienen mucho que ver con encontrar un equilibrio inteligente y sostenible entre la integración económica, la democracia política y el respeto a las preferencias de las mayorías en las sociedades en cuanto a su bienestar.

De momento, el trilema de Rodrik sigue abierto, sin respuestas coherentes y ampliamente aceptadas.

Por ejemplo, la emergencia de nuevos actores políticos en toda la Unión Europea es una respuesta al desequilibrio entre los tres conceptos. El proceso de integración económica a escala global, intenso desde todos los puntos de vista en Europa, genera perdedores y diluye las preferencias nacionales por determinadas maneras, con fuerte arraigo, de generar riqueza y prosperidad o repartir los costes de la inversión social. 

Europa está globalizada, la soberanía de sus Estados limitada, pero a menudo las decisiones que impactan en la sociedad no son el resultado de un proceso democrático de deliberación y acuerdo, sino una imposición tecnocrática que parece ignorar los costes de aquella decisión. Contra esto se ha rebelado en forma diferente Podemos o Cataluña en España, con mayor o menor éxito.

Otro caso extremo es el de Grecia, que ha demostrado que la integración económica a escala global presenta dificultades para acomodar la democracia política cuando las cosas van mal para la mayoría. 
 
En nuestro caso, México vive un momento especial de cuestionamiento de su experiencia con la globalización, especialmente con el Tratado de Libre Comercio con Norteamérica que en la práctica ha implicado un cambio de modelo económico hacia la exportación -que ha polarizado aún más al país-, en cuanto a ingreso, geográficamente y a la sociedad mexicana toda. Aunque  con una apertura democrática interna, que reclama sus derechos, pero con una cierta pérdida de soberanía económica ante el exterior, principalmente Estados Unidos. 

La trama se ha complicado, porque, por añadidura, Estados Unidos mismo busca recuperar la soberanía que los resultados de la globalización han provocado en las mayorías de su sociedad, con una extremada polarización del ingreso concentrado en una minoría, principalmente financiera que actúa sin más freno que las recurrentes catástrofes que ella misma provoca. 

El libro de Levy precisamente busca respuesta a la pregunta central de por qué el crecimiento de México se ha estancado durante las últimas dos décadas a pesar de un tratado de libre comercio con el mercado más grande del mundo, de inversión en educación y de reformas estructurales. Santiago Levy argumenta de forma convincente que las reformas mexicanas han sido socavadas por la falta de atención prestada a la asignación de recursos y a los incentivos a empresas y trabajadores. 

Según Levy la asignación de recursos ha empeorado drásticamente en México a lo largo de las últimas dos décadas, un período durante el cual las empresas ineficientes han crecido y entrado en el mercado y las empresas eficientes e innovadoras se han reducido y han salido del mercado. 

¿Cómo se explica que una economía que ha hecho tantas cosas bien no haya logrado crecer con rapidez? Esfuerzos mal recompensados vincula el decepcionante crecimiento de México con políticas microeconómicas erróneas que han suprimido el crecimiento de la productividad y han anulado los beneficios esperados de los esfuerzos de reforma del país. 

El crecimiento rápido no se producirá si se sigue haciendo más de lo mismo, sino que solamente podrá ser resultado de instituciones incluyentes que protejan efectivamente a los trabajadores contra riesgos, que redistribuyan justamente  a favor de aquellos que lo necesitan y, simultáneamente, logren alinear los incentivos de empresarios y trabajadores para aumentar la productividad. Para que esta transformación tenga lugar, se requieren cambios sustanciales en los regímenes tributario, laboral y de seguridad social. También se requiere eliminar o reducir substancialmente la corrupción y la inseguridad. 

Esa es la tarea que la mayoría de la sociedad mexicana ha confiado mediante su voto al próximo gobierno. No es una tarea fácil porque, además de un cúmulo de problemas seculares y errores recientes de todo tipo, encuentra un mundo conflictivo con la globalización y sus desiguales resultados, con la debilidad de las democracias, con resistencias internas y amenazas a la soberanía que harán difícil un éxito rápido y total. Pero si algo logra adelantarse en corregir estos y otros desequilibrios que impiden un mayor bienestar nacional, se habrá avanzado en el camino correcto hacia el crecimiento sustentable que todos deseamos. 

(Julio 2018)


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Javier Ortiz de Montellano

Articulista invitado