En este momento, es el tristísimo caso de la pequeña Fátima, el que acapara la atención y el debate de la opinión pública de nuestro país; sobre todo, porque se trata de una menor inocente.
Sin embargo, por décadas, la violencia ha cobrado victimas de todas las edades, desconfigurando hogares y familias enteras; dejando una profunda huella social que el tiempo no logrará borrar.
El aumento desmedido del crimen y la violencia se ha dado al amparo de gobiernos y de ciudadanos que se han convertido en cómplices, unos por solapar o por aceptar dádivas a cambio del silencio y la impunidad, otros por no denunciar al vecino, al familiar, al amigo.
No conformes, en los años recientes se ha recrudecido la violencia contra la mujer, que además del daño natural que implica, ha polarizado a hombres y mujeres; a grupos sociales que se confrontan unos por defender las protestas públicas contra el feminicidio y otros por condenar estas expresiones.
Los mexicanos cometemos un gravísimo error.
Nos mantenemos divididos frente a un problema que cobra gran fuerza, en lugar de unir voluntades para mitigar, desde la esfera personal, familiar y laboral, cualquier acción de abuso o de agresión.
La clave es detener cualquier acción que denigre al otro.
Que lastime al otro por ser diferente; por ser moreno, por ser alto, por ser transexual, por ser pobre, por ser católico, por ser indígena. Por cualquier aparente razón que lo ponga en desventaja frente a un grupo que, por circunstancias, ostente alguna mayoría o poder, incluso físico.
Incluso desde la infancia; en el buylling escolar, que tarde que temprano va a desembocar en agresiones más graves.
Basta de solo atestiguar como se descompone nuestra sociedad. Porque cada mujer u hombre asesinado, bajo cualquier intención, suma al grado de descomposición social.
Los gobiernos se lavan las manos y se echan la bolita de la responsabilidad; muchos ciudadanos piensan que usando Hashtags se combate la violencia; otros, simplemente, transitan inmunes al México del día a día.
Algo es seguro: si no hay unidad y estrategia entre niveles de gobierno; si los mexicanos continuamos atacándonos por defender una u otra postura, politizando la muerte de personas, que en vida lejos estaban de beneficiarse de la política, estamos condenamos a que esta putrefacción se extienda hasta que nos toque a todos.
