La próxima semana iniciarán las campañas electorales rumbo a la gubernatura del Estado y se presentan grandes retos y áreas de oportunidad increíbles. De antemano, una de las consideraciones iniciales que se debe tener muy presente es que no sabemos quién va a ganar porque la moneda está en el aire, por mucho que alguien insista que está arriba en las encuestas. Justo ese es el reto y las oportunidades.
Sería interesante plantearnos varias preguntas. Partamos de una que nos dé contexto, ¿qué ha cambiado con la pandemia? Respuesta, se aceleraron los algoritmos de las redes sociales y la inteligencia artificial. Han sido tan apresurados los cambios que no sé si todos entendamos de dónde venimos y dónde estamos. Los extremos son, por un lado, los jóvenes que no saben mucho del pasado y, por el otro, quienes somos mayores que no alcanzamos a comprender la dinámica de las nuevas generaciones.
¿Qué está moviendo a los electores en los nuevos procesos? ¿Será el enojo? Porque entonces la siguiente pregunta es: ¿con qué estamos votando? ¿Con el hígado, con el estómago, con el corazón o con la cabeza? Porque son justo las expresiones de nuestro estado de ánimo las que los algoritmos de las redes sociales captan y actúan enviándote los mensajes que estima serán de nuestro agrado.
En la era digital que vivimos, ¿qué cuenta más para el ánimo de los votantes?: el carisma del candidato, la inflación y el alza de precios, la disminución del ingreso y/o el empleo, la desigualdad, la inseguridad, la propuesta fantástica de los opositores. Tal vez puedan contar más para otros los estándares de bienestar, la recuperación económica que se vive después de la pandemia, el nivel de confianza en las instituciones o las narrativas de indignación contra quienes se considera que no son “pueblo”.
Para la estratega Gisela Rubach la pandemia ha dejado algunas enseñanzas que marcan las campañas políticas. Así, podemos citar: 1) Identificar a la gente que piensa como nosotros, con el paso del tiempo hemos aprendido (y así mismo los algoritmos de redes) a aceptar las publicaciones que coinciden con nuestra forma de sentir y de pensar y a rechazar, por consiguiente, lo opuesto. 2) Proliferación de la posverdad, esta distorsión deliberada de la realidad, en la cual López Obrador es maestro, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en las actitudes sociales. 3) Polarización, otro tema donde el presidente es asiduo impulsor, confronta, insulta, denigra a cuanto ser humano o institución no concuerde con él. 4) Populismo, este fenómeno que recorre el mundo entero y desde luego nuestro país de la mano del actual gobierno, lo importante es mantener el poder a toda costa. 5) Privacidad, este término se refiere a que cada uno quiere actuar independientemente, desde su casa, su familia como si no existiera mucho más, ahí desde la selfi en todos los lugares que visitamos, hasta qué comemos, cómo nos divertimos, dónde descansamos, la crónica completa de nuestra vida cotidiana.
Así, la estrategia de una campaña se asemeja a la de una guerra, donde la máxima expresión será siempre el cara a cara, es decir candidata-ciudadana/o, de ahí la importancia de observar los debates. Resulta muy interesante analizar, tanto en los debates, como en todos la estrategia de comunicación: ¿quién representa el pasado y quién el futuro?, ¿quién representa continuidad y quién cambio?, ¿qué cambio es el que ofrecen hacia el futuro o hacia las décadas anteriores? Las campañas, y más los actos públicos, suelen ser como un espectáculo en el que hay protagonistas, actores de reparto y hasta extras. Por supuesto, necesitan que se monte un escenario y provocar emociones que empaticen con los públicos objetivo.
Recomienda la Maestra Gisela Rubach que en las campañas digitales, si queremos tener éxito, empleemos el modelo Netflix que consiste en: a) analizar el mercado político electoral, b) incursionar discretamente, pero con firmeza, c) innovar la forma de aproximarse al electorado, d) recabar información valiosa de todo el ecosistema, e) perfeccionar el algoritmo con los propios datos recabados, f) producir múltiples contenidos para grupos referenciales, g) dominar y saturar el mercado político electoral con nuestra narrativa.
Cualquiera que sea su lugar en la alfabetización digital no dude en participar. Primero, en su círculo personal: familia, vecinos, amistades; segundo, en su círculo profesional: conocidos, compañeros, socios y tercero en su círculo virtual, sus fans, cómplices, seguidores.
La tecnología nos está alcanzando y cada vez a mayor velocidad. Si no nos adecuamos perderemos el ritmo del desarrollo. Por ejemplo, en Francia, Macron utilizó el juego de Minecraft para promocionarse en los sectores más jóvenes. Qué tal un mitin virtual, donde todos participen y pregunten en directo a la candidata. La explicación en línea de cómo se emite el voto electrónico sin salir de casa, o una meta-sede donde exista un centro de cómputo donde usted pueda explorar virtualmente, partidos, candidatas/os, actividades, financiamiento, propuestas. Todo es posible con la tecnología disponible. Sólo hay que animarse a usarla.
*El autor es Maestro en Administración Pública y Política Pública por ITESM y Máster en Comunicación y Marketing Político por la UNIR.
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