Oímos un trueno y lo tememos todo: que la lluvia nos sorprenda en la calle, que nos deje varados en el tráfico o atrapados en un bache. Porque, al salir, no solo nos enfrentamos a una tormenta, sino a un campo minado de cráteres. No puedo negar que he visto cuadrillas trabajando, pero tapar todos los hoyos es una tarea titánica.

Las calles no necesitan remiendos, necesitan reconstrucción. Y eso implica dinero, tiempo, molestias… pero también una solución duradera. Los baches tienen memoria: cuando se les "cura" superficialmente, apenas resisten una temporada de lluvias. Y en los últimos días han caído lluvias atípicas, lo que complica todo.

El Estado de México no es el único afectado. El huracán Erick impactó Guerrero y Oaxaca con fuerza devastadora. Acapulco, que aún no se recupera de anteriores temporales, ahora sufre entre la furia del clima y la inseguridad. En la Ciudad de México, las lluvias también han dejado autos flotando y personas sin forma de llegar a casa.

¿Qué necesitan nuestras ciudades? Una reestructuración profunda de su modelo urbano. Crecemos sin planeación, como si el espacio y los recursos fueran infinitos. No lo son. Las carreteras y vialidades están saturadas todo el día, y muchas no están diseñadas para soportar el peso ni el flujo constante de vehículos pesados.

A esto se suma la inconsciencia ciudadana: basura tirada en la calle que tapa coladeras y agrava las inundaciones. Papelito a papelito, se construye una tragedia. Y no olvidemos la contaminación: cada auto contribuye al calentamiento global, acelerando los fenómenos meteorológicos extremos que nos azotan.

En ese contexto, reaparece el programa Hoy No Circula, ahora extendido en más municipios del Estado de México. ¿Sirve? Tal vez, en el papel. Pero en la práctica, la movilidad ya está limitada por el pésimo estado de las calles. Según la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU), 8 de cada 10 personas detectan uno o más baches en su colonia.

Y aunque el gobierno federal ha anunciado el programa “Bachetón”, con una inversión de 4 mil millones de pesos para reparar carreteras, la pregunta sigue en el aire: ¿de qué sirve no circular si no hay por dónde hacerlo?

La falta de planeación urbana no es culpa exclusiva de una administración. Es el resultado de por lo menos cuatro gobiernos que han sostenido la vialidad con parches mal puestos. Basta recordar cuando, en tiempos de Raymundo Carbajal, vecinos del centro de Toluca colgaron mantas para negarse a pagar parquímetros: "¿Pagar por calles en ruinas?"

La mayoría de los ciudadanos comprende que pagar impuestos es necesario. Alumbrado, seguridad, pavimentación… nadie lo discute. Pero no se puede embellecer una ciudad si no hay calles transitables. Hay que pensar en el futuro, no solo en el presente: densidad de población, crecimiento urbano, tránsito… todo debería estar en la ecuación.

Hoy, cada bache es una amenaza. Y, a este paso, el gobierno no tendría presupuesto para reparar cada daño causado por ellos. Se presume tanto la posibilidad de ser una ciudad sostenible… pero, a cada paso (y a cada bache), nos alejamos más de ella.