Qué pena que una revista tan sin chiste para quienes estamos en la política, use a quienes quieren aparecer en ella, con tal enjundia, que en este momento, ya se haya acabado a un presidente de este país -a través de su esposa- y esté en este momento en que todavía no toma posesión, con el próximo presidente de el más importante país, diría yo, de toda América Latina: el nuestro, México.
Hola es una revista sin trascendencia para quienes ejercen la política, ni de los que realmente la hacen.
Hola es un espacio para que las señoras que se sienten de alta alcurnia, quieran leer en los salones de belleza, y puedan ver cómo las mujeres más ricas, bonitas, jóvenes, flacas, todas hermosas y muy echadas para adelante –esposas de alguien sumamente importante– visten, viven, sueñan, caminan y a dónde van, todas-todas, vestidas con enormes lujos. Así como quisieran ser ellas, aunque sea sólo en su imaginación, y por un instante.
Así, en esta extraña y hermosa revista, Hola, todas ellas pueden ver lo que pasa principalmente en Europa o en los países más ricos del universo. Las reinas todas, salen en ella. Y las compañeras de los principales futbolistas, tenistas, artistas, o quienes de verdad triunfan en la vida. Los que de plano tienen miles de lujos y de dinero que les sobra, y por qué no… hay que comunicárselo a los demás, sólo en un instante y con imágenes que se les queden aunque sea solamente en su conciencia. En México nada más Slim.
A los que salen allí, nos les hace falta nada: tienen belleza, comida, ropa, casas, viajes, hijos que son para siempre millonarios. Nacieron para ganar-ganar y lo que sea que sea, es lo de menos para todos. Lo que hacen siempre está bien y es no bonito, sino hermosísimo. Están en los lugares más hermosos del universo.
Fotografías dignas de un concurso anual de Life. Y para completarlo todo, si en ellas se puede colar una boda majestuosa, para que todo mundo se entere, bueno, es para Ripley. Porque no es lo caro lo que le sale aparecer en la portada principal del Hola, ni el dinero que se pudieran gastar en un día en el evento contratando a los Ángeles Azules –desde Iztapalapa para el resto del mundo–, 9 mil rosas blancas, menú de cinco tiempos con todo y langosta, apartar hace un año la Capilla del Rosario, con todo y arzobispo, dispositivos de seguridad, vestido del diseñador Benito Santos… porque…. ¿qué tanto es tantito? Total, diez millones de pesos, no son nada.
Pero involucrar al Presidente electo, cuando su consigna desde siempre haya sido la ayuda a los más pobres, es inentendible e inadmisible. César Yañez, ex vocero de AMLO, lo sabía. Entonces, ¿se habrá dado cuenta de lo que le hizo a Andrés Manuel? Yo estoy de acuerdo en que cada quien se case como se le pegue la gana, y de acuerdo a sus posibilidades… sin embargo… ¿por qué hacer esa ostentación de riqueza? ¿Qué le costaba manejarse en un bajo perfil? Todavía no llegan y ya lo están haciendo…
Lo único que nos falta, es ver al presidente de Venezuela, Maduro, en Dubai, comiendo como jeque, con los jeques, y diciéndole al mundo: ¿por qué no, si tengo todo el petróleo del mundo? Que sufran los que no tienen.
De verdad no entienden que no entienden…
