Toluca/Estado de México
Más de 2 mil mujeres y algunos hombres en San Cristóbal Huichochitlán se dedican al tejido de la palma para la venta con motivo del Domingo de Ramos, esta actividad tradicional de la comunidad otomí en Toluca se ha renovado con el paso del tiempo, las artesanas innovaron las figuras, los colores e integraron otros productos, como el trigo.
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Las tejedoras ya ofertan sus productos en la plaza delegacional de San Cristóbal Huichochitlán, es el único de los pueblos indígenas de la Ciudad de Toluca donde se teje la palma, no solo en sombreros y canastas, primordialmente para el Domingo de Ramos.
Francisca de Jesús González tiene más de una década tejiendo, es una actividad heredada desde hace tres generaciones y que enseñó a sus hijas e hijos, porque también tiene varones.
“Somos más las mujeres las que nos dedicamos, ellos van por la palma, ahora deben ir por ella a Guerrero, aquí ya no hay, ya se acabó y nos sale más cara, pero si no invertimos, no ganamos”.
Mientras teje una de las figuras más grandes dentro de sus productos, platicó que es una actividad que han logrado mantener a fuerza de insistir por parte de los adultos mayores, para que las generaciones más jóvenes, la aprendan y continúen.
“Les digo a mis hijos que ellos deben aprender, porque si no lo hacen, la verdad es que esto se acabará y es una forma de sostener la vida”, dijo.
La palma ha subido de precio, cada año aumenta al menos 10% su costo, ahora 26 hojas cuesta 300 pesos, para coserla deben pagar otros 300 pesos y las orillas son otro pedido aparte porque no alcanza para la totalidad de la figura.
“Del tamaño más grande salen cuatro o cinco figuras, pero invertimos al menos 2 mil o 3 mil pesos en cada temporada, sí tenemos ganancias, aunque cada vez son menos porque la gente regatea el precio de las piezas”, comentó.
En este año, las tejedoras integraron a sus productos unas figuras de la virgen, hechas con varitas de trigo, pintadas con tinta vegetal y declaradas con fieltro. Además, de Cristos con varas de trigo, también decoradas con diamantina.
Las tejedoras van a vender sus productos también a la Ciudad de México y en municipios del Valle de México, las piezas más pequeñas cuestan entre 30 y 50 pesos, algunas de apenas cinco centímetros tienen un costo de 80 pesos la docena.
“Pero el trabajo lo vale, a todas nosotras nos gusta presentar productos nuevos y tener algo más que presentar a los compradores”.
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