De la desgracia como regla

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Publicado en Opinión

De la desgracia como regla

Domingo, 22 Marzo 2020 09:49 Escrito por 
De la desgracia como regla Los Sonámbulos

Desde el optimismo bien informado para estos tiempos desquiciados nos llega la noticia de que “si el sufrimiento no fuera la finalidad próxima e inmediata de nuestras vidas, nuestras existencias serían lo más inadecuado del mundo”.

Palabras llenas de consuelo, el doctor Schopenhauer, insuperable siquiatra de almas sufrientes o pandémicas, había advertido sobre la infinitud de la sensibilidad para el dolor, así como de la estrechez de ésta en relación con los placeres.

Por eso, inducidas o no, parte de una guerra geopolítica o no, petroleras o no, las pestes modernas apenas guardan alguna diferencia con los relatos del “Decamerón”, de Juan Bocaccio, sobre la peste bubónica que azotó a Florencia en 1348, o con los muy cuestionados relatos de Daniel Defoe respecto de otra calamidad semejante que golpeó a Londres entre 1664 y 1665.

(Como referencia y para desgracia del periodismo serio, ese de rigor en la investigación y de equilibrios, Defoe, -el autor de las “Robinsonadas” del individualista Robinson Crusoe que tanto sirvieron de mofa a Marx en El Capital-, está considerado como el primer periodista financiero de la historia, aunque carga también con etiquetas poco edificantes como la de “gacetillero, panfletista, estafador, espía, soplón y suplantador”).

Hete aquí, pues, que, como paisaje bocacciano, es inútil buscar “… el campo ajeno o el propio, cual si la ira de Dios, al castigar la iniquidad de los hombres con aquella peste, no pudiera extenderse a cualquier parte…”, porque se vive en estos momentos en un mundo literalmente encerrado, en cuarentena, e incluso, !ay de aquél que se quiera hacer el muy liberal, so pena de multas y arresto no domiciliario, sino en las mismas mazmorras!

Si como afirma el citado doctor del optimismo bien documentado, “cada desgracia aislada aparece como una excepción, pero la desgracia general es la regla”, poco tiene de extraño que, por ejemplo, de nueva cuenta la economía productiva esté estallando en forma casi apocalíptica, menos si se atiende al fenómeno de la financiarización que se ha apropiado de la misma.

Con o sin bichos de por medio, con o sin guerra petrolera, tarde o temprano el globo financiero estaba condenado a reventar y a llevarse entre las patas a la economía productiva. La poca o nula regulación en las esferas financieras siempre ha cobrado su tributo.

De hecho, los doctores Carmen M. Reinhart y Kennet S. Rogoff han recordado que la estupidez desafía la temporalidad y es circular (“cíclica”, para decirle en términos neoliberales), y que “a pesar de las experiencias vividas en todo el mundo desde la aparición de los mercados monetarios y financieros”, se reproducen, una y otra vez, los patrones que irremediablemente conducen a las crisis.

Todo esto, “bajo la creencia de que la situación está controlada, de que se ha aprendido de los errores del pasado, “o de que esta vez es distinto” porque ahora somos más inteligentes” (”Esta vez es distinto: ocho siglos de necedad financiera”, FCE).

De nueva cuenta, los “espiritus animales” y la legión de especuladores, y detrás de ellos la advertencia ignorada por gobiernos respecto de la excesiva financiarizacion de la economía productiva.

Desquiciados los “inversionistas-especuladores”, desquiciados también los gobiernos, “analistas”, opositores, gacetilleros, panfletistas y otros herederos de la ficción narran todos los días su propia historia e histeria (a gritos e insultos), “extendiéndola por todas partes y contándola en sus menores detalles”, pero sin aceptar que bajo los postulados de su religión económica late el espíritu optimista donde la felicidad y la alegría siempre han estado muy por debajo de todos los cálculos y expectativas, incluidos los tiempos de bonanza. (Con o sin bichos, la desdicha es, pues, la regla).


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Jesús Delgado

Los sonámbulos