Sin retorno

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Publicado en Opinión

Sin retorno

Domingo, 31 Mayo 2020 00:10 Escrito por 
Sin retorno Iliemilada

Cual Operación Neptuno, en México, mañana lunes estaba marcado como el día D. Fecha en que, tras haber concluido la Fase 3 para la contención de la pandemia del COVID-19 en territorio nacional, se dijo que reiniciarían [eso sí, gradualmente] las actividades para reactivar la economía en el país, tras haber participado –por convicción y nada por la fuerza—en el periodo de “Susana Distancia”.

Hasta el momento, el escenario es que –excepto Zacatecas-- el país está en encendido color rojo, es decir, no es posible cumplir con tal marco pero… Se da el banderazo a la etapa de la “nueva normalidad”. Y, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), si el plan continúa, la semana entrante saldrá de gira con toda cautela, para mandar un claro mensaje de que todo se puede hacer si se toman las correspondientes precauciones. Además, será protegido por uno o más “detente”, que han probado su efectividad ante cualquier nano-coronavirus.

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Como parte nutricia de esta inédita etapa que arranca a la mitad del año, el mes de junio hace honor a la diosa Juno, deidad del hogar y de la familia. Es así que seguiremos resguardados en el hogar, haciendo fluir la impoluta vida familiar, como recientemente quedó demostrado a diestra y siniestra, hasta con firma notarial, y testimonios de una impresentable dupla de “Horacios”. ¡Qué pena con las visitas!

Personalmente creo que desde antes, y más allá de una pandemia como la que nos azota, pervive una arrogante visión que cultivan muchos políticos, gobernantes y funcionarios. Vamos por partes, como diría Jack el Destripador.

I) El contagio del SARS-Co-V-2 ocurre más frecuentemente como consecuencia de la interacción interpersonal, en tanto este tipo de coronavirus viaja a través de la gotículas que expelimos mientras hablamos a un metro o menos de distancia de la otra persona o, porque estornudamos sin protegernos como es debido. Ya Dios dirá cómo deberán (o podrán) ocurrir los reencuentros amorosos cuerpo a cuerpo, independientemente de orientaciones, identidades, nefandas preferencias o historias sexo-amorosas.

Por si fuese poco, almacenamos dichos coronavirus en nuestras manos, rostro, ropa, objetos personales e, incluso, es posible que se mantengan por horas o días en distintas superficies, porque otras personas involuntaria, inconsciente o vandálicamente los hayan dejado allí. En los meses por venir ya no preguntaremos… ¿De dónde vienes…? sino ¿A quién viste o saludaste hoy, ayer, antier, hace 14 días? Y, mejor… No me toques, no vaya a ser... Eso sí que será nuevo. Dichosos los y las anacoretas de pura cepa.

Pregunta: ¿Qué político, estando en sus cabales, sería capaz de anunciar que él tiene la receta para impedir que tales interacciones no sucederán en cualquier espacio público o privado? Se necesita ser un desvergonzado para ofrecer tal poder omnipresente, sin ser por lo menos Dios o sin usar medidas punitivas o coercitivas, o bien apelando a la conciencia ciudadana, a la bonhomía, e incluso a los “detente”? Avancemos.

II) México, a pesar de su Independencia, Reforma y la Revolución Mexicana, es un país plagado de desigualdades, de pobreza y de resentimiento clasista y racista. De eso tenemos la culpa la población mexicana y desde luego la cultura política citadina.

Salir a la calle a ganarse el pan de cada día, es una constante en poco más de la mitad de las familias en el territorio nacional. Entonces, la interacción social es la premisa para la sobrevivencia de una de cada dos personas en este país.

Pregunta: ¿Quién, sabiendo cómo se transmite el nuevo coronavirus y teniendo en cuenta la desigualdad, la pobreza y las necesidades de sobrevivencia cotidiana, se atrevería a prometer que, por sus [e]pistolas, la curva de contagios “se aplanará” en un lapso determinado? Pocas personas en el mundo, sin duda.

III) Todo parece indicar que mañana lunes 1 de junio de 2020, no se asomará ni un ápice de lo prometido. Pero nadie quiere salir a reconocer, con la suficiente humildad, que estamos frente a una pandemia en la que todas y todos nos necesitamos para salir de esta situación.

Está claro que no existe político, gobernante ni tomador de decisión que tenga la sartén por el mango. Si mañana lunes no podemos comenzar a retomar nuestras actividades se debe a:

1) La persistencia de nuestra longeva pobreza y desigualdad que nos lleva a tener que salir todos los días en busca de dinero para comer. Aquella película de 1948, titulada “Nosotros los pobres”, protagonizada por Pedro Infante, Blanca Estela Pavón y “Chachita”, dirigida por Ismael Rodríguez, sigue vigente porque ratifica con su dedo flamígero que la pobreza en nuestro país goza de cabal salud. La mitad de la población continúa con al menos dos carencias, la económica y la alimentaria, aunque ahora existan las “benditas redes sociales” y la 4T.

2) Que se minimiza la dimensión de la pandemia porque se puede pensar que el gobierno federal (a prueba por primera vez), así como los gobiernos de las entidades, de distinta cromática o apuesta “ideológica”, no pueden con una pandemia que es de tipo socio-sanitaria, cultural, de hábitos, de comportamientos y de creencias; no solamente de tipo epidemiológica o médico-clínica… ¡Estúpidos!

3) Que se menosprecian las voces que debaten o polemizan tales estrategias, nada más por tener otras opiniones y,

4) Que la corresponsabilidad, la mayoría de las ocasiones aunque el término se lee con agrado, usualmente es ciega. En este caso, parece que disfrutamos diciendo que todo es mentira; que el coronavirus ni existe; que los chinos quieren asaltar este país de primer mundo y que por ello fabricaron ese bicho; que es una farsa del gobierno; que el COVID-19 realmente se cura con un buen caldo de gallina criolla, cebolla picada y limón de Colima; que rezando a San Judas Tadeo nada nos pasará; que si aguantamos comiendo tacos y tortas debajo del puente de la terminal de Observatorio, ese coronavirus no podrá con nosotros; que el amor de Jesús, el hijo de Dios, nos tiene a salvo y que, podemos salir a comprar vino tinto sin cubrebocas, mientras hablamos por teléfono porque estamos poblando el país con nuevos empleos temporales.

IV) ¿Cuándo podremos retornar a la mal llamada “nueva normalidad”? Cuando cada cual y cada quien hagamos lo que nos corresponda; cuando los políticos, los gobernantes, la reasignación presupuestal, los empresarios, los medios de comunicación y, cada familia y persona, seamos capaces de comprender que estamos frente a lo desconocido e impredecible.

Esto es inédito. Nadie tiene la receta para salir. Es una pandemia que requiere de una respuesta colectiva, a escala humana. La ciencia, la tecnología, el buen juicio, el análisis mesurado, la tranquilidad y la solidaridad como especie serán el camino. Es un problema global que requiere de nuestra inteligencia y sabiduría como especie humana. ¡Renuncien a las medallas para la otra vida, idiotas!


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Luis Alfonso Guadarrama

Iliemilada

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