Hoy comentaremos de los teatros viejos de nuestra Toluca

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Hoy comentaremos de los teatros viejos de nuestra Toluca

Domingo, 15 Agosto 2021 02:40 Escrito por 

Comentaremos, que a pesar de que Toluca durante todo el periodo colonial no tuvo más de siete mil habitantes, fue visitada a largos intervalos por las compañías de teatro y de maroma que solían trabajar en la ciudad de México. Unas veces los maromeros se detenían, de paso para Querétaro o para Valladolid; otras veces arribaban directamente a la ciudad en las chirriantes diligencias que hacían su servicio por el viejo camino, lleno de peligros, del monte de Las Cruces.

Los artistas daban sus funciones en corralones que en aquel entonces abundaban en Toluca, a lo que, con su aliño muy pobre, habilitaban de pista para el circo o de escenario para los dramones (drama que se considera de mala calidad, por ser excesivamente aburrido) que muy pocas veces habían sido escritos por autores sensatos. Los mesones frecuentemente servían para el espectáculo, como se publicó en el Reglamento de Espectáculos que en 1814 formulo el Ayuntamiento de la ciudad de Toluca.

La visita frecuente de cirqueros y de artistas teatrales de la ciudad de México hizo que, hacia el año de 1820, en la parte norte de la llamada Plaza de las Armas, precisamente donde se encontraba la antigua Biblioteca Pública central del Estado (ya demolida) en la que fuera la calle de Suárez, se inauguraba un jacalón, con muros de adobe, techado de teja, con una incómoda “cazuela”, formada con vigas y tablas muy poco pulidas, y se le dio el pomposo nombre de teatro.

Como en los días de la Independencia, había triunfado en España como escritos don Eduardo de Gorostiza, ilustre mexicano; algún toluqueño patriota o nacionalista, que nunca han faltado, sugirió se impusiera al jacalón el nombre del ilustre comediógrafo y literato de don Manuel Eduardo de Gorostiza. Así el teatro o Coliseo viejo, que se conocía por el nombre de la calle en que estaba ubicado, a partir de 1822 se llamó Teatro Gorostiza.

Meses enteros permanencia el teatro cerrado; las alimañas y toda clase de bichos lo ocupaban la mayor parte del tiempo. Los escasos ingresos que producía en el año el Teatro Gorostiza, que fue propiedad municipal, pasaban a poder de la junta benéfica de San Juan de Dios, siendo esta la razón por la que uno de sus presidentes, el más ilustre, don José María González Arratia, se animó a construir un edificio más decente donde se pudieran recrear las familias de Toluca, que en el pasado tuvieron especial predilección por la comedia, el drama y la tragedia y por los artistas unas veces toluqueños y otras procedentes de la capital de la República.

Esta es la historia sintética del llamado Teatro de Suarez, Teatro Gorostiza o Coliseo Viejo; que perteneció a la Junta de San Juan de Dios, la que proveía de medicinas y de hospedaje a los pocos enfermos aislados en el hospital.

José María González Arratia.

En el año de 1845, gastando la cantidad de 18,000.00 pesos, don José María González Arratia, inicio la construcción de un nuevo teatro en lo que se llamó Plazuela de Alva, famosa por encontrarse en medio de ella la picota, símbolo del poder colonial, y donde eran castigados ciertos reos. A pesar del abandono en que se encontraba la Plazuela en referencia, estaba menos sucia que la Plaza de Armas, pues en esta los desperdicios de la jabonería, daban un aspecto muy desagradable.

La Plazuela de Alva, hoy jardín Zaragoza, no estaba empedrada y se encontraba a la orilla de la ciudad, pues más allá se extendían los campos de maíz, ya que el barrio de San Sebastián permanencia aislado.

El Teatro de Alva se terminó el mismo año de 1845 y, entre las fiestas más famosas se recuerdan las del carnaval, que se verificaron los días 14 y 15 de febrero de 1846. Las fiestas consistieron en bailes de máscaras en los cuales las muchachas toluqueñas de buena posición social lucieron sus hermosas crinolinas, sus zapatillas de seda y, con pudor indescriptible, las medias compradas en la ciudad de México, pero traídas directamente de Francia. ¡Que inolvidables días vivió la ciudad de Toluca cuando se inauguró el “Teatro Nuevo de González”; al que se conoció vulgarmente con el nombre de Teatro de Alva!

Músicos traídos de México alternaron y rivalizaron con los tocadores del bandolón, de la mandolina, de la bandurria, del violonchelo y del clavicordio nativos de Toluca. No se podría olvidar la estampa del español Bernardino Trevilla, que vino a radicar a Toluca antes de la Independencia y, que era socio de un gran establecimiento comercial de un señor de apellido Pozo. Llego vistiendo una casaca azul con solapa de terciopelo, con corbata de tres vueltas, luciendo sobre su pecho una leontina de oro macizo, debajo de la cual se destacaba el armiño de su chaleco de pique. Don Raúl Olascoaga, de figura prócer (hombre ilustre que es respetado por sus cualidades y disfruta de especial consideración entre los de su clase o profesión) de extraña barba y con el bigote rasurado, llevando del brazo a las más hermosa de sus hijas, jamás olvido en los años posteriores, la inauguración del Teatro Nuevo González, que no era muy amplio, pero que presentaba mejoras compatibles con las que ofreció dos años después, el Teatro Iturbide en la ciudad de México.

El Teatro de Alva, como el antiguo Coliseo o Teatro de Gorostiza, sirvió para ayudar a los enfermos del Hospital San Juan de Dios, tal vez, por esta o por otra causa, don José María González Arratia, se animó a construir el nuevo y el hoy desaparecido Teatro Principal, que, en su concepción, pretendió rivalizar con el Teatro de Santa Anna de la ciudad de México, y fue, en realidad, para los toluqueños, el lugar donde más sonrisas y más lagrimas vertieron.

Apunte de la fachada del Teatro Principal elaborada por el ingeniero Humberto Correa.

¡Cuántas mujeres y cuantos hombres cruzaron ahí sus primeras miradas! ¡Cuántas manos se oprimieron amorosamente en el teatro toluqueño! ¡Cuántas vidas se entretejieron y cuantos amores ahí tuvieron sus primeros ensayos! El Teatro Principal fue el lugar donde más ternuras depositaron los jóvenes y en donde los corazones tuvieron estremecimientos semejantes a los que la aurora tiene cuando el día nace. Recordando, se nos antojan los amorcillos que sostenían las guirnaldas a lo largo de los palcos, ángeles y genios bondadosos que reflejaban la alegría y la esperanza de las muchachas toluqueñas.

La famosa fachada del Teatro Principal, donde se presentaron grandes espectáculos.

Es tal el cumulo de recuerdos que se encierran en torno al Teatro Principal, dada la importancia que tuvo en la vida de la ciudad, desde 1851.

Así, Toluca, tendrá un jirón del pasado y se verá nacer el amor y la vida de muchos corazones por las familias que aun pertenecen bajo la sombre de nuestro Nevado y bajo el cielo azul de nuestro otoño inefable (que no puede ser dicho, explicado o descrito con palabras, generalmente por tener cualidades excelsas).

Los Teatros de Toluca:

Existen testimonios escritos con nostalgia, de algunos de los jóvenes que nacieron antes de 1915, recordando con gran nostalgia las visitas que hacían las grandes compañías de ópera, de zarzuela y de teatro a Toluca, después, y no pocas veces antes, de presentarse en la capital de la República. Dentro de estos testimonios se comentó de una famosa cantante italiana de una compañía de ópera, convirtiéndose esta cantante en la pareja de don Adolfo Henkel, famoso dueño de esa época de los negocios más importantes de nuestra ciudad, como “La Luz”, los molinos de harina y hasta el primer banco del Estado. Esa cantante de ópera cuya belleza era singular, fue siempre fiel a don Adolfo, y después de haber vivido en Toluca, una vez separada de la compañía de opera con la que llego, se fue a vivir a Tacubaya, donde seguía recibiendo las atenciones económicas de su protector.

Exponemos que cuenta compañía importante venía a la ciudad de México, en su recorrido obligado por los estados, visitaba Toluca. En esa época nuestra ciudad tenía un reducido número de rastacueros y cierto número de la clase media pobre que se afanaba por estar al tanto de las modas y de los espectáculos de la capital de la República. Pero como lo ya comentado, el primer teatro que se recuerda que existió en la ciudad, era muy pobre; un galerón inmundo, frio y húmedo, mal alumbrado con mechones de brea o con mecheros de petróleo que despedían un humo infernal.

Este teatro, que se llamó de Suárez y más tarde de Gorostiza, se encontraba donde se ubicaba en su momento la Biblioteca Pública Central, donde hoy, en día, luce esplendorosamente nuestro Palacio de Gobierno (Poder Ejecutivo) frente a la Plaza de los Mártires, en la calle de Lerdo, que se llamó, hasta principios de la Independencia, de Suárez, de donde el nombre que tuvo el teatro en referencia.

El profesor Ramón Pérez (Rape), abuelo de mi estimada amiga Elisa Maldonado Pérez; cuando tuvo a su cargo la sección dominical de otro diario, publico el reglamento aprobado, allá por 1814, por el Ayuntamiento de Toluca para los espectáculos que deberían presentarse en ese viejo y desaparecido jacalón habilitado de teatro. No era raro, y aun era lo frecuente, que el espectáculo se redujera a algunos malabarismos y maromas de saltimbanquis, pulsadores y trapecistas.

Lo que nos hace recordar y escribir sobre los viejos teatros de Toluca fue la destrucción del lugar donde se construyó, frente a la plazuela de Alva (hoy jardín Zaragoza), el edificio en que se encontraba el teatro Nuevo de González, llamado así, por su propietario el ilustre don José González Arratia. Ya para el año de 1848, mucha gente de nuestra ciudad se quejaba de la incomodidad del jacalón llamado teatro Gorostiza y pedían que hubiera un lugar menos indecente para los espectáculos, que habían aumentado con el establecimiento de los poderes gubernamentales en Toluca. Este teatro Nuevo se levanto a costa de González Arratia, un teatro decente que se inauguro con un baile de máscaras. Dicho teatro se ubico donde hoy luce la escuela Tierra y Libertad en el jardín Zaragoza.

Autógrafo de González Arratia a quien Toluca debió lo mejor en el siglo antepasado.

González Arratia no quedo contento con el teatro en referencia, situado en la plazuela de Alva; por ello, también a su costa levanto un nuevo edificio con lujosas tallas, del tipo barroco entonces de moda, con ángeles y guirnaldas que podían admirarse en los palcos donde la madera de cedro no había sido totalmente destruida. Este nuevo teatro, fue inaugurado en 1852, con gran pompa, con un baile que fue reseñado en un folleto impreso con litografías que constituye actualmente una joya difícil de conseguir, este inmueble se ubico donde otrora se encontró también en su momento el famoso cine Rex (inmueble vecino de mis queridos tíos Emelia Ozuna Pérez y Jesús Solalinde González).

Dicho edificio tenia anexo un hotel que por mucho tiempo se llamo La Gran Sociedad, en recuerdo del hotel del mismo nombre que hubo en la ciudad de México. De tal hotel, anexo al desaparecido Teatro Principal, salieron por algunos años las diligencias que antes salían de la casa que perteneció a don Ciro Estrada, en la esquina de Juárez e Independencia, es por ello por lo que hasta hoy en día se le denomina la Casa de las Diligencia que depende de la máxima casa de estudios, nuestra alma mater la Universidad Autónoma del Estado de México UAEMéx.

El Teatro Principal fue el mas visitado por las empresas de ópera, de zarzuela y comedia que llegaban a nuestra ciudad. ahí se vio mucho a la Fábregas y a Esperanza Iris.

Por otro lado, en la esquina de las calles que antiguamente se llamaron Mina y Allende, se levanto el Teatro Edén (hoy luce un edificio propiedad de la familia Sánchez Inistra), más pequeño que el teatro Principal. Este teatro tuvo sus días de gloria y fue escenario de acontecimientos políticos como los que tuvieron lugar en 1920, cuando vino Soto y Gama a hacer propaganda por Obregón y por el agrarismo.

Litrografía del gran baile de inauguración del Teatro Principal de Toluca en el año de 1851.

Estos fueron los Teatros que tuvimos en Toluca, en la actualidad se han tenido espectáculos, así como, eventos gubernamentales en el majestuoso Teatro Morelos, construido en la administración del licenciado Juan Fernández Albarrán e inaugurado días antes de finalizar su mandate estatal con la visita de un ballet ruso, en donde todo Toluca se dio cita a este evento, no dejando de mencionar que la historia de los edificios es tan breve, y más cuando no se respeta su carácter arquitectónico, como lo fue también en su momento el Teatro Municipal (cine Coliseo).

Fuente: Gustavo G. Velázquez.


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Gerardo R. Ozuna

Toluca: Rescatando identidad