Hoy hablaremos de la Catedral de Toluca

DigitalMex - Periodismo Confiable

Publicado en Opinión

Hoy hablaremos de la Catedral de Toluca

Lunes, 31 Julio 2023 03:10 Escrito por 

Hoy hablaremos de una pequeña parte de la historia de un gran referente e icono de nuestra capital, la Catedral de Toluca.

Los antecedentes históricos de la catedral de nuestra Toluca, tacita de plata con olor a sacristía (Enrique Carniado); van a la par con los primeros pasos de la evangelización en esta región.

Debido a que no se cuenta con documentos suficientes que nos den la fecha exacta de esos acontecimientos utilizaremos dos aristas históricas; la oral y la escrita.

En la primera, que fue trasmitida de generación en generación y quedó en la memoria de los habitantes de la zona, se conservaron fechas muy cercanas a la conquista española, es decir, a los días de la toma de Tenochtitlan por los ejércitos al mando de Hernán Cortés (1521-1522).

Las primeras personas que recordaban esos sucesos declararon en 1603, que vivían en poblaciones cercanas a Toluca o en esa misma villa. Todos ellos eran niños o adolescentes cuando llegaron los españoles.

Presenciaron la ceremonia en la que los descendientes del cacique toluqueño, Cachimaltzin, junto con otros principales y aun mucha gente común, recibieron las aguas bautismales de manos de un religioso que acompañaba a Hernán Cortés. Finalizada la ceremonia, Cortés procedió a designar gobernador de Toluca a Tochcoyotzin, cuyo nombre cristiano fue don Fernando Cortés, y se le conoció como don Fernando Cortés Indio. También dio vara de alcalde y de regidores a algunos principales.

Con estos hechos la provincia de Toluca quedó sometida espiritual y civilmente a los nuevos conquistadores. Los testigos que declararon en el año de 1603, expresaron que de inmediato se procedió a edificar una capilla dedicada a Nuestra señora de la Asunción, en la que se daban los servicios religiosos hasta que empezó a construirse el convento franciscano. Suponemos que la capilla de la Asunción fue después lo que hoy conocemos como el santuario de Tecaxic. El convento franciscano se construyó en el área de los actuales portales, incluyendo la catedral de Toluca.

 

catedral toluca construccionInicio de la construcción de nuestra Catedral de Toluca

 

La segunda fuente, documentos escritos por religiosos o funcionarios civiles, proporciona fechas más tardías. Fray Jerónimo de Mendieta, cronista franciscano del siglo XVI. Menciona los años de 1529 a 1531 como el lapso posible para la fundación del convento toluqueño. En otra alusión al mismo cronista, seguido o copiado por Nicolás León escritor de principios del siglo XX, anota la fecha de 1550 y se dice que el convento de Toluca fue fundado por fray Andrés de Castro, quien llegó a la Nueva España en 1540 y se dedicó a la evangelización en la región matlatzinca.

En la segunda mitad del siglo XVI, la labor evangelizadora cobra fortaleza, se erigen capillas, templos, monasterios; los religiosos han aprendido las lenguas indígenas propias de la región, han recopilado vocabulario y escrito gramáticas, además de los indispensables manuales de doctrina y de cómo confesarse. La clase gobernante indígena estaba ya compenetrada de su papel dentro del nuevo mundo religioso y político. En cada visita de personajes importantes tanto civiles como religiosos, el grupo gobernante indígena, encabezado por el gobernador, alcaldes y regidores, ocupaban un sitio especial en las ceremonias. Al parecer, a lo largo de estos años, el convento franciscano sufrió modificaciones porque al finalizar el siglo XVII, se anotó que aún quedaba en pie la iglesia de la Tercera Orden.

El siglo VIII se inicia con el aumento del número de religiosos en la provincia del Santo Evangelio y por ende, en Toluca. En las visitas pastorales se elogian las actividades apostólicas de los frailes, a pesar de que contaban con escasos recursos. Igualmente ocupaban lugar especial pías tanto de eclesiásticos como de laicos. Con el auge se incrementó el número de construcciones religiosas y de feligreses, al grado de que la provincia del Santo Evangelio tuvo que ceder territorio, construcciones y frailes a los obispados de Puebla y México.

En el siglo XIX, en la ciudad de Toluca, y especialmente en sus edificios religiosos, se padecen las vicisitudes políticas que originaron el nacimiento y desarrollo de la República Mexicana.

Varios terrenos propiedad del convento franciscano fueron segregados para dar cabida a construcciones civiles. En los años de 1832 a 1836, las construcciones que circundan el convento por sus lados sur y poniente fueron derivadas para que José María González Arratia iniciara la construcción de los emblemáticos Portales Toluqueños.

En esos años disminuyó el número de sacerdotes. En 1840 sólo quince religiosos habitaban el convento y la ciudad contaba con 12 mil habitantes. Al llegar la década de los sesenta, de la estructura del convento solo quedaban la biblioteca, el refectorio y la cocina. Veinte años después, es decir en 1880, sólo residían en el convento seis religiosos, número insuficiente para atender la población, a pesar de la ayuda del clero diocesano y de las otras órdenes religiosas como mercedarios y carmelitas. La carencia de pastores de alma era mucha.

Durante la guerra de Reforma y la intervención francesa, las construcciones monacales sufrieron graves deterioros: cuando los liberales ocuparon el templo parroquial de San Francisco, el general conservador Miguel Miramón bombardeó el edificio causándole graves daños. Una vez que cayó el imperio, en 1867, el padre Merlín determinó demoler lo que quedaba del convento. En esa ocasión se trasladó la sacristía a la capilla de la Tercera Orden, lugar que sirvió de parroquia durante algunos años. El 11 de mayo del mismo año se colocó la primera piedra de lo que sería con el tiempo la catedral de Toluca. Los trabajos se iniciaron por el lado suroeste, junto a la puerta de la Tercera Orden. Francisco Morales, maestro de obras, fue el encargado de la nueva construcción. Al inicio de la década de 1870, el padre Merlín mando edificar veintisiete arcos del portal conocido hasta hace algunos años como “del padre Merlín”, y actualmente como Portal Reforma. Fue necesario derribar algunas casas, y dichos arcos se terminaron en 1879.

 

catedral toluca interiorInterior de la Catedral / Fachada de la Tercera Orden

 

Los vecinos de la ciudad encabezados por el señor Jacinto Sánchez, organizaron una junta para recaudar fondos y continuar con la obra de la ansiada catedral. Los trabajos se reanudaron el 11 de junio de 1875. El padre Merlín continuó con sus labores y el 9 de enero de 1887 entregó la parroquia a fray Antonio Medina, quien se encargó de ella hasta el año de 1891. En 1890 falleció el padre Merlín, debido a su fallecimiento, las obras de construcción se suspendieron. Solo se encuentran noticias históricas de que Fray Antonio de Medina fue sustituido por José María Muñoz, quien atendió la parroquia hasta el año de 1897.

Al iniciar el siglo XX se despide al último fraile franciscano que atendió la parroquia tolucense: fray Sebastián de Aparicio Cedillo. Con él termina la labor de los franciscanos. Después, el clero secular se encarga de sustituirlos. El presbítero don Melesio Rodríguez fue el primer sacerdote secular, tomó el cargo de cura interino el mes de abril de 1903 y posesión como cura propio el 20 de mayo de 1907. Continuó con sus labores hasta el año de 1910 cuando fue sustituido por el también presbítero don Manuel Tremendo quien estuvo en el cargo solamente un año, hasta el 17 de febrero de 1911.

El siguiente párroco fue el presbítero don Vicente Chaparro quien en el corto periodo de su administración (1911-1914), logró reformar la capilla de San Antonio. Su sucesor fue el padre don José del Refugio López Martínez (3 de diciembre de 1914 al 6 de noviembre de 1929). Durante esta administración tuvieron lugar los movimientos armados de la revolución y, años después, la Guerra Cristera. Por estos sucesos no fue posible continuar los trabajos de la catedral. Sin embargo, en esta época surgieron nuevas organizaciones seglares como la Liga Católica de la Ciudad de Toluca, organizada por el señor Francisco Romero Vargas; su principal actividad consistió en recaudar fondos para las obras catedralicias. Esa junta se integró de la siguiente manera: presidente, el párroco de la ciudad de Toluca, ya conocido esos años como el padre Lopitos, como vicepresidente quedó fray Joaquín del Carmen; como secretario el presbítero Gonzalo de María Campos, encargado del Templo de la Santa Veracruz; como tesorero fungió el señor Francisco Romero; como primer vocal, el presbítero encargado del Templo de San Juan de Dios (hoy señora de Santa María de Guadalupe; y como segundo vocal el sacerdote encargado del templo de San José El Ranchito.

Las autoridades eclesiásticas en el exilio, y la mitra de la ciudad de México, vieron con buenos ojos las actividades de la liga, pero no pudieron dar el permiso oficial, debido a la situación imperante en el país que trajo como consecuencia la persecución del clero, el destierro de obispos y sacerdotes, y la clausura de seminarios.

A pesar de la crisis, el padre Lopitos logró interesar a muchas personas en la labor de reconstrucción de la mayor iglesia de Toluca; como la conocida familia Cortina, quien con sus propios fondos construyó la capilla de la Virgen de Guadalupe. En 1929, el padre López fue trasladado a otra parroquia.

Por lo anterior, el nuevo encargado de la iglesia de Toluca fue el padre Luis G. Gomar; en su tiempo únicamente se pudo reparar la azotea del cuadrante y el comulgatorio de la parroquia. Al parecer, en cuatro años no hubo nombramiento de párroco. El 20 de junio de 1933 llegó a Toluca el presbítero don Manuel J. Martínez quien ocupó el cargo hasta el 2 de febrero de 1935. Durante su administración se arregló el archivo y se construyó el altar del Santo Cristo de Agonía.

En estos años, los nombramientos de párrocos fueron por breve tiempo. De 1935 a 1937 ocupó el cargo el presbítero don Rosendo Rodríguez, quien logró edificar dos salones ubicados detrás del ábside, uno para conferencias eclesiásticas y otro para los círculos de Acción Católica. En los tres años siguientes el nuevo párroco fue, don Vicente Salazar, de precaria salud, edificó un foro para presentaciones teatrales.

Al inicio de la década de los 40, el nuevo párroco, fue el presbítero don José Vivas, con el apoyo entusiasta del arzobispo de México, don Luis María Martínez, reinicio los trabajos de construcción; se cubrieron las bóvedas de dos capillas del lado izquierdo y se completaron sus muros. También se inició la construcción de la casa habitación para sacerdotes, de acuerdo con el proyecto del arquitecto Adrián J. Gidubini, en el que se contemplaba derribar la antigua construcción de esas habitaciones. Sin embargo, y a pesar del entusiasmo de los habitantes de Toluca, las obras se detuvieron. El siguiente párroco, el presbítero don Arturo Vélez Martínez, originario de Atlacomulco, México, continuó con los trabajos hasta su terminación, aunque ya en su calidad de obispo. Don Arturo fue párroco de 1948 a 1951 y obispo del lugar de 1951 a 1980. Falleció en el año de 1989.

El padre Vélez se ocupó de llevar a cabo los trámites correctos que imponía la nueva legislación mexicana con respecto a los edificios religiosos. Autorizado por la oficina de Patrimonio Nacional, obtuvo el permiso para introducir los materiales de construcción para la catedral en aquellos edificios arrendados por el gobierno federal, utilizando entradas por el Portal Reforma y por la calle de Belisario Domínguez (otrora calle de la Concordia y Porfirio Díaz). También logró que la oficina Federal de Hacienda en el Estado de México entregará formalmente los locales arrendados a particulares. Otras dependencias gubernamentales como la Secretaría de Hacienda y la Oficina de Bienes Nacionales expidieron sus respectivas autorizaciones en agosto y octubre de 1948.

Por su parte, la Dirección de Gobernación del Estado de México, la Secretaría General del Estado de México, así como la Comisión Técnica de Arquitectura, autorizaron la reanudación de las obras siempre y cuando se respetaran los valores artísticos y religiosos. Las autoridades federales, como las estatales, coincidieron en permitir la recaudación de fondos para terminar la obra.

La primera colecta diocesana fue un éxito y hasta la parroquia más pobre cooperó. Se pidió que cada persona diera por lo menos un peso. Desde entonces se estableció una tasa especial en todas las parroquias; por bautizos se debería cobrar un peso más, destinado a la catedral; por matrimonios 25 pesos más.

En 1954, el obispo Vélez, en una carta pastoral comunicó a sus fieles la intención de que todos los últimos domingos del mes de mayo de cada año, fueran día de la catedral y su colecta, destinada a su construcción, para que las oraciones vayan por el bien de la iglesia y para que se haga una colecta especial para los gastos de esa obra.

Una vez consagrada la catedral y en funciones por el primer obispo, las labores pastorales se intensificaron en toda la diócesis. Geográficamente, el área correspondiente al obispado de Toluca era enorme; la población también había aumentado, por lo tanto, hubo que subdividir el vasto territorio en dos obispados; Ciudad Altamirano y Atlacomulco. Si estúdiesenos las divisiones políticas hechas a través del tiempo, podremos entender los problemas a los que han tenido que enfrentarse los obispos y demás autoridades eclesiásticas a partir de monseñor Arturo Vélez, él y sus sucesores dependen de la herencia geográfico histórica de la división territorial eclesiástica.

Los primeros esfuerzos durmieron por años, sin que nadie se atreviera a continuarlos, casi un siglo después, la figura gigante de aquel pastor emprendedor y arrojado, S.E. monseñor Arturo Vélez Martínez, surge entre los pretéritos trozos de la catedral para aceptar el reto. Gracias a su celo entusiasta y decidido, y con la afortunada intervención del célebre arquitecto Vicente Mendiola Quezada, se hizo realidad un sueño centenario. Más tarde, sería el afable y entregado gobernador del Estado, don Juan Fernández Albarrán (Juan del diablo), quien, buscando la armonía arquitectónica en el centro de la ciudad, llamó al mismo arquitecto y encomendó la construcción de los edificios gubernamentales que hoy en día rodean a la recién remodelada Plaza de los Mártires.

Cabe agregar que también que monseñor Vélez Martínez tramito y consiguió por medio del filantrópico y conocido matrimonio toluqueño de doña María de la Luz Pliego Sánchez de López y don Santos López Rodríguez le donaran la Hacienda la Garcesa para construir donde hoy está instalado el Seminario Conciliar de Toluca.


Visto 1601 veces
Valora este artículo
(0 votos)
Gerardo R. Ozuna

Toluca: Rescatando identidad