23 de mayo de 1929: La brutal represión que dio origen al Día del Estudiante y a la autonomía universitaria.

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23 de mayo de 1929: La brutal represión que dio origen al Día del Estudiante y a la autonomía universitaria.

Viernes, 23 Mayo 2025 00:00 Escrito por 
Ecos del pasado Ecos del pasado Juan Manuel Pedraza Velásquez

Cada 23 de mayo en nuestro país, las escuelas de educación media básica, media superior y superior conmemoran el Día del Estudiante. Un momento de reflexión en el que muchos planteles fomentan la convivencia escolar mediante paseos, ceremonias cívicas, convivios, kermeses, o bien reflexionando y analizando la historia de este día dentro del aula. Pese a que los 23 de mayo son un día de alegría, introspección y ocio en gran parte de las escuelas del país, es importante recalcar que el origen de esta conmemoración se enmarca en medio de un movimiento estudiantil y de una feroz represión.

Para analizar este trágico evento es necesario situarnos en un contexto histórico. El 22 de septiembre de 1910, en el ocaso del Porfiriato, se inauguró la Universidad Nacional de México, en aquel entonces adscrita a la Secretaría de Instrucción Pública. Al ser una dependencia de gobierno, la universidad y sus autoridades dependían en gran medida del Secretario de Instrucción, quien era el encargado de elegir al rector, cambiar los planes de estudio y, en ocasiones, situar a gente de su confianza dentro de la burocracia universitaria. En estos procesos, el presidente de la república tenía un papel fundamental, puesto que daba el visto bueno respecto a las decisiones de la universidad.

En el año de 1929, gran parte de la normativa porfirista prevalecía aún. Los estudiantes plantearon algunas reformas para hacer el funcionamiento de la universidad más eficaz; sin embargo, una iniciativa del rector echó por tierra todo esfuerzo. En febrero de 1929, bajo el rectorado de Antonio Castro Leal, se implementó una reforma que modificaba el sistema de exámenes profesionales de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. Además, dicha propuesta aumentaba un año más los estudios de preparatoria entre los alumnos.

El 20 de febrero de 1929 se dio a conocer el nuevo sistema de exámenes profesionales: en lugar de hacer un examen oral de conocimientos, los estudiantes deberían realizar tres exámenes escritos a lo largo del curso con un cien por ciento de asistencia obligatoria. Lo anterior generó descontento, ya que para muchos alumnos era imposible cubrir la totalidad de asistencias, pues trabajaban o bien venían del interior de la república. Los estudiantes de la universidad solicitaron un diálogo con el presidente Emilio Portes Gil y con el rector, pero éstos no accedieron.

Los estudiantes sólo tuvieron breves reuniones con Daniel Cosío Villegas, en ese entonces secretario general de la universidad, y Ezequiel Padilla, secretario de Educación, mismos que no accedieron a las peticiones de los alumnos. Un 5 de mayo de 1929, alumnos de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales ocuparon el edificio en protesta por la negativa del rector y abuchearon a éste cuando llegó a dar su clase. Dos días después, con la anuencia del presidente, el rector clausura las instalaciones de la Facultad de Derecho debido a las protestas estudiantiles. Los siguientes días, los estudiantes fueron organizándose en comités para tratar de obtener un diálogo con el rector y el presidente Portes Gil.

Portes Gil tomó la decisión de respaldar las reformas y al rector Castro Leal, manifestando que “el gobierno de la República tiene como primer deber mantener el orden y en tal concepto, todas las faltas, alteraciones del orden público o de las que cometan los estudiantes huelguistas, quedarán sujetas a los reglamentos de policía y leyes penales”. Sin embargo, estas declaraciones no impidieron que el movimiento creciera e incluso se expandiera a la Facultad de Medicina y a la Escuela Nacional Preparatoria. Asimismo, el presidente acusó a los líderes de politizar el movimiento, ya que dos de ellos, Alejandro Gómez Arias y Salvador Azuela, apoyaron explícitamente la campaña de José Vasconcelos para la presidencia de la república.

El 16 de mayo, los comités estudiantiles de huelga se organizaron y aprobaron un proyecto de reformas afines a los intereses del alumno. El proyecto consistió en presentar dos períodos de exámenes al año en lugar de tres, con un 50% de asistencia en el primer período y un 76% en el segundo. Aunque razonable, esta decisión fue rechazada por Castro Leal. El gobierno no iba a ceder ante unos estudiantes “revoltosos”.

Un 23 de mayo culminó el conflicto estudiantil. Los estudiantes fueron violentamente reprimidos por fuerzas públicas; en la represión hubo violencia, desalojos, enfrentamientos entre estudiantes y policías. Los edificios de la Secretaría de Educación Pública y las facultades de Derecho y Medicina presentaron daños debido a las refriegas. Muchos manifestantes fueron reprimidos con chorros de agua lanzados desde las bombas de agua “Chapultepec” y “Coahuila”. Por la tarde, Manuel Puig Casauranc, jefe del Departamento del Distrito Federal, ordenó el cese de la represión e incitó al diálogo.

Ante la violencia perpetrada por las autoridades, muchos profesores y directivos renunciaron, entre ellos Narciso Bassols, director de la Facultad de Derecho. Posterior a los eventos violentos, los estudiantes presentaron una serie de peticiones al presidente, entre las cuales estaba conmemorar cada 23 de mayo el Día del Estudiante. A su vez, el presidente Portes Gil presentó una propuesta donde se le otorgaba la autonomía a la Universidad Nacional. Las propuestas fueron aceptadas por ambas partes. Finalmente, un 10 de junio de 1929 se publicó la Ley Orgánica de la Universidad Nacional de México, que otorgó autonomía a la institución y limitó la participación del gobierno en la administración de la universidad.

A partir de ese momento, la Universidad Nacional pasó a convertirse en Universidad Nacional Autónoma de México, misma institución que es la máxima casa de estudios del país y la cual prevalece hasta nuestros días. Gracias a este movimiento, en ocasiones ensombrecido por otros movimientos estudiantiles, la UNAM gozó de un modelo educativo autónomo y en todo el país se comenzó a evocar el Día del Estudiante. El modelo de autonomía universitaria pronto comenzó a replicarse en varias universidades de los estados.

Cada 23 de mayo se nos presenta un momento de reflexión, que nos permite analizar el papel del estudiantado en nuestros días, así como la importancia de los movimientos estudiantiles dentro de la historia de la educación. Hoy en día los estudiantes enfrentan muchos retos para cumplir su papel como alumnos dentro de la sociedad; no obstante, el gobierno de la república debe tener siempre en cuenta que el grado de avance o atraso de un país se mide por su educación, lección que nos dieron los estudiantes de 1929.

Por Juan Manuel Pedraza, historiador por la UNAM.

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