¿Qué cambios trajo la Revolución Mexicana? Un análisis a 115 años de su inicio
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Publicado en Opinión

¿Qué cambios trajo la Revolución Mexicana? Un análisis a 115 años de su inicio

Viernes, 21 Noviembre 2025 00:05 Escrito por 
Ecos del pasado Ecos del pasado Juan Manuel Pedraza Velásquez

El 20 de noviembre de 1910, Francisco I. Madero convocó a un levantamiento armado para acabar con la tiranía, el autoritarismo y la opresión de la dictadura de Porfirio Díaz. Sin saberlo, Madero dio inicio a un largo proceso que trajo consigo una transformación nunca antes vista en el país. Muchas estructuras sociales, políticas y económicas cambiaron de forma trascendental, dando origen al nacimiento de una nueva clase política y militar emanada de este conflicto revolucionario.

Sin embargo, en fechas recientes se ha popularizado una visión neoconservadora que afirma que la Revolución no fue tal, que fue una simple “matanza por el poder”, que no hubo muchos cambios y que la Revolución fue un escollo en el gran progreso económico del Porfiriato. Esta versión, tristemente, se ha popularizado en redes sociales y en medios de comunicación que dan espacio a este tipo de “divulgadores” que solo tergiversan la historia, contaminándola de sus opiniones políticas y sus gustos personales, despojándose de toda neutralidad y sentido crítico.

Aunque fue un proceso iniciado hace más de 100 años, al mexicano estudioso de la historia le es permisible preguntarse: ¿qué cambió realmente la Revolución Mexicana? Con base en un análisis rápido de este proceso histórico, se pretenderá dar respuesta a esta interrogante. Cabe aclarar que el presente escrito no pretende ser una defensa férrea del proceso revolucionario ni sugiere tampoco un ataque directo a Porfirio Díaz. Comprender la historia nos ayuda a vislumbrar el presente, y este análisis pretende solamente eso: ayudar a comprender qué aspectos del pasado son vitales incluso en la actualidad.

Lo primero que hay que destacar es que, pese a los logros económicos, el progreso industrial y el creciente reconocimiento internacional, el régimen de Díaz vivió una profunda crisis política, económica y social a fines de la década de 1900. El estancamiento político, el servilismo, el envejecimiento de su gabinete, aunado a las crisis económicas, la miseria y el despojo que se vivía en los campos, fueron el caldo de cultivo perfecto para que estallara una revolución social y política de proporciones colosales y para que millones de campesinos y trabajadores integraran los contingentes insurrectos.

Pese a que no hay un consenso claro sobre las fechas de “inicio y término” de la Revolución Mexicana entre historiadores y científicos sociales, ninguno niega la importancia histórica de este proceso en el devenir de nuestra nación. Y, si bien este proceso no solucionó todos los problemas del país, ni acabó con la corrupción ni llevó al máximo las reformas sociales, es innegable que, posterior a este, se vislumbró una serie de transformaciones que cambiaron por completo la dinámica política, social y económica del país. Muchas de estas transformaciones aún siguen estando latentes en nuestro presente.

Uno de los cambios más visibles fue la nueva carta magna procedente de las luchas revolucionarias: la Constitución de 1917. En ella no solamente quedó explícito un nuevo sistema político, sino que se cimentaron las bases del moderno Estado mexicano. El poder de la Iglesia católica, fortalecido en el Porfiriato, se vio mermado y, por primera vez, se dio una regulación del trabajo a través del artículo 123, estableciendo el derecho a huelga, a la sindicalización, la seguridad social y, sobre todo, a una jornada máxima de ocho horas, estableciendo las obligaciones de los patrones con sus trabajadores.

También es necesario recalcar que uno de los principales cambios que trajo la Revolución fue el fin de la dictadura de Díaz y la apertura de un nuevo sistema político. Aunque los gobiernos posrevolucionarios dieron apertura a la participación de muchos intelectuales, clase media y representantes de las clases populares, es casi incuestionable que esto promovió la creación de una nueva clase política que, poco a poco, fue adaptando el sistema a las necesidades del momento o a las del grupo político en el poder. Esto último tuvo su punto más álgido en 1929 con la creación del Partido Nacional Revolucionario (PNR), antecesor del actual PRI, partido que dominó la política mexicana por 71 años.

Asimismo, la educación fue otro de los rubros donde hubo reformas importantes. El artículo 3° no solo aseguraba el derecho a la educación, sino que alejaba a la Iglesia católica de las aulas públicas y decretaba su gratuidad. Posterior a la década de 1920, iniciaron varias campañas de alfabetización y la cobertura de escuelas se amplió en toda la república. Para la década de 1950 el cambio ya era visible al existir más mexicanos alfabetizados, dejando atrás la escasa educación que había en el régimen porfirista.

Uno de los elementos por los cuales millones de campesinos se adhirieron al Plan de San Luis de Madero fue la promesa de restituir la tierra a sus legítimos propietarios. En un régimen donde el despojo y el robo a pequeños propietarios estaban casi reglamentados, luchadores sociales como Emiliano Zapata tuvieron un gran seguimiento de las masas campesinas. Si bien no se inició la restitución de tierras de manera inmediata, esta se fue dando con el paso del tiempo, llegando a repartir millones de hectáreas, siendo el gobierno de Lázaro Cárdenas el período presidencial donde se inició esta transformación.

Asimismo, la soberanía sobre nuestro territorio y sobre sus recursos naturales quedó expresada en el artículo 27. En años posteriores, los gobiernos usaron esta política nacionalista como base de un discurso que formó parte de las bases del moderno Estado-nación. Con el paso de los gobiernos, se llegó a nacionalizar industrias de vital importancia como la de transportes, acero, industria eléctrica y petrolera. Aunque con la llegada de los tecnócratas nuevamente se dio apertura para la privatización y la explotación inmisericorde de los recursos mexicanos a manos de corruptas empresas extranjeras.

Los anteriores fueron solo unos cambios que trajo la Revolución Mexicana en nuestro país, que, si bien no tocaron de fondo la totalidad de los problemas sociales y propiciaron el surgimiento de una clase política nueva que, a la postre, dominó el país de una forma casi autoritaria, es indiscutible que este proceso favoreció una serie de innovaciones que nunca antes se habían experimentado en nuestro país.

La Revolución es y seguirá siendo uno de los procesos históricos más estudiados por la historiografía; no obstante, aún en la actualidad genera rencores en una élite que se vio perjudicada por dichas reformas. Ante estas versiones, el historiador debe caminar sereno en un terreno minado, sin caer en anacronismos, parcialidades, discursos de odio o sesgos de información. La Revolución fue un proceso que, inevitablemente, produjo una de las transformaciones más importantes de nuestra época contemporánea; no obstante, siempre debe ser visto desde una postura crítica en aras de comprender de mejor forma nuestro pasado histórico.

Por Juan Manuel Pedraza, historiador por la UNAM
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