"Salimos por 60 pesos"; crónica por el corazón cerrado de #Toluca

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"Salimos por 60 pesos"; crónica por el corazón cerrado de #Toluca

Viernes, 08 Mayo 2020 17:06 Escrito por 
"Salimos por 60 pesos"; crónica por el corazón cerrado de #Toluca Foto: Filiberto Ramos

Toluca/Estado de México

Lo que saca a Esteban a diario de su cama y echar bola, todas las que puedan y le caigan, es para pagar la renta, llevar para frijoles y seguir sobreviviendo un día a la vez. Sí, porque en días de Covid-19 no se puede planear más allá del lunes al martes y del miércoles al jueves.

Más porque Esteban trabaja desde hace 16 años en el corazón de Toluca. Pero hace dos semanas el corazón de la ciudad fue cercado con vallas metálicas.

—¿Cuánto por boleada? —20 pesos y solo echo tres.

"Venimos solo por sesenta pesos, es lo que puede salir", reprocha el bolero de la ciudad. El Covid provocó, como en todo, que Esteban solo lustre tres pares de zapatos al día, cuando su cuota era de 12 y con propinas.

El corazón cerrado de Toluca, luce sus pisos en mosaico limpios y sanitizados en los Portales. Antes de los tiempos de Covid, los miles de pies no dejaban ver su reflejo y cada noche se debían despegar docenas de chicles de sus pisos.

Allí, en la esquina del Andador Constitución y Miguel Hidalgo, el rincón de los mariachis, el único abierto es el puesto de revistas.

Allí, cabizbajo, sentado sobre un banquito despacha a nadie un joven solitario. Las ventas van de pocas a nulas, porque también los toluqueños ya padecen de espanto con las cabezas periodísticas que hablan del Covid-19.

El otro puesto de revistas abierto en Los Portales, ingenió una estrategia para intentar vender, con una rejilla que sostiene con pinzas los ejemplares, ahora miran hacia afuera de Los Portales, para enseñar las noticias a las personas que pasan sobre Miguel Hidalgo.

Hasta hoy le ha funcionado para no cerrar. Aunque sean 20 los que las lean, es bueno, porque Los Portales fueron cercados y solo hay acceso en dos puntos para quienes pasan al cajero.

El corazón cerrado a diario es custodiado por Mari y un grupo de cadetes que se paran de siete a siete a un costado de las columnas recién pintadas.

María aparta su lugar con su mochila en la que lleva su lunch, por eso de la hora de comida.

"Me da miedo y me canso, pero ya me acostumbré", responde Mari, y lo dice porque es mamá de un pequeño al que teme a diario contagiar con Covid-19.

Porque el virus pude ir en su careta de plástico que trae puesta, en su cachucha y en los besos que anhela darle a su crío.

"Es triste ver así Los Portales", comenta la mujer que atiende la tortería La Barca, esa que abrió en 1950 y que el Covid está a punto de clausurar.

"Hay servicio para llevar pero es muy poco, ya solo estamos dos atendiendo", dice la mujer, pero así están todas las torterías, incluida su competencia La Vaquita Negra, que luce despoblada, sin esas filas esperando su despacho. No es la misma Vaquita a la que han llegado gobernadores, actores, incluso presidentes.

Pero el Covid lo puede todo, hasta clausurar a esos inmortales negocios de Los Portales.


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