Temascalcingo
Miguel Ángel Rodríguez Segundo, es originario de La Magdalena, municipio de Temascalcingo, es Otomí y desde hace 16 años se convirtió en uno de los mejores artesanos en tallar máscaras del Xita Corpus, que usan los habitantes de al menos 20 comunidades de la región, entre mazahuas y otomíes durante el Jueves de Corpus.
Se trata de una parte de la caracterización que emplearán habitantes de esta zona, quienes le bailan como ofrenda al Señor de la Coronación y San Miguel.
A Miguel no lo enseñaron a desarrollar la técnica para dar a las máscaras las facciones o expresión de los ancianos, aprendió observando a su abuelo, quien ya murió. Era el único que se dedicaba a esta actividad, quien se preparaba con mucho tiempo de anticipación para integrarse al grupo de danza.
Sin embargo, con el tiempo decidió que quería participar en esta festividad del 7 de junio, para ello los pobladores acuden previamente a recabar el “corta pollo”, que es el diezmo o limosna, lo que reciban será entregado ante los santos en la Parroquia principal de Temascalcingo.
Junto con la máscara, cada participante decide qué otros accesorios portarán, la ropa es elaborada con costales de ixtle, el mismo material con el que colocan el cabello, cejas y dientes de cada cara.
En sus huacales llevan petates, comales, trastes, acocotes, cazuelas, cobijas, redes, leña y muchas cosas más ya que según ellos se disfrazan de campesinos, obreros, arrieros, pescadores o un policía.
Hace 300 años, cuando los pobladores presumen que inició esta tradición, únicamente participaban hombres, el fin era pedir por la fertilidad o la lluvia, es decir, la prosperidad de la cosecha. Danzaban los campesinos, generalmente empleados de los hacendados de la región, incluso previo a esta fiesta iban caminando hacia el Bajío, a León o Querétaro, allá trabajaban algunos meses y regresaban a pedir por una buena cosecha.
Ahora también bailan mujeres, pero son cerca de 20 las familias especializadas en la producción de máscaras que van de los 20 centímetros de largo al metro de altura, la idea es que prevalezca del resto del atuendo.
El artesano Miguel en una temporada produce hasta 30 ejemplares los matices del rostro son terminados con una mezcla entre la pintura y el tepetate (tierra).
Gracias a las redes sociales su trabajo se ha difundido y a través de su página de Facebook Xita Coorpo, fue contactado para vender ejemplares a personas de Colombia, Francia, Argentina, Estados Unidos, los precios oscilan de mil 500 a 4 mil pesos.
Para llevar a cabo la festividad cada año no reciben apoyo del gobierno municipal, anteriormente comenzaron a abrir las puertas a las autoridades locales, confiaron en que se podría tornar en un atractivo turístico, pero les robaron sus piezas, algunas que entregaron en préstamo terminaron en manos de visitantes extranjeros a quienes el presidente municipal en turno les regaló sus piezas.
Por eso ahora optan por diseñar las máscaras para ellos y si es posible, hacer de la producción su negocio, porque ninguna es similar a otra, todas son consideradas artesanías de tallo de maguey que actualmente compran porque ya no es una región con producción de maguey para aprovechar.
“Es algo muy bonito que nos gusta y que sí ha pasado de generación en generación a los más jóvenes”.
