De cómo lograr que la economía crezca hacia abajo (nuevo “milagro mexicano”)

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De cómo lograr que la economía crezca hacia abajo (nuevo “milagro mexicano”)

Domingo, 28 Julio 2019 00:12 Escrito por 
De cómo lograr que la economía crezca hacia abajo (nuevo “milagro mexicano”) Los Sonámbulos

Según el credo económico de los paraísos de muy, pero muy largo plazo, el “crecimiento de la economía” permite generar más inversión y con ello más empleos, mejores salarios y, también, más competencia, más productividad y mejores precios para los consumidores, así como más capital humano, mejor preparado, además de, obvio, cero desigualdad y pobreza, etc., etc., etc.

Con esto, y con un gobierno en calidad de “vigilante trasnochado”, “el mejor de los mundos posibles” postulado por el Doctor Pangloss (“volteriano”), resulta en realidad el compendio de un vil desesperado del progreso y del bienestar, disfrazado de optimista.

Empero, el nuevo “milagro mexicano”, edificado a punta del desmantelamiento de las instituciones y la venta de garaje de los bienes públicos (Telefónos de México e Imevisión, hoy en manos de hombres Forbes, por ejemplo), consiste no en crecer hacia arriba (pleonasmo obligado para una mejor descripción, tratándose de economía mística), sino en crecer siempre hacia abajo, y en forma consistente conforme a los “fundamentos”.

De esa manera, todas las premisas de los falsos profetas respecto de su credo del “crecimiento económico” son, sin duda, todo un prodigio de contrariedades: no hay más inversión (salvo especulativa); no existe competencia y se confunde productividad con “productivismo” (de corte estalinista, nada humano) todo gracias a la monopolización de las actividades.

Tampoco hay más empleos pero sí mucha informalidad; los salarios, incluidos los de los “profesionistas”, van de la subsistencia a lo miserable (y además sin prestaciones sociales merced a los temibles outsourcings y la “flexibilidad laboral”); y en cuanto a los “mejores precios en bienes y servicios”, estos van de la usura y el abuso a la exacción casi brutal, un asalto casi en despoblado de no ser porque se perpetra en las narices de todos.

¿Hay más y mejor capital humano? Sin duda. Ahí están los millones de jóvenes que forman parte de la “Generación Fobaproa” (en jerga neoliberal, los llaman “millennials”, como para levantarles el ánimo frente a su desastroso presente que sólo les ofrece contratos desventajosos con sueldos miserables - cuando los hay- en condiciones de “esclavos”, con horarios casi estajanovistas, por no hablar de jornadas laborales propias de sistemas totalitarios, y casi sin descansos, menos prestaciones de ningún tipo).

¿El crecimiento del 2 por ciento durante los últimos casi 40 años ha reducido la desigualdad y atenuado la pobreza? No. Con todo la mediocridad que eso representa, podría hacerlo en buena medida, pero lo que ha generado es la concentración de la riqueza, no su redistribución.

En su último informe, OXFAM México dio cuenta de que la desigualdad aumentó “incluso entre los millonarios”: “Durante 2017, los magnates mexicanos Carlos Slim y Germán Larrea poseían el equivalente a la riqueza de 60 millones de personas en el país”, (un insulto al “crecimiento” supuestamente “canónico” y no tanto) pero “Para 2018, Slim rebasó de tal forma a Larrea en la lista de billonarios de Forbes, que llegó a concentrar él solo la misma fortuna que la mitad más pobre de la población”.

“El presidente de Grupo Carso posee, de acuerdo con la lista de Forbes, 67 mil millones de dólares, 12 mil millones más que en 2017. Sus activos financieros y no financieros crecieron en tal magnitud, que para 2018 se ubicó en una posición dominante respecto al resto de los millonarios de México: es cuatro veces más rico que Larrea, que es el segundo mexicano más rico en la lista. En contraste, la mitad de los mexicanos posee 66 mil millones de dólares”.

Eso resume el credo del “crecimiento económico”, cuyas ideas pueden parecer más nobles que las del pesimismo panglossiano, donde todas las desgracias e infortunios suceden para bien, incluso la generación de más de 54 millones de pobres mexicanos, pero sus resultados son realmente infames, impresentables e indefendibles.

Por otro lado, apostar únicamente al “desarrollo”, logrado mediante las clásicas “dádivas” o “compensaciones sociales” para mantener encendido al menos el motor de la economía interna, como cree el presidente Andrés Manuel Lopez Obrador, es igual que el “crecimiento económico” de sus adversarios, con sus falsos e idílicos falansterios.

Ninguna transformación se puede lograr con eso y los responsables de impulsarla lo saben. Extirpar los resortes que fomentan la concentración de la riqueza y como consecuencia de esto, la desigualdad y la pobreza, requiere de lances realmente audaces y radicales (combate a la evasión fiscal de monopolios y de grandes corporaciones, controles a la “economía de casino” o especulativa con impuestos a las transacciones financieras, etc.), siempre con visión de Estado.


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Jesús Delgado

Los sonámbulos