De la operación Sheraton a las marchas en Chile… ¿Y AMLO?

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De la operación Sheraton a las marchas en Chile… ¿Y AMLO?

Domingo, 03 Noviembre 2019 00:10 Escrito por 
De la operación Sheraton a las marchas en Chile… ¿Y AMLO? Naturismo y salud

Desde los tiempos de las dictaduras de los años 70 de América Latina a las manifestaciones pacíficas de Chile y la voluntad popular en las urnas a favor de gobiernos de izquierda o democráticos, la represión y las asonadas de los neoliberales siguen siendo las mismas, como lo demostró la agresión contra su pueblo ordenada por el dictador con traje de casimir Sebastián Piñera.

La operación Hasta el Tope, en la que se insertó la operación Sheraton, que en 1989 llevó a cabo la guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) en El Salvador y puso a ocho mil combatientes en las calles de la principal zona residencial de la capital e instalaciones de consorcios millonarios, obligó al mundo a voltear a ver la problemática de injusticia que se vivía en esa nación pero sobre todo forzó al gobierno a sentarse a negociar con una guerrilla con demandas populares hasta esa fecha ignoradas en detrimento de la calidad de vida de la población ante el enriquecimiento de una oligarquía mezquina.

Estaban cerca los años del fin de las dictaduras militares en América Latina y pronto caería Pinochet después de que en Chile, como resultado de la sangrienta represión, se cultivara una nueva experiencia guerrillera que trascendió del Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR) al Frente Patriótico Manuel Rodríguez que no convenía ni al capitalismo local ni al imperio de los grandes consorcios de Estados Unidos. Pinochet era ya un estorbo ante la descomposición social que llevaría a una guerra civil en un corto tiempo.

El imperio comprendió que en América Latina las dictaduras tenían que ser cambiadas por cierto grado de democracia y que los trajes militares debían ser suplidos por trajes de casimir. Otras formas de someter y esclavizar más sutiles serían impuestas para que los pueblos sintieran que se daba un cambio que no era más que en apariencia para seguir iguales. Los millones de dólares que llegaban por debajo del escritorio a los dictadores se entregan hoy por agencias de ayuda humanitaria o de desarrollo legalmente reconocidas, pero con el mismo objetivo: desestabilizar gobiernos no afines a las grandes corporaciones y al imperio.

De la operación Sheraton que pretendió no sólo llamar la atención del mundo y de la ONU sino dar un mensaje al impero de que sus intereses comerciales y capitalistas podrían correr riesgo ante una desestabilización social, a las inéditas manifestaciones en Chile en contra del dictador con traje de casimir Sebastián Piñera, queda una experiencia a los pueblos de América Latina que anhelan un cambio sin armas que tendrán que convertirla en formas organizadas para hacerse escuchar e influir en una sociedad más justa. Piñera dobló las manos como lo hizo el gobierno de El Salvador en 1989 con la operación Sheraton y se camufla además de traje de casimir con una imagen de apertura que no le cambia la cara de represor.

Pero Piñera, pese a que corrió a todos sus ministros, no se ha ido y muchos como él están agazapados en el hemisferio alentados por organismos internacionales de supuesta ayuda humanitaria que les hacen llegar dólares desestabilizadores para dar el salto como gatos mansos y desplazar ya no digamos a gobiernos que llegaron con la bandera de izquierda sino a gobiernos democráticos que sí trabajan sin corrupción a favor de las mayorías.

La operación Hasta el Tope permitió a la guerrilla salvadoreña ocupar durante quince días los barrios más lujosos y acomodados de El Salvador. Esa acción puso los pelos de punta no sólo a la burguesía y al gobierno local sino a los consorcios capitalistas internacionales y al gobierno de Estado Unidos. En Chile, aunque mediante manifestaciones pacíficas, también se pusieron los pelos de punta y Piñera tuvo que destituir a todo su gabinete.

Sólo faltó él, quien se queda como una afrenta de la derecha más recalcitrante contra un movimiento genuino que no tuvo detrás partidos, ni consignas, ni guerrilla que lo respaldaran, sino al pueblo mismo.

Claudio Armijo, del ERP, recordó, según el diario El País aquel año, que “los combates en la zona de la colonia Escalón desestabilizaron al ejército pues no era lo mismo combatir en las colonias populares que en las grandes residencias, donde viven personas de influencia en el gobierno, eso desestabiliza…”.

“La ofensiva Sheraton de 1989 ha sido la operación guerrillera urbana más importante en la historia moderna de América Latina; fue a la vez el signo de una época en la cual cristalizaron los esfuerzos conjuntos de todas las organizaciones del FMLN”, citó El País. El FMLN demostró que era posible salir de las montañas para insertarse en las ciudades y pugnar por un cambio, Chile lo ha capitalizado con su megamarcha pacífica. Un parangón de fuerzas Sheraton-Chile.

Seguramente, en cuanto a movimientos pacíficos, las manifestaciones de Chile serán las más importantes conocidas hasta ahora en América Latina y marcarán un parteaguas si logran la salida del dictador con traje de casimir con lo que dejarán una gran experiencia en el fenómeno del pacifismo en comparación con la que dejó la operación Sheraton. Las nuevas guerrillas en América Latina seguramente ya no serán con armas. Las grandes corporaciones internacionales y los dictadores con traje de casimir que las solapan se la pensarán dos veces cuando ya organizados los movimientos sociales decidan no consumir sus productos, mediante convocatorias en redes sociales, como se intentó en México contra Kimberly Clark.

Las guerrillas de los años 70 buscaron impactar y poner en jaque los intereses de la burguesía y del Estado. En El Salvador, mediante su propio modelo de guerrilla, el FMLN capitalizó esa estrategia. Hoy, en que es difícil el regreso de las guerrillas, aunque una parte de las FARC volvieron a retomar las armas ante el incumplimiento del gobierno a los acuerdos de paz firmados en La Habana, los pueblos oprimidos por gobiernos corruptos tienen la opción de hacer cambios mediante la valía del voto ciudadano o, como en el caso de Chile, recurrir a protestas masivas o a amenazas como la del caso de Kimberly Clark de poner en juego los intereses capitalistas de una empresa de esa talla mediante la desobediencia civil pacífica al usar el boicot.

No son tiempos en lo que se desee el regreso de las guerrillas armadas, mucho menos en el país vecino del gran imperio, pero tampoco en los que se acepten las dictaduras, así sean las de traje de casimir que siguen promoviendo las fuerzas más oscuras que mezquinamente quieren un Estado que haga retroceder la historia como ocurrió con el criminal Pinochet.

¡Extra! ¡Extra!

Insisto, como lo planteó mi maestro y jefe (q.e.p.d.), Miguel Angel Granados Chapa, que México necesita un verdadero diario de izquierda. Este sexenio es la gran oportunidad y el presidente Andrés Manuel López Obrador y el pueblo lo necesitan. Un medio que no sólo informe sino que analice y explique al lector en qué condiciones y contexto se dan los hechos y su origen. No desde un punto de vista oportunista, mezquino y comercial, pues no se puede decir que se es de izquierda y al mismo tiempo que se es un medio comercial y que como tal se tiene que verse como empresa atropellando incluso los derechos de sus trabajadores como lo ha hecho la decrépita dirección de La Jornada, diario que perdió la oportunidad histórica de haber sido el baluarte de la prensa de izquierda en México. El presidente López Obrador requiere un medio (además de una TV y radio) que defiendan de manera analítica sus logros. No lo hay o no se ve y cuando deje la presidencia seguramente los embates en su contra serán tan agresivos o más como los que se dieron contra el ex presidente de Brasil Luis Inazio Lula da Silva, por lo que se requerirá de una prensa verdaderamente valiente, honesta y, sobre todo, combativa con un seria visión crítica de izquierda.

*Presidente de la ONG Franature


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Víctor M. Zendejas Orozco

Naturismo y salud