Disponibilidad hospitalaria, reducción de casos positivos, disminución sostenida de hospitalizados y un porcentaje de positividad al virus que debe ser reducido, son los factores que la Secretaría de Salud evalúa para que una entidad federativa cambie de color, en este caso del rojo al naranja, como se supone que sucederá a partir de hoy en el Estado de México.
Como seguimiento, los gobiernos estatales se comprometen a evaluar la vulnerabilidad comunitaria; identificar a personas en riesgo; reducir el riesgo de complicar y morir por Covid; detectar tempranamente a personas enfermas; otorgar un seguimiento estrecho; brindar una atención integral de la salud; realizar referencias oportunas para la atención; detectar, estudiar y controlar brotes comunitarios; dar soporte social solidario y continuar la atención general en salud.
Todo eso parece, y lo es, en la práctica, muy complicado. Quizá por eso este fin de semana ocho entidades –Baja California sur, Hidalgo, Jalisco, Oaxaca, Querétaro, Quintana Roo, San Luis Potosí y Yucatán- que estaban activadas al color naranja, regresaron al rojo.
El gobernador Alfredo Del Mazo anunció que, a partir de hoy, el Estado de México pasa al semáforo naranja y con ello el retorno a las actividades normales. Dijo que la entidad lleva cuatro semanas en las que ha disminuido la hospitalización de personas por Covid-19.
En estos momentos tenemos una ocupación de 45 por ciento y se han dado de alta a más de 23 mil personas que han recuperado la salud luego de estar contagiadas.
¿Qué implica el semáforo naranja?
Los estados que se encuentran bajo este parámetro pueden continuar con la reapertura de pequeños negocios, la industria manufacturera, los hoteles, restaurantes y centros comerciales, con un aforo máximo de 30 por ciento.
También representa la posibilidad de retomar servicios religiosos, realizar actividades físicas y deportivas al aire libre, pero siempre cuidando las medidas mínimas de seguridad y el aforo.
En el tema religioso, el arzobispo de Toluca, Francisco Javier Chavolla Ramos, informó que hasta el 19 de julio en su jurisdicción se reabrirán los templos para celebrar los sacramentos de la eucaristía, el bautismo, el matrimonio, la reconciliación, las exequias (siempre que sean de personas que hayan fallecido por una causa distinta al Covid-19) y las ceremonias de quince años, siempre cuidando que el aforo no sea mayor a 30 por ciento de la capacidad de templos y capillas.
El dirigente religioso recomienda a sus feligreses que no hagan fiestas o grandes reuniones. Pero ya sabemos que a los mexicanos ese tipo de recomendaciones nos vienen valiendo gorro, así que seguramente habrá comelitones, bailongos y reuniones masivas, porque la gente ya está urgida de regresar a su normalidad.
El arzobispo de Tlalnepantla, José Antonio Fernández Hurtado, hizo un anuncio en los mismos términos, pero pidió a sus feligreses, además, que personas vulnerables como adultos mayores, mujeres embarazadas y niños, así como personas con síntomas de enfermedades respiratorias se abstengan de asistir a los servicios religiosos.
Para que entendamos bien a bien de que se trata, les diré que una de las características principales de este plan –semáforo naranja- es que se basa en la atención primaria a la salud (primer nivel) e incorpora a promotores comunitarios, pobladores de las mismas comunidades, quienes apoyarán en tareas de prevención de la salud.
Eso significa que, de entrada, habrá muchísima más gente en las calles y aunque guarden las medidas mínimas de prevención, es previsible un incremento en los casos de contagio como ha sucedió en otras entidades y en otros países.
Ahora que el Estado de México avanza al semáforo naranja y que poco a poco regresaremos a la normalidad, es cuando más responsables debemos ser. Hay que extremar las medidas de precaución, los que pueden deben seguir en casa y los que deban salir a trabajar, podrán hacerlo guardando todas las medidas de prevención.
El cubrebocas llegó para quedarse y tardará mucho tiempo en irse, porque no podremos erradicar del todo al virus hasta que no se encuentre una vacuna eficaz.
Sólo como dato anecdótico le diré que del pasado 12 de abril a al 16 de julio, la cifra de casos de Sars-Cov-2 en niñas, niños y adolescentes en todo México pasó de 84 a 7 mil 847 en la actualidad, como muestra de que la pandemia está lejos de terminar, según información de la secretaría de Salud del Gobierno federal.
En esta medición destaca una vez más la incidencia y defunciones del Estado de México, sólo detrás de la ciudad de México.
¿Queremos llegar al semáforo verde? Entonces hay que cuidarnos.
