En la antesala del proceso electoral, en el Estado de México se aceitan las estructuras que van a operar esta elección tan peculiar, primero, porque por primera vez se competirá en un escenario de pandemia, cerrando la posibilidad de lo presencial y multitudinario y, segundo, porque será la evaluación ciudadana a los gobiernos morenistas, producto del efecto AMLO en 2018.
Iniciaré refiriéndome al PRI, partido que por décadas tuvo el control político del Edoméx; es sorprendente que las recientes elecciones no hagan entender a la cúpula del tricolor que es urgente renovar sus cuadros o seguirá en declive.
Y es que solo basta con echar un ojo a sus listados preliminares de candidatos a ediles, diputados locales y federales, para darse cuenta que siguen nombres de vieja artillería, desgastados y hasta caciques. Solo daré tres ejemplos: Gustavo Cárdenas, Miguel Sámano y Eduardo Zarzoza.
Si bien es cierto los tres personajes cuentan con sólidas estructuras, ya han desfilado por un sin fin de responsabilidades públicas hasta el cansancio por varios, varios años; con estas candidaturas, el mensaje es poco alentador para la incipiente militancia.
Poner a competir a los mismos personajes habla de dos cosas, los están mandando a perder o el PRI carece de liderazgos locales, luego de la fuerte desbandada que sufriera en los pasados comicios.
En cuanto a Morena, las divisiones al interior no se han hecho esperar; hay un fuerte jaloneo por obtener candidaturas o la preciada reelección, pues persiste en este partido la idea de que contarán con la misma suerte que en 2018 y se llevarán carro completo la próxima elección.
Sin embargo, casos negros como la aprehensión del alcalde de Zinacantepec, escándalos a nivel nacional como el del guerrerense Félix Salgado Macedonio, además del deficiente manejo de la pandemia, desprestigian duramente al partido del presidente de la República.
Finalmente, el panismo mexiquense, en manos de Enrique Vargas, está concentrado más en obtener un perfil de conciliación, en vías de las conocidas aspiraciones del huixquiluquense, que está por asegurar obtener nuevos territorios para el albiazul.
Así, se le ha visto a Vargas sentarse lo mismo con petistas que con perredistas y priistas, negociando posiciones a cambio de favores que planea cobrarse en un par de años.
