Bajo la sombra del León Naciente: la guerra que no cesa
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Publicado en Opinión

Bajo la sombra del León Naciente: la guerra que no cesa

Miércoles, 18 Junio 2025 00:00 Escrito por 
Inventario Inventario Jorge Olvera García

Israel ha comenzado a bombardear territorio iraní. Lo ha hecho con precisión quirúrgica y arrogancia estratégica, bajo el nombre de Operación León Naciente, como si las bombas fueran rayos del alba y no fuego que consume. Alega legítima defensa. Asegura que actúa para prevenir una amenaza nuclear. Pero lo cierto es que esta escalada —más que disuadir— empuja al mundo hacia un abismo, y su impacto rebasa con violencia el estrecho cerco de las relaciones bilaterales.

Es una guerra vieja con nuevos colmillos. Israel e Irán llevan décadas en una danza de sombras, un duelo entre inteligencia y milicias, sabotajes y represalias. Pero la línea que hasta hace poco separaba la guerra encubierta del enfrentamiento abierto se ha borrado. El ataque israelí del 13 de junio no es solo una provocación: es una apuesta por la supremacía regional, aun a costa de desatar una conflagración de consecuencias catastróficas.

Teherán ha respondido, claro. Misiles, drones, declaraciones de guerra. Y el ciclo se repite: cada ataque trae su espejo. Pero este nuevo capítulo no puede entenderse sin Gaza, sin Palestina, sin los escombros humeantes que cubren la Franja desde octubre de 2023. Porque en el corazón ideológico y político de esta ofensiva hay una constante: el uso de la narrativa de supervivencia para justificar la dominación.

Desde hace más de ocho meses, el ejército israelí ha arrasado Gaza con una brutalidad que ya ni las cancillerías más cautas pueden disimular. Hospitales, escuelas, campos de refugiados: todo ha sido reducido a polvo bajo el argumento de “erradicar a Hamás”. Más de 35 mil palestinos muertos, la mayoría civiles. Y cuando el mundo exige una tregua, Israel mira hacia Irán y lanza una nueva operación.

Israel se presenta como una democracia asediada. Pero ¿qué democracia necesita exterminar ciudades enteras para defenderse? ¿Qué democracia bombardea consulados en terceros países, viola sistemáticamente el derecho internacional y castiga a poblaciones enteras por crímenes individuales? Lo que vemos no es defensa, es colonialismo del siglo XXI con misiles inteligentes y silencio diplomático.

La comunidad internacional sigue dividida, paralizada o cómplice. Algunos gobiernos respaldan a Israel con un fervor ideológico que ignora los crímenes de guerra; otros callan para no incomodar aliados estratégicos.
Mientras tanto, Palestina sigue siendo el territorio donde se ensaya la impunidad, donde la vida vale menos y la muerte no indigna.

Hoy, Israel e Irán intercambian fuego abiertamente, pero es Palestina quien paga el precio más alto. Porque cada vez que el conflicto escala, se apagan aún más las posibilidades de una solución justa. Y porque en nombre de la amenaza iraní, Israel busca borrar del mapa a una nación sin Estado, a un pueblo sin ejército.

El “León Naciente” de Netanyahu no despierta seguridad. Despierta el fantasma de una región incendiada, de una humanidad dividida entre los que pueden defenderse con cohetes y los que solo pueden resistir con la dignidad. Criticar a Israel no es antisemitismo: es negarse a aceptar que la fuerza bruta se disfrace de derecho. Es denunciar que, en nombre de su propia historia, está escribiendo una de las páginas más oscuras del presente.

 

 

 

 

 

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