¿Resistencia ciudadana en México?
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Publicado en Opinión

¿Resistencia ciudadana en México?

Jueves, 04 Septiembre 2025 00:05 Escrito por 
Palabras al viento Palabras al viento Juan Carlos Núñez

México vive una paradoja política: mientras las encuestas muestran aprobación presidencial, la percepción ciudadana sobre seguridad, corrupción y economía se deteriora. En este contexto surge "La Resistencia", un movimiento que parece aspirar a redefinir la oposición política del país… si logra trascender las limitaciones tradicionales de la política partidista y de la apatía de las y los mexicanos.

Muchos de los ciudadanos viven una frustración latente y creciente, particularmente en áreas críticas como la seguridad pública, el combate a la corrupción y el crimen organizado. Este 1 de septiembre escuchamos el mensaje de la presidenta y me queda la impresión de ser un buen mensaje, sólo que no parece referirse a México, donde la realidad es muy distinta.

Entre la mayoría de ciudadanos predomina la percepción positiva de los programas sociales. El periódico El País publicó encuestas que indican que el 45 % de los entrevistados que aprueban a la presidenta señalan los apoyos sociales como un aspecto positivo de su gobierno, como el de adultos mayores, becas y apoyo a mujeres. Un segundo pilar es su estrategia de comunicación con la población, que se percibe de cercanía y empatía. Con estos elementos constituyen su base leal, hasta ahora, logrando trascender y apocar el bajo rendimiento gubernamental en otros ámbitos. Sin embargo, los encuestados consideran que ha empeorado la seguridad pública (50 %), la salud (35 %) y la economía (35 %). Esta contradicción aparente no es un fallo en la lógica del electorado, sino una muestra de que la narrativa del partido en el poder ha logrado desviar la atención pública de las fallas de las tareas de gobierno.

La administración federal, por ejemplo, “presume” una disminución del 24.5 % en el número de homicidios. Por el contrario, la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) reporta que en el segundo trimestre de 2025 la percepción de inseguridad se elevó hasta el 63 %, casi 60 % más que el año anterior.

El discurso de “no corrupción” y “austeridad republicana” se desmorona si observamos que, de acuerdo con el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) de 2024, México obtuvo la calificación más baja en la historia de las mediciones, con 26 puntos sobre 100, cifra que coloca a nuestro país en la posición 140 de 180 países. El fracaso en esta materia es evidente. El gobierno ha convertido la lucha contra la corrupción en un eslogan, en lugar de una política sistémica.

La política de “abrazos y no balazos” no se tradujo en contención efectiva de la violencia, y el crimen organizado ha extendido su control como Estado paralelo. Cotidianamente se confirma la percepción generalizada de que ha infiltrado las estructuras del poder político, y las críticas al respecto son recurrentes desde los partidos de oposición y desde la sociedad civil.

Y en esas estábamos cuando, el domingo, “La Resistencia”, un nuevo movimiento político, demostró comprensión de que la estrategia opositora debe incluir a grupos diversos y humanizar la crítica. Además, pusieron el dedo en la llaga: a pesar de las cifras oficiales, la estrategia gubernamental no está funcionando para quienes más la necesitan. La sociedad civil alza su voz en contra de los abusos y del autoritarismo. Su propósito es construir un “diálogo nacional con capítulos estatales que levanten propuestas movilizadoras para tener una agenda del país impulsada desde la ciudadanía”.

La viabilidad de un movimiento como éste radica en su capacidad de atraer a los no votantes y a la sociedad en general. No obstante, la paradoja de su liderazgo abiertamente político, aunque “apartidista”, es que la verdadera resistencia no sólo es contra el gobierno en el poder, sino contra la trampa de la narrativa que éste ha impuesto.

Para superar esta limitación, los partidos deben aprender a ceder el protagonismo para legitimar los movimientos sociales, actuando como facilitadores más que como líderes, como un vehículo para esta transición y no como un obstáculo.

“La Resistencia” corre el riesgo de ser una catarsis colectiva si no desarrolla una estrategia para convertir el descontento en acción política sostenida. Lo primero que deben entender es que la marcha es sólo un inicio y que la apuesta es fomentar la organización local: crear grupos de vigilancia vecinal y redes que operen en el día a día. Aprender entre todos a presionar a las autoridades y a generar una cultura de rendición de cuentas desde cada cuadra del país. El activismo digital puede ser realmente útil en esta tarea. Y la parte que considero más importante: los nuevos liderazgos que habría que impulsar en cada rincón. Especialmente a los jóvenes, pero sin excluir ningún rango de edad; necesitamos construir líderes desde la raíz, con credibilidad y conexión directa con la sociedad.

El éxito del movimiento que inicia se debe medir por el florecimiento de mil resistencias en todo el país, por la construcción de una nueva narrativa y una agenda que ofrezca un cambio viable, empático y atractivo para el gran segmento de la población que ha dejado de creer en la política.

El autor es Maestro en Administración Pública y Política Pública por ITESM y Máster en Comunicación y Marketing Político por la UNIR.

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Juan Carlos Núñez

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