El título no es novedoso, de ninguna manera. Seguramente varios columnistas lo usaron para hablar de la idea y tal vez, verdad, que lanzó hace unos días Diego Fernández de Ceballos, en una entrevista en la que hizo una analogía entre el viejo y el nuevo PRI, mejor conocido como Movimiento de Regeneración Nacional.
La frase encierra una realidad evidente: el PRI no murió, encontró la forma de renovarse para no morir y, aunque es el mismo producto, logró que muchos lo compraran como algo nuevo, diferente y hasta fresco, cuando en realidad lo que había ocurrido es que el espíritu del priísmo autoritario había tomado una nueva forma; la podredumbre que hoy vive y que hace varios años identifiqué como el proceso de perredización que aceleraría la descomposición de Morena, hoy es toda una realidad.
Tan solo hace un par de meses hacía una analogía entre el discurso de la gran familia revolucionaria que explotó el PRI del estado social de derecho y el discurso del “todo del bienestar”; sin embargo, no hay analogía: es la salida a la visión programática del control gubernamental sobre una masa amorfa e ignorante, que está dispuesta a pagar el precio que sea con tal de sentir y asegurar que la esperanza de un cambio es posible.
Pero nada más alejado de la realidad. Por un lado, tenemos a una clase política que se empieza a desconocer, como en los tiempos del priísmo salinista y zedillista, pelea que se da en medio de acusaciones de corrupción, enriquecimiento ilícito y claras relaciones de los políticos en el poder con la delincuencia organizada; mientras que, por otro lado, tenemos a una sociedad civil cooptada a través de sus representantes, que luchan todos los días por congraciarse con la élite gobernante y, tal vez, gozar en algún momento de un carguito que legitime su desgastada imagen frente a la masa que deberían representar.
Como si el informe de la presidenta en el Zócalo capitalino el domingo pasado representara una especie de antes y un después político, el sector sindical fue parte de ese show de la clase política, espectáculo en el que sus líderes se declaraban en redes sociales como invitados especiales, cuando en la vía de los hechos fueron tratados en el evento como parte de los demás acarreados y, por tanto, un número más que permitió llenar una Plaza de la Constitución, desde la que se mandó un mensaje: ¡la presidenta ahora soy yo!
La descomposición de Morena era solo cuestión de tiempo, un tiempo que les llegó muy pronto. Finalmente, aunque tuvieron el acierto de nacer como movimiento y tratar de mantenerse así, negando la realidad inevitable de ser un partido político, cometieron el error de creer que cambiar de casa sería suficiente para dejar atrás la naturaleza sectaria, gandalla y abusiva que grabaron a piedra y fuego, cuando todos ellos fueron una clara mayoría de lo que fue el PRD.
Nuevamente, el PRI hizo de las suyas y volvió a infiltrar a su —aparente— oposición. Tal como ocurrió con la reforma democrática de finales de los 70, cuando ingenuamente la oposición a este partido creyó que podría romperlo desde dentro y democratizarlo, hoy el PRI vuelve a cooptar y corromper cualquier posibilidad de cambio, sacando en la clase política mexicana a ese priísta que dicen todos los mexicanos llevamos dentro, dando paso a la cuarta transformación, pero no de la vida pública, sino a la cuarta transformación de ese partido que primero fue Partido Nacional Revolucionario (PNR), que se convirtió en Partido de la Revolución Mexicana (PRM), que dio paso al Partido Revolucionario Institucional (PRI) y que ahora se ha convertido en el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). Esas son las cuatro transformaciones de las que habla el mismo gobierno.
Uno de los sellos distintivos del PRI fue su convencimiento de endeudar al país en niveles inimaginables: primero, para dar salida a la necesidad de convertir en nuevos ricos a muchos de sus dirigentes y, por otro lado, para dar salida a la —mal llamada— política social con la que controlaron a la población. Hoy, nuestra realidad no está nada alejada de ello: se sigue permitiendo la aparición de nuevos ricos y se sigue engañando al pueblo al embarrarle, cada determinado tiempo, unos cuantos pesos que, si bien son significativos para su economía diaria y limitada, de ninguna manera buscan resolver la precariedad en la que vive inmerso.
ADDENDA
TENGO PROBLEMAS DE PERSONALIDAD
Se supone que quienes critican al estado autoritario morenizado son la derecha de este país y yo me considero uno de sus críticos abiertos; lo que no creo que soy, es de derecha. Con esta reflexión se abre para mí una nueva brecha para la investigación del ajedrez político. Parece que, siguiendo la tipología del ilustre Adolfo Sánchez Vázquez sobre la derecha y la izquierda, podría entender aún mejor la inercia en las relaciones y alianzas coyunturales, pues algo me queda claro: no todo es fifís contra chairos, hay muchas más manifestaciones en el espectro político.
DIPUTADOS APRUEBAN EN COMISIONES LEY ADUANERA; BUSCAN COMBATIR 'HUACHICOL' FISCAL
Si de verdad quieren eso, deben meter a la cárcel a Don Adán Augusto López, de los López de Tabasco, y con él a todos los que pasaron durante los últimos siete años por algún cargo de importancia en el sistema aduanal mexicano.
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
www.facebook.com/carloscarral2022
Abogado Postulante y miembro de la Escuela para la Formación Política y Sindical A.C.