Manifestaciones políticas tramposas
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Manifestaciones políticas tramposas

Miércoles, 10 Diciembre 2025 00:10 Escrito por 
Desde el Sótano Desde el Sótano Raúl Mandujano Serrano

Las luces de ese árbol centellean colores rojo, azul, verde, gris, blanco, amarillo. Por tiempos, segundos quizá, dándole luminosidad al sombrío espacio de maderas y tabiques de esa ancestral cafetería del Centro Histórico. La Navidad se acerca y el café cambia por un ponche endulzado con piloncillo y miel, calientito, para energizar al estómago y al intestino mientras chupas los huesitos del tejocote. Afuera, la gente corre bajando de cientos de autobuses que han llegado a la ciudad. No quieren ser llamados “acarreados”, aunque su dignidad se quede en los asientos del transporte que los trae de Hidalgo, Guerrero, Michoacán, Veracruz, San Luis Potosí, Tlaxcala, el Edomex, la CDMX y otros más. Pasan lista con los encargados de cada camión. Quizá sea el registro para darles algún billete o despensa, o tal vez solo para entregarles el lonche mientras esperan en el Zócalo.

Movilizar así a la gente es todo un entramado. Subirlos al transporte convencidos de que su pobreza será compensada ese día es significativo. Quizá muchos no sepan quién es Claudia, pero, ese día, les habrá dado de comer.

Llenar esa plaza cívica de gente y perturbar la movilidad se ha vuelto pasatiempo de la idolatría del político. Si 100 mil le gritan ¡fuera!, otros 100 mil le gritarán ¡no estás sola! Y quizá también algún despistado alcalde reúna a sus trabajadores y a la militancia de su proyecto para cerrar calles y buscar notoriedad ante sus jefas para ser ungido como el próximo capellán de la entidad. Es, digámoslo así, el ejercicio más faccioso de las apariencias o las simulaciones. “Mostrar el músculo”, dicen en mi pueblo, pero también el engaño más vil y fructífero de los sistemas.

De hecho, manifestarse es un derecho. El artículo sexto garantiza la libertad de expresión y el noveno instituye el derecho de reunión, permitiendo que los ciudadanos se expresen y reúnan pacíficamente. Pero el articulado tiene sus “trampas”: sí se te permite, pero también se te niega. El gran Cantinflas decía: “¡Ahí está el detalle! Que no es ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario”.

Una Navidad entre diretes

Mientras observa el árbol, el amanuense comenta con Brenda —su siempre amable waitress de esa añeja cafetería— que él prefiere colocar un Nacimiento de Jesús. Prefiere sentir la Navidad así, como le enseñó su viejo. A Jesús lo querían linchar. Los líderes judíos, sumos sacerdotes y los fariseos, se reunieron para discutir cómo eliminar al de Nazareth y que la gente pobre destruyera su imperio con grandes manifestaciones multitudinarias. Hoy, esa preocupación persiste en los gobernantes. Acabar con quien transmite la verdad sería como el complot de un crimen de Estado.

México anhela una Navidad sin violencia. Y es que el problema del gobierno es que parece más cómplice de los criminales que un defensor social. Las marchas demandando salud, trabajo, seguridad, paz, son una constante estructural del escenario político de la hegemonía dominante de Morena y la ausencia de una oposición eficaz. La protesta se volvió un canal legítimo de interlocución entre la sociedad y un “poderoso” “poder” político.

Miles de personas toman las calles del país para expresar su miedo y dolor, ya sea el 1° de mayo, el 8M, 2 de octubre, el Orgullo LGBTI+, por las reformas políticas —como la judicial, educativa, sustantiva—, la Guardia Nacional, el Ejército, la desaparición de instituciones de transparencia, Ayotzinapa, desaparecidos, la generación Z, decenas de conflictos agrarios e interétnicos, que muestran el deterioro social y una erosión crítica de la legitimidad… Todo parece estar mal, pero que esta Navidad haya paz en sus corazones… Hasta otro Sótano. Mi X @raulMandujano

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Raúl Mandujano Serrano

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