La aparente fortaleza de una presidenta errática
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La aparente fortaleza de una presidenta errática

Miércoles, 10 Diciembre 2025 00:15 Escrito por 
Lo bueno, lo malo y lo serio Lo bueno, lo malo y lo serio Alfredo Albíter González

En política no existen casualidades: Jesús Reyes Heroles.

¿El pretexto? La presentación de su nuevo libro “Grandeza”. Andrés López Obrador reapareció en la escena pública para presentar un libro más de otros que dice que escribió. ¿Por qué la duda? Porque fueron varias las ocasiones en las que, ante la coyuntura del momento y en razón de la crítica por alguna de las tantas “ocurrencias” del tabasqueño, días posteriores salía a decir que en tal libro ya lo había señalado, pero la cita no la tenía fresca; eso era notorio. En fin, cada quien cree lo que quiera creer, no es lo importante.

El hecho es que reaparece en un largo, larguísimo video para hacerse presente en el escenario público, con la arrogancia, egocentrismo, absurda soberbia y su acostumbrada megalomanía que lo han caracterizado siempre. No aguantó mucho mantenerse en su dorada jubilación, pero tampoco nadie creyó en ella.

La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo ha sido el centro de señalamientos por parte de sectores inconformes, de propios y extraños, así como también de países que antes fueron considerados hermanos por el respeto que había dispensado México en política exterior, para no involucrarse en asuntos internos de aquellos. La tan manoseada Doctrina Estrada, surgida en 1930 por Genaro Estrada, la cual sostiene que México no debe pronunciarse sobre la legitimidad de los gobiernos, promoviendo la no intervención y la autodeterminación de los pueblos, fue enviada a la basura desde el sexenio pasado.

No obstante, el impacto más severo para el país es el que proviene de los vecinos del norte. El presidente Donald Trump lo ha dicho de muchas formas; de las últimas, es que no está contento con lo hecho hasta hoy por México. Los desencuentros, unos tersos y otros no tanto, han sido la constante. En Washington no ven con buenos ojos lo que la nación azteca está haciendo.

Sobre todo en seguridad pública. Se pierde la cuenta de las ocasiones en las que ha salido el presidente estadounidense a señalar que la presidenta le tiene miedo a los cárteles, asegurando que son quienes controlan grandes extensiones del territorio nacional. No es casual que, a un año de asumir el cargo, la mandataria apenas tuvo su primer encuentro con su importante socio, en razón de la ceremonia del sorteo del mundial de futbol, sin que se sepa hasta el momento cuál fue el resultado.

Por otro lado, el tiradero que heredó el oriundo de Macuspana tiene maniatada a su sucesora, quien, ya que no encuentra espacio para dónde colocarse, el recuerdo constante de que su nombramiento se lo debe por entero al tabasqueño, la privan de mover un dedo sin que sea valorado primero por López.

Ahora, sale el origen de los males que hoy reinan en el quehacer público, envalentonado, para amenazar respecto de su regreso al escenario que tanto le gusta si se dan tres condiciones: atentado contra la democracia, defender a Claudia Sheinbaum ante un intento de golpe de Estado o acoso político, y proteger la soberanía nacional.

Parece una broma de muy mal gusto; lo peor es que, en efecto, López Obrador se cree indispensable para los mexicanos. Se ve como una especie de superhéroe, “el último litro de agua en el desierto”, “la lluvia que cae como bendición después de una larga sequía”, o algo parecido.

¿Democracia? ¿Defender a Sheinbaum? ¿Proteger la soberanía? Él y solo él es el culpable de todo. ¿Cómo se defiende una democracia que al día de hoy está aniquilada y su verdugo la va a defender? ¿Defender a la persona más poderosa del país?, ¿con los tres poderes a sus órdenes, con un apoyo de más del 70% de aprobación ciudadana, de acuerdo con sus alegres cifras? Solo que sea en contra de él mismo. ¿Soberanía? Bueno, ¿qué decir?

López salió a reclamar un lugar que nunca dejó; la presidenta nos lo recuerda todo el tiempo, dándole además la calidad de presidente en sus expresiones para cuando se refiere a él. Entonces ella: ¿qué es? ¿Cuál es su función? ¿Le guarda el lugar como en el metro? Nada hace ver más débil el mandato de la primera mujer presidente que la reaparición de López.

Como si se tratara de una adolescente, el expresidente toma la pose de padre para proteger a su retoño, a pesar de que él mismo había declarado que, si consideraban que él era intratable, aseguraba que Sheinbaum lo era más. ¿Cuál es la verdad entonces? Lo anterior, muy a pesar del mitin que se autodedicó la mandataria con el acarreo más grosero posible, idéntico a los de los gobiernos priistas.

Al tabasqueño se le quemaban las habas por salir de su disfrazado retiro para disfrutar de su “obra”. Mientras tanto, la reputación del país se encuentra en el peor de los momentos. La economía y la salud han recibido un desastroso trato del que se tenga memoria; la seguridad no recibe más recursos. No por casualidad la delincuencia mantiene sometidos a los ciudadanos que ya no se ven en la libertad de recorrer las carreteras o asistir a algún restaurante o bar por miedo de coincidir con quienes reclaman “derecho de piso”. Eso también es gracias al “dejar hacer, dejar pasar” de López. La delincuencia, hace tiempo además, es de exportación.

Las acciones que ha emprendido el presidente Trump en Venezuela deberían tener al “macuspano” preocupado, pero eso parece que no es así. Goza del apoyo y protección del ejército mexicano, como ningún otro expresidente; solo él, con un hospital de tercer nivel cerca de su humilde residencia.

Como si no fuera suficiente con los negros nubarrones que se ciernen sobre la población azteca, López Obrador prepara las sucesiones, incluyendo sí, la de presidente en 2030. A nadie podrá sorprender que sea él mismo quien proyecte a Andy López Beltrán, como a nadie debe sorprender que la designación como fiscal general haya recaído en Ernestina Godoy.

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Alfredo Albíter González

Lo bueno, lo malo y lo serio