Del amor y otras respuestas

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Del amor y otras respuestas

Jueves, 13 Febrero 2020 00:10 Escrito por 
Del amor y otras respuestas Prosperidad Política

Estos días son conmemorativos en torno al amor y la amistad, es la oportunidad para que a través de un mensajito, una llamada o en persona, les reiteremos a nuestros seres cercanos el cariño que les guardamos.

Recordemos que es el amor y la fraternidad las emociones que han dado causa a grandes obras artísticas, pasajes bíblicos, odas, poesías, novelas, pinturas, esculturas, infinidad de disertaciones hasta revoluciones icónicas como lo fue la francesa en el siglo XVIII con su lema “Liberté, Égalité, Fraternité”.

¿Cómo podemos definir el amor? Es una pregunta histórica con respuestas que pueden verse reflejadas dentro de un calidoscopio, bastará como muestra echar un vistazo al amor concebido a partir de un criterio químico, psicológico, espiritual o hasta filosófico. De todas las anteriores, obtendremos diversas definiciones; a ello sumémosles la concepción que cada individuo precisa de acuerdo con sus propias vivencias. No obstante, habrá un común denominador en todas estas enunciaciones: el amor es una conducta emocional y aprendida.

Significa, que es desde el seno familiar que iniciamos a construir nuestra personalidad a partir de la interacción con quienes circulan en nuestro entorno; encontramos el amor en el abrazo de nuestros padres, el jugueteo con nuestros hermanos, el desenvolvimiento con nuestros semejantes. Aquí radica la esperanza de la humanidad, lograr crecer en circunstancias propicias que nos permitan replicar relaciones sanas dentro de las instituciones que nos acogerán a lo largo de nuestra vida, el vecindario, la escuela, los clubes, las religiones, las instituciones públicas, la sociedad en general.

De aquí viene la motivación a ser buenas personas, a que nuestra profesión u oficio aporte al bienestar de los otros, a que el tiempo de esparcimiento sea de camaradería, a que nuestras acciones, por trillado o romántico que se escuche, se conviertan en el “granito de arena” que aportemos a la construcción de una sociedad más armónica.

Soy fiel creyente de que el amor no se profesa sólo entre cercanos. Este sentimiento va desde el amor propio hasta el amor social. El amor es la definición máxima del libre albedrío: amamos por propio deseo, amamos porque nos genera satisfacción. De aquí que cada día sea más imperante posicionar el amor en el ámbito público, en lo colectivo.

Es decir, si amamos lo que hacemos entonces inyectaremos pasión a nuestras acciones, que se traducirán en resultados positivos para nuestro entorno; por tanto, si un colectivo ama lo que hace entonces estaremos abrazando casusas sociales con efectos solidarios que sumarán al bienestar social.

Quizá la fecha motiva mi anhelo de una sociedad utópica, puede parecer idílico, romántico e inalcanzable armonizar a la sociedad. No obstante, si decidimos conscientemente no potenciar nuestros talentos, no salir de nuestra zona de confort y no explorar todas nuestras habilidades, el resultado será contraproducente, convirtiéndonos en individuos faltos de entusiasmo.

Debemos evitar a toda costa el convertirnos en autómatas sumergidos en una sociedad guiada por la inercia, la indiferencia o la apatía. Tenemos que buscar siempre el esfuerzo discrecional con la firme convicción de que podemos ser mejores. Debemos asumir funciones y responsabilidades orgánicas y entusiastas que transmitan nuestras emociones y potencien efectos positivos para todos.

Pregúntense entonces, desde su trinchera, qué están haciendo con amor genuino para hacer felices a los de su entorno: su familia, sus amigos, sus vecinos, sus compañeros y quizá también, y sin darnos cuenta, haciendo sonreír al desconocido.


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Jesús Izquierdo Rojas

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