En este quinto mes del año, México vivirá una de las crisis en salud más severas de las que se tenga memoria, y también verá el inicio de la otra crisis, la económica, que sembrará una cantidad inimaginable de desempleo.
El presidente del país, Andrés Manuel López Obrador, ha presumido varias veces que México ha manejado como ningún otro el problema mundial que representa la pandemia del COVID-19, aunque no dice cuál fue la fórmula para lograrlo, al igual que tampoco dice en qué se fundamenta para decir que ya la domó.
A lo anterior, debe sumarse al artista estelar y vocero del gobierno federal para el tema de la enfermedad, el subsecretario Hugo López-Gatell, quien es al único al que se le confía todo lo que tiene que ver con el bicho que tiene aterrorizado al mundo entero.
A diferencia de otras naciones, tanto el titular del ejecutivo federal, como su vocero, van en sentido contrario a los demás, aún se recuerdan las invitaciones a seguir saliendo por parte de López Obrador y la insistencia de López-Gatell de no usar cubre bocas.
Lo peor de estas recomendaciones, es que será la ciudadanía la que pague los errores, aunque hay que destacar que precisamente esa ciudadanía, haciendo caso omiso tanto al presidente como al subsecretario, mucho antes de la indicación de aislamiento, ya lo había hecho, adelantándose a ambos, aunque hoy salga a declarar el segundo, de manera triunfalista, a presumir que aminoró el tránsito de personas en la calle, como si hubiera sido su logro. El pueblo le ganó a las autoridad, carente de autoridad moral para mantener a la gente en sus casas
Bien, pues independientemente del manejo confuso de estadísticas y de la utilización del modelo Centinela, que desde un principio ha dejado muchas dudas, López-Gatell, conforme pasan los días y sus conferencias, trata de ir adecuando los números que sabe le han rebasado, y de acuerdo a lo que él mismo señala, las próximas semanas serán las más complicadas por la multiplicación de contagios. Ya se prevé la saturación de los hospitales.
La curva del coronavirus va en ascenso, y aún no se puede siquiera calcular el momento en el que encuentre su punto de inflexión, serán las semanas más largas, obscuras, tristes y dolorosas para los mexicanos. La falta de previsión traerá como consecuencia resultados desoladores.
Por otro lado, el tema económico se encuentra, no sólo en la sala de espera acechando para cuando se empiece a controlar el problema de salud, ya ha empezado a dejar estragos entre la población más vulnerable, sin ningún proyecto, programa o política de rescate alguno, el futuro promete ser desastroso para la mayoría.
Los intereses prioritarios del presidente López, ya los ha dejado en claro mediante un mal hecho decreto por el que establece las medidas de austeridad que pretende como iniciativa de ley, careciendo de toda formalidad, bueno, como la mayoría de las cosas que se hacen en este gobierno.
López Obrador impulsa una propuesta para actuar de manera libre y poder modificar el presupuesto en casos de emergencia, aunque con ello, se prevé que lo que en realidad busca es concentrar el poder con fines electorales, ya que podrá actuar de manera expedita, para poner las reglas y hacer los ajustes que crea pertinentes.
Ahora bien, si las cosas le salen como las desea el originario de Macuspana, el día cinco de mayo se convocará a un periodo extraordinario de sesiones para discutir la iniciativa que le daría el control completo del presupuesto, y así poder inyectar los recursos a lo que llama prioritario.
No se espera de otra forma, el presidente que ha demostrado ser bastante irresponsable para el manejo del dinero, con unos legisladores bastante inexistentes y con el permiso constitucional, es muy probable que los recursos vayan a cubrir sus intereses. El fundamento está en sus programas sociales, nada más débil, nada más pasajero.
Y así, mientras que los líderes del mundo destinan grandes cantidades de dinero para salvar a la planta productiva de sus países, en México tenemos a un presidente que sólo habla y habla mucho, y acusa al neoliberalismo como el único culpable de todo lo malo que sucede. AMLO sigue actuando como líder de la facción morenista, y no como presidente de esta gran nación. No tiene la grandeza que se arroga.
Lo que menos quiere entender, es que el mundo se encuentra inmerso en una crisis sanitaria que ha demostrado sus alcances, fueron meses que marcaron el inicio de la declaración de la pandemia por el coronavirus, pero aquí se tomó a la ligera, lo importante es enfrentar a la prensa, o personajes del espectáculo, o hasta futbolistas, además de hablar del avión presidencial.
Pero para el presidente ya todo se arreglará y pronto, porque ahora destinará más tiempo a sus apariciones, amenaza que serán más veces, y con la dosis de discursos logrará contrarrestar el impacto de las crisis de salud y económica.
Este mes será recordado por mucho tiempo.
