Terremotos

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Terremotos

Miércoles, 23 Septiembre 2020 00:06 Escrito por 
Terremotos Hablando de...

Este sábado 19 de septiembre se cumplieron tres años de un movimiento telúrico que causó daños importantes en la infraestructura urbana y en la propiedad privada de muchos mexicanos, especialmente en la Ciudad de México. Lo más triste es que también cobró vidas, en especial de inocentes, como los niños que murieron en un colegio de la capital del país.

También se conmemora un aniversario más de aquel terrible temblor de 1985 en el que se perdieron muchas vidas de mexicanos que fueron sorprendidos por la furia de la naturaleza reflejada en un movimiento Telúrico.

La historia de estos dos sucesos la conocemos y recordamos quienes la vivimos. La fuerza de estos temblores y la incertidumbre de no conocer sus consecuencias fue muy complicada hasta que poco a poco se fueron asomando en las noticias, el temor de las réplicas, pero, sobre todo, la unidad, la fuerza y la solidaridad que demostramos los mexicanos en tiempos de desgracia, siempre ha sido punto clave para levantar a nuestro país.

Esas horas de labor incansable removiendo escombros, esas palabras y acciones de aliento de quienes llevaban alimentos a los voluntarios, los gritos de búsqueda y el canto del himno nacional, pero, en especial, ese silencio que se exigía con el puño en alto ante la esperanza de una vida que rescatar, no son historias de película ni de un bestseller, es la realidad de nuestro México ante una desgracia.

¿Y qué aprendimos de estas dolorosas lecciones?, creo que, sin lugar a dudas, los mexicanos nos enseñamos a organizarnos, se creó un robusto sistema de protección civil que nos incluye a todos, también aprendimos mucho de prevención, del uso de la alarma sísmica, de cómo prepararnos ante la contingencia, de cómo actuar durante el fenómeno y sobre todo de cómo reponernos de manera rápida y con fortaleza. Y aunque no se crea, estas enseñanzas ya están reflejadas en la norma jurídica y en la elaboración de los programas de protección civil que poco a poco se han convertido no solo en una exigencia legal, sino en parte importante de la vida institucional, social y hasta familiar en nuestro país.

Si recordamos, precisamente un programa de protección civil tiene estas tres etapas: un subprograma de prevención, un subprograma de auxilio y un subprograma de recuperación que contiene el antes, durante y después del fenómeno perturbador.

Y aún más allá, en la actualidad el sistema de protección civil se dirige muy atinadamente a la prevención integral de riesgos, el estudio multidisciplinario de los peligros que nos acechan en los diferentes escenarios de la vida social y que deben ser tratados de manera conjunta para que así funcione correctamente la prevención y lograr minimizar las posibilidades de consecuencias lamentables por la pérdida de bienes y sobre todo de vidas humanas.

Podríamos mencionar, estimados lectores, durante muchos párrafos la teoría de la protección civil, pero la realidad es que la hemos aprendido a golpes o la hemos tenido que aprender a fuerza de muy malas experiencias, aunque al final del día, lo hemos hecho, nos hemos organizado como gobierno y sociedad civil para prevenir y reaccionar de manera rápida y eficaz, ya sabemos que hacer antes, durante y después de un temblor y eso se denomina protección civil.

Por cierto: No debemos de omitir un reconocimiento a quienes se han especializado en las labores de auxilio ente cualquier emergencia y en esta columna, por la experiencia vivida con ellos o cerca de ellos, solo mencionaré a mis compañeros que han expuesto la vida en favor de otros.

A quienes pertenecieron a la Unidad de Rescate de la entonces Dirección de Seguridad Pública del Estado de México y a quienes pertenecieron a la unidad de emergencia Ángeles, los dos equipos participamos en el terremoto de 1985 y en las explosiones de San Juan Ixhuatepec. A los llamados chamusquines, de Probosque, bomberos forestales que atacamos infinidad de incendios forestales. A los bomberos, paramédicos y elementos de protección civil de Toluca, con quienes también participé en muchas emergencias. Sin dejar de mencionar a los que he conocido en el camino y con quienes he trabajado en conjunto en este bello trabajo de salvar vidas: cruz roja Toluca, Metepec y Lerma, Protección Civil de Metepec y de Zinacantepec, Protección Civil Uaemex, SUEM y a la unidad de rescate aéreo del Estado de México a quienes dedicó un minuto de aplausos por su valentía y vocación de servicio.

 


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José Vera Monroy

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