Matices... La otra discriminación

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Matices... La otra discriminación

Miércoles, 13 Diciembre 2017 00:14 Escrito por 

En 2003 vino a visitarme Christiane, una amiga francesa; era la primera vez que venía a México, así que estaba ávida de conocer lo más que pudiera de nuestra cultura. Además de recorrer algunas ciudades y zonas arqueológicas, me acompañó un poco en mi vida cotidiana. Era domingo, tocaba ir al mercado por fruta y verduras para la semana.

Pedí un kilo de manzana, otro de pera, uno de guayaba y no recuerdo otros más de qué." ¿Por kilo? ¿Somos cinco en casa? ¿No es mejor por pieza?" me dijo.

En ese momento me causó un poco de gracia su sorpresa, lo más que asumí era que vivíamos en un país con una tierra muy bondadosa, que nos permitía y nos permite tener una gran variedad de frutas y verduras.

Desde entonces, he tomado por costumbre llevar al mercado a mis amigos que visitan por vez primera México. Es un viaje de colores, aromas y muchos, muchos sabores; toman fotos, saborean las pruebas que les ofrecen, abren los ojos como de vicuña cuando les dan a probar fruta con chilito o ven por montones aguacates y jitomates ("tomates" como la mayoría de ellos les conocen).

Rodeados de puestos, caminan mientras se fascinan con la hospitalidad de la gente, con el bullicio y la calidez que ahí se respira. Cada uno ha coincidido que nuestros mercados se viven con los cinco sentidos. Son tan coloridos y abundantes que pocas veces nos detenemos a pensar si vamos a consumir todo lo que compramos para la semana.

Como tenemos mucho de donde elegir, nos damos el lujo de hacer a un lado las frutas y verduras que consideramos no tienen “buena apariencia”, que “no son bonitas”. También ahí se han impregnado los cánones de belleza, como el color, el tamaño, la forma y la consistencia; también ahí se da la discriminación, y junto con ella, un gran desperdicio de alimentos.

De acuerdo con la Secretaría de Desarrollo Social, en México cada minuto se desperdician 19 toneladas de alimento en buen estado. Un refrigerador surtido a más de la mitad de su capacidad, es un buen indicativo de que estamos desperdiciando comida.

Es importante reflexionar sobre esta discriminación, desde un punto de vista ético, no en una reflexión sobre el bien y el mal, no en un código de buena conducta, sino en una reflexión sobre la vida, de cómo vivir mejor y no de cómo hay que portarse bien.

La ética implica preguntarnos y reflexionar sobre la sociedad en la que vivimos, el mundo que compartimos y sobre lo que queremos ser y hacer de este planeta. En suma, lo que es adecuado para la condición humana.

¿Por qué reflexionar sobre el desperdicio de comida?. Porque hay razones humanas para cuidar nuestras acciones: el impacto que tiene de manera directa en el medio ambiente y la posibilidad de acercar un poco de comida a quienes sufren de carencia alimentaria.

Así que la próxima vez que vayas a un mercado, procura comprar las piezas y cantidades que vayas a consumir; procura elegir aquellas frutas y verduras que por su apariencia han sido discriminadas. Nadie te va a castigar si no lo haces, aunque si lo haces, sabrás que estás haciendo lo correcto, humanamente hablando.


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Ivett Tinoco García

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