Obrador: El Estadista

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Obrador: El Estadista

Miércoles, 24 Noviembre 2021 00:08 Escrito por 
Lo bueno, lo malo y lo serio Lo bueno, lo malo y lo serio Foto: Especial

El presidente Andrés López Obrador sale todos los días, en sus mañaneras, a convencer al pueblo bueno y sabio que está llevando a cabo una transformación de la vida pública del país; al nivel de la Independencia, las Leyes de Reforma y la Revolución mexicana.

Lo anterior sólo se lo cree él mismo y los aún millones de seguidores negados a un mínimo de crítica a su forma tan peculiar de pensar y actuar, con esas apariciones matutinas, presume que trabaja por el bien del país.

El mandatario ha desperdiciado tres años desde que asumió el cargo, en pelear, mentir y proteger a sus correligionarios. Dueño del balón y de la cancha, se ha empeñado en vender la idea de que es un personaje a la altura de Benito Juárez con quien tanto gusta compararse, o de Lázaro Cárdenas.

Es muy difícil aceptar con mínima objetividad que López es envidiado por otros mandatarios como lo ha llegado a presumir, de hecho, puede que no tenga la más mínima idea de cuál es la imagen que ha proyectado al exterior, y por más intentos que hagan sus colaboradores, asistentes e integrantes del ejército de incondicionales. La verdad, siempre será la verdad.

En el reciente viaje de los muy contados que ha hecho, lo llevó a los Estados Unidos por tercera ocasión. Renuente a salir del país, posiblemente porque es donde se siente cómodo porque recibe todo tipo de alabanzas y abyección, dejó en claro cuál es su tamaño para con el resto del mundo.

Anterior a ésta, su presencia en la ONU, al encabezar la sesión del Consejo de Seguridad, en la que México asumió la presidencia, evidenció a un mandatario que se encuentra envuelto en una realidad alterna, al hablar de un plan global de lucha contra la pobreza para 750 millones de personas. El mandatario no se puede controlar del sueño que lo gobierna, puede ser aparentemente importante para sus seguidores, pero para el resto de los integrantes del Consejo no lo fue, así lo dejaron ver los representantes de China y Rusia. Señor, esta no es la ventanilla que busca, parecieron decirle.

El tabasqueño cada vez deja en evidencia que lo que le recetó Ricardo Anaya en uno de los debates presidenciales, contenía una aplastante verdad: López Obrador no entiende al mundo.

Podría parecer incomprensible el hecho de que la prensa nacional ante tanto desatino se volcara a presumir en sus primeras planas que fue un rotundo éxito el viaje que realizó a Washington para asistir a la Cumbre del Norte junto a sus homólogos de Estados Unidos, Joe Biden, y de Canadá, Justin Trudeau. Pero así ocurrió.

Dicha reunión, en la que se encontraron los líderes de los países que conforman el bloque de la parte norte del continente, pudo haberse aprovechado para beneficio de nuestro país; pero el mandatario decide cosas distintas, provocando incluso la incomodidad de los vecinos.

Independientemente de la fuerza que pudiera mostrar el bloque con la Cumbre, también era necesario llamar al socio que ha hecho de todo para incumplir con una obligación a la que se comprometió al momento de firmar el nuevo Tratado de Libre Comercio, pues ha intentado en repetidas ocasiones cambiar las reglas del juego.

El verdadero resultado de ese encuentro se conocerá con el tiempo, porque poco en realidad se descubrió del fondo. Los representantes y las áreas de prensa han soltado lo que le conviene a cada uno que se sepa, pero de aquellas determinaciones importantes, por el momento no se sabrá mucho.

López Obrador se mostró como un mandatario muy alejado de sus socios, su personalidad y discurso distan mucho de pertenecer a un bloque poderoso en materia económica y política. Por eso, llamó la atención lo que leyó en su intervención; involucró a China en un momento impensable para sus formas, lo que hace pensar que las líneas fueron sembradas. No es la forma en la que habla, actúa y ve las cosas el originario de Macuspana, eso cualquier mexicano que haya vivido los últimos tres años en México lo sabe.

Sin embargo, ya se esperaba que la prensa defensora del oficialismo se desbordara en elogios, intentando mostrar algo que no sucedió, y que sólo abona para los ansiosos lectores o televidentes que apoyan aún al mandatario. Tan necesario para él, como para los que aún se aferran en verlo como el súper político de la nación azteca.

Ya sea por amenaza o por conveniencia, pero así son las cosas con la prensa nacional, es por eso que muchas veces es recomendable refrescar el criterio echando un vistazo a la prensa internacional, la que no le debe o no le teme, y por ende, es más objetiva.

El presidente, que por cierto no llenaba el sillón en el que con muchas dificultades se acomodó frente a Biden, tampoco llena la imagen de un representante de la calidad del país azteca, fue captado con los dedos entrelazados, sin desabrocharse el saco y sentado a la orilla, presentando una imagen poco afortunada.

Pero no fue su vestimenta lo único que dio una proyección con un enfoque que mostró las grandes diferencias entre los mandatarios ahí reunidos. En una reunión formal, en la que se tocarían asuntos de suma importancia para los países involucrados, lo que menos se puede esperar es que se hable de cosas que no tienen nada que ver con lo trascendental del momento.

¿Qué podía esperarse de quien llegó a hablar de programas sociales ante el Consejo de Seguridad de la ONU? Ahora fue de historia, como la quiere ver desde luego, y con ello desaprovechó minutos valiosos para presentarse como una opción a tomar en cuenta ante sus socios, para no reducirla a tan solo ofrecer mano de obra barata.

A pesar de todo lo que mostró López Obrador, su presencia en esa reunión, en México se le vio como un rotundo éxito, incluso, hubo quien lo calificó como Estadista, como fue el caso de Ciro Gómez Leyva. ¿Qué vio Ciro que los demás periodistas objetivos no vieron?.

López no es un estadista, está muy lejos de serlo. Pero además no hay un cambio esperanzador en su actuar, es una realidad, no ve más allá de las próximas elecciones; por eso es que se encuentra tan involucrado en la revocación de mandato, un mecanismo que debiera corresponder a la ciudadanía, no al presidente. Pero éste, se encuentra en franca campaña, porque de gobernar, pues nomás no se le da al “estadista”.

 


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Alfredo Albíter González

Lo bueno, lo malo y lo serio