El papel de la mujer universitaria

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Publicado en Opinión

El papel de la mujer universitaria

Miércoles, 23 Noviembre 2022 00:42 Escrito por 
Jorge Olvera García Jorge Olvera García Inventario

“Mujer, despierta; el rebato de la razón se hace oír en todo el universo; reconoce tus derechos. El potente imperio de la naturaleza ha dejado de estar rodeado de prejuicios, fanatismo, superstición y mentiras. La antorcha de la verdad ha disipado todas las nubes de la necedad y la usurpación. El hombre esclavo ha redoblado sus fuerzas y ha necesitado apelar a las tuyas para romper sus cadenas”.

Epílogo de la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadanía.

El papel de la mujer universitaria enaltece a la Universidad Autónoma del Estado de México, una Casa de Estudios que ha llevado como baluarte de su existencia el respeto a la equidad e igualdad de género. Basta recordar mujeres extraordinarias, mujeres de su tiempo que han estado a la altura de sus circunstancias, mentes lúcidas y ejemplos luminosos que inspiraron el actuar de las mujeres que hoy, desde sus trincheras, saben que su labor e involucramiento en la vida universitaria es indispensable. Me refiero a Flor de María Reyes Molina, quien mediante su férrea labor educó con su conocimiento a los alumnos del viejo abuelo ilustrado, de este caserón de piedra al cual llamamos Instituto Científico y Literario, en su trayectoria existen registros de que cultivó el amor a las letras a hombres y mujeres ilustres como Horacio Zúñiga Anaya, Josué Mirlo, Rosa María Casanova, Rosa María Sánchez Mendoza e incluso a nuestro insigne universitario, Adolfo López Mateos.

Esas mujeres, al igual que las que forman parte de nuestro tiempo y de nuestra Casa Verde y Oro, nos permiten afirmar que en la Universidad Autónoma del Estado de México las mujeres cumplen en el sentido real como en el filosófico y ontológico su papel en estos momentos, puesto que su labor y misión trascienden el contexto temporal que nos ha correspondido vivir y se prolonga más allá del tiempo y de los integrantes que la componen, de nosotros mismos depende que sigan cumpliendo su misión histórica reafirmando su impronta en el proceso del desarrollo mexiquense.

Tiempos nuevos avizoran circunstancias nuevas, por ello, todo mi apoyo, respaldo y compromiso con todas aquellas mujeres universitarias que, desde el humanismo, la preparación y el compromiso han decidido afrontar los desafíos que este tiempo les presenta a pesar de la violencia, del menosprecio, de la injuria, de la calumnia y la división, soy un convencido que solo a través del diálogo, del consenso y no del disenso; que la convergencia sea la única forma de vencer la divergencia y así construir con firmeza la unidad ante poniendo la igualdad y el respeto como regla principal de convivencia. En la Universidad todos tenemos razón, pero nadie tiene razón a la fuerza y nadie tiene la fuerza de una misma razón.

Los grandes cambios que han existido en la historia se han realizado a partir de mujeres que han estado a la altura de las necesidades de su tiempo, pero también de aquellas que saben cuándo y en qué trincheras son más necesarias, por ello en Derecho, Humanidades, Políticas, Economía, así como en la academia y el sector administrativo las mujeres representan un sector indisoluble, particular y necesario porque el tiempo es hoy, mañana no es, es ahora mismo y así debemos afrontarlo.

Nada ni nadie está por encima de la Universidad porque como dice Simone de Beauvoir “no se nace mujer, se hace”. Y en el hacer está el pensar, el valorar, el actuar. Eso precisamente es lo que enaltece a nuestra Casa de Estudios mediante la docencia, la investigación y la decidida preparación y agradecimiento a quien nos ha dado todo sin pedir nada a cambio.

Creo en la Universidad como Carlos Fuentes, creo en el papel que tiene esta para entender que no hay humanismo sin igualdad, sin equidad, pero, sobre todo, sin la fuerza femenina que hoy enaltece a la Institución donde se hace Patria, Ciencia y Trabajo recordando aquellas palabras de la décima musa: “Yo no estimo tesoros ni riquezas, y así, siempre me causa más contento poner riquezas en mi entendimiento (…) No estudio para saber más, sino para ignorar menos”.

Ahí radica su grandeza, su papel y eje transversal en nuestra sociedad, educándonos y educando con miras a seguir avanzando desde nuestras coincidencias y no desde las diferencias. Inteligencia y prudencia, razón y convicción, solidaridad y tolerancia, unión y no división, usando la mente como instrumento de transformación pues la desigualdad es más violenta que cualquier protesta.
Ante nuestras diferencias, dialogo. Ante nuestros retos, concertación.


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