Siempre gana el más fuerte…

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Publicado en Opinión

Siempre gana el más fuerte…

Lunes, 29 Mayo 2023 00:45 Escrito por 
Gilda Montaño Gilda Montaño Con singular alegría

LA HIDRA DE LERNA

Hércules es el más célebre de todos los héroes griegos: paradigma de la fuerza, el coraje, el orgullo, y el vigor… pero que como ya hemos ido contando, un ataque de locura, enviado por la diosa Hera, le hizo cometer un acto terrible en el que acabó con la vida de sus hijos. La penitencia por tan execrable acción le llegó de la mano de su mayor enemigo, Euristeo, ese que antes de nacer ya le había arrebatado su legítimo trono. Hércules, para obtener el perdón, se convirtió en su esclavo y debía llevar a cabo todos los trabajos que Euristeo le indicase. El primero fue matar al León de Nemea, el segundo, acabar con la Hidra de Lerna. Veamos cómo lo hizo, pero antes presentemos a su rival en la lucha.

La Hidra de Lerna era hija de dos monstruos terribles: Equidna y Tifón, y en algunos lugares se le considera hermana del León de Nemea. Fue criada por la propia diosa Hera bajo un plátano en el lago de Lerna, donde había una entrada al inframundo que la Hidra custodiaba, para que sirviese de prueba a Hércules.

Suele ser representada como una serpiente de varias cabezas, pero el número de cabezas no es siempre el mismo. Este depende de los autores y la diferencia entre unos y otros no es pequeña. Los tenemos desde aquellos que nos la describen con cinco o seis cabezas a quienes consideran que llegó a tener cien e incluso diez mil. Cabezas aparte, lo que realmente la convertía en un monstruo absolutamente temible, su verdadero «poder» era el aliento que salía de sus fauces que era sumamente mortal y hacía que quien se acercase muriese irremediablemente. Por supuesto, la hidra no solo atacaba a los humanos, también acababa las cosechas y los ganados. Terrible y temible, de verdad.

¿En qué consistía el segundo trabajo que pidió Euristeo a Hércules? Por supuesto, en que acabase con ese monstruo. Realmente no era nada fácil porque, además de todo, la Hidra poseía la cualidad de regenerarse, es decir, cuando alguien cortaba su cabeza en lugar de morir desangrada, que bien podía haber sido una opción, salía otra nueva u otras.

Para poder con ella Hércules recurrió a flechas encendidas y contó con la inestimable ayuda de su sobrino Yolao.

Una vez en el Pantano de Lerna, Hércules y su sobrino cubrieron sus bocas y narices con una tela para protegerse del aliento venenoso y el terrible hedor que desprendía la Hidra. Salvado el primer escollo el siguiente problema era saber cómo solucionar la regeneración de las cabezas. Algo tenían que hacer, porque si seguía regenerando a esa velocidad, el monstruo iba a poder con ellos.

Así que Hércules, demostrando una vez más que su inteligencia iba pareja a su fuerza, ideó la manera para conseguir vencer al monstruo. Sin mucha explicación mandó a su sobrino al bosque vecino para que lo quemara. Este, pese a lo extraño de la orden, obedeció sin rechistar y gracias a los tizones que de allí sacaban consiguieron, cauterizando con el tizón la herida que resultaba cada vez que cortaban la cabeza, que la carne de la hidra no pudiese reproducirse.

Aunque la cosa parecía ir mucho mejor para ellos, seguían teniendo un importante problema pues se decía que la cabeza del centro de la Hidra era inmortal. Heracles decidió, tras cortarla, enterrarla y colocar encima una gran roca. Y, mira tú por donde, surtió efecto.

Antes de dar por concluido el trabajo Hércules decidió empapar sus flechas en la sangre venenosa de la Hidra. A partir de entonces las heridas que causaran serían mortales.

Y la Hidra, ¿dónde acabaría? Pues también en el cielo ya que al morir fue convertida en constelación, y la situaron al lado de Cáncer. De hecho los astrólogos dicen que cuando el sol esta justamente sobre la constelación del cangrejo, es porque la Hidra tiene cerca su cabeza.

Si recordáis este segundo trabajo Hércules no lo ha realizado solo, sino que ha tenido la ayuda inestimable de su sobrino Yolao. Pequeño problema porque la compañía no les pareció bien ni a Euristeo ni, por supuesto, a Hera quienes consideraron que al haber realizado el trabajo acompañado este no contaba para el cómputo de diez que debía realizar como penitencia.

No será el único trabajo rechazado, el quinto, que consistía en limpiar los Establos de Augías en sólo un día, tampoco se tuvo en cuenta, siendo sustituido por otros dos. De ahí que los diez trabajos acabaran convirtiéndose en doce.

¿Sabéis que las hidras existen realmente? Son organismos que miden cerca de 1 cm, viven en agua dulce y poseen una decena de tentáculos que producen una picadura dolorosísima y, por supuesto, como en la historia de Hércules, son capaces de regenerar muy rápidamente los miembros que pierden.


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Gilda Montaño

Con singular alegría