Indefensos

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Indefensos

Miércoles, 04 Junio 2025 00:20 Escrito por 
Lo bueno, lo malo y lo serio Lo bueno, lo malo y lo serio Alfredo Albíter González

¿Para qué sirven las apariciones mañaneras, antes del expresidente Andrés López Obrador y ahora de Claudia Sheinbaum? En realidad, no se trata de una conferencia de prensa, tampoco de una plática circular para informar a los ciudadanos del quehacer gubernamental. Eso, de antemano, debería quedar por descartado. La función de esas mañaneras, hoy llamadas “la mañanera del pueblo”, es utilizada para llenar el hueco que existe desde hace más de seis años de la actividad efectiva de la administración.

No se ha invertido correctamente en infraestructura, condición obligada para beneficio de todos los habitantes del país. Se dejó de construir un aeropuerto que pondría a México a la vanguardia de la modernidad y la comunicación. Se hizo de lado la inversión para energías limpias; aunado a lo anterior, no hay más hospitales, tampoco más y mejores carreteras, dentro de muchas otras cosas que se dejaron de atender para sustituirlo por una descarada compra de voluntades.

Lo que sí se hizo, y con una determinación digna de mejor propósito, fue la destrucción total y sistemática de los órganos independientes creados para vigilar el buen funcionamiento y desempeño del poder. Precisamente fueron estos los que molestaban a quienes hoy gobiernan, porque no les acomoda la transparencia ni rendirle cuentas a nadie.

No debería sorprender entonces la devaluación de los activos de México: ¿qué importa que, por ejemplo, PEMEX sea considerada una empresa reducida a muy poco de lo que representaba en su época de gloria como soporte y proyección de la economía? Aún no se quiere reconocer que ya no es, ni medianamente, redituable; la terquedad de sostenerla como se le conoce le ha costado millones de pesos a los mexicanos.

El gobierno de López Obrador dejó como herencia una enorme manada de “elefantes blancos” que terminarán con la maltrecha economía mexicana, a la que se debe sumar la guerra de aranceles promovida por Donald Trump, presidente estadounidense.

Aun peor, provocar la destrucción del poder judicial representa ser el acto más grosero y cínico utilizado para demoler la incipiente democracia mexicana. Al igual que en la fábula de George Orwell, Rebelión en la granja, en donde los cerdos se apoderaron del control del poder de la granja, México transita en ese mismo sentido. Los cerdos dictan nuevas normas, nuevas reglas, nueva Constitución, al grado de someter a los ciudadanos a su voluntad. Irónico que aquellos que dicen defenderlos, les roban hoy instituciones, salud, seguridad, educación y libertad.

Pronto verán, los que hoy aplauden y también quienes, cruzados de brazos, observan esa destrucción, que no existirá más en quién apoyarse para defenderse del abusivo gobierno. Sin límites, se escribirá en un pizarrón la nueva forma de convivencia social permitida.

La descarada mutilación de la República de su poder judicial —el cual fue construido con mucho cuidado— ve llegar su fin con un grosero, disparatado, abusivo y descarado atraco. Digno de una historia de terror. A pasos agigantados, México transita al autoritarismo e, irremediablemente después, a la dictadura.

El expresidente López Obrador, desde su escondite —que abandonó momentáneamente para salir a votar el domingo pasado— debe estar esbozando esa sonrisa muy de él, la cual dibujaba en sus mañaneras cuando tundía a algún adversario o retaba a cualquiera que él eligiera para exhibirlo con su verdad por encima de la que se le pudiera demostrar.

El pueblo no se da cuenta, desafortunadamente, de lo que se está perdiendo; lo peor es que, voluntaria o involuntariamente, generan complicidad: unos a cambio de unos pesos y una despensa, con la que ofrecen su voluntad sin queja alguna; mientras que otros observan con los brazos cruzados. Cuando alguien les pregunte sobre su accionar ante lo que sucede, no tendrán nada qué responder.

Imaginemos: ¿qué hiciste o dónde estabas mientras se daba el golpe de Estado del 2025? La respuesta será: nada.

Como en la fábula citada de George Orwell, los animales de la granja le dieron todo el poder a los cerdos. Los ciudadanos le están dando todo el poder a sus dignos representantes, creyéndose el cuento de que habría igualdad y equitativa distribución de la riqueza, a pesar de ser testigos de que los que hoy se encuentran encumbrados pasaron de ser sus defensores a sus verdugos.

El pueblo quedará indefenso ante la nueva realidad; lo que es peor: aún no lo sabe e, irónicamente, seguirá aplaudiendo. No mide, no le interesa perder la división de poderes y lo que significa verdaderamente el poder judicial… hasta que, como siempre, sea demasiado tarde. Para entonces se dimensionará la pérdida.

Por otro lado, festejar el 13 % de participación en esa votación debería darles vergüenza, porque además el 20 % fueron votos nulos. Pero también debería obligar a la oposición a trabajar en ello. Los primeros, con muy pocos votos, consiguieron lo que se propuso López Obrador; y los otros andarán lamentándose entre pasillos, llorando por lo que no pudieron hacer.

Sin embargo, cabe la pregunta: ¿dónde están esos 36 millones de ciudadanos que exigían, según el manoseado discurso del partido en el poder, elegir en las urnas a jueces y magistrados? Someter al poder judicial a su aniquilación disfrazada de “elección democrática” es lo más absurdo que se coloca como pretexto para darle el golpe mortal a la República.

 

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Alfredo Albíter González

Lo bueno, lo malo y lo serio