La eficacia ante su fatal arrogancia

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La eficacia ante su fatal arrogancia

Domingo, 25 Noviembre 2018 09:54 Escrito por 
La eficacia ante su fatal arrogancia Los Sonámbulos

Aunque millones de mexicanos no estén de acuerdo y tengan motivos de sobra para ello, la realidad es que el gobierno que está por terminar fue más eficaz de lo que algunos suponen.

Entre otras cosas, por ejemplo, alcanzó con el consenso casi unánime de la sociedad y, desde luego, de la clase empresarial, que la “joya de la corona”, la industria petrolera, pudiera tener participantes privados, ya sin contratos enmascarados ni leguleyos y, mejor, con la presunta venia del padre de la nacionalización, según la propaganda.

Llámasele “privatización” (término que degeneró en “capitalismo de compadres” o negocio de “socios asociados en sociedad”, muy repudiado), “desincorporación”, “desmonopolización”, “apertura”, entes “subrogados” (como en el IMSS) etc., el hecho es que los “veneros del Diablo” fueron santificados, según el credo de moda.

Por fin, el más preciado de los botines fue ofrecido al mejor postor, esto luego de la fiebre neoliberal iniciada con Miguel de la Madrid en 1982 bajo los postulados thatcherianos-reaganianos de que “la que sociedad no existe, solo el individuo”, vendiendo a destajo cuanta empresa estatal estuviera disponible -con o sin números rojos, que era lo habitual-, seguido por Carlos Salinas de Gortari con la reprivatización bancaria, la venta de Teléfonos de México, Imevisión (hoy TV Azteca, operación en la que el “hermano incómodo” Raúl Salinas mostró ese raro gesto de generosidad nacional al prestar 50 millones de dólares al hoy magnate Ricardo Salinas Pliego, sabiendo que no se los iban a devolver, según la confesión del próximo presunto asesor presidencial) y luego de la recompra (le llamaron rescate tras el fraude del Fobaproa) de los bancos por parte de Ernesto Zedillo, sólo para volverlos a vender (preferentemente a extranjeros), sólo quedaba por vender el más preciado de todos los botines.

De esa manera el gobierno, encabezado por Enrique Peña Nieto, se encargó de colocar al país en el “sendero de la modernidad”, viendo por el retrovisor una era casi cavernícola, dejando su impronta en contratos en manos de petroleras extranjeras (amén de gasolinazos a mansalva, el último de ellos mediante la reducción del estímulo al impuesto especial sobre producción y servicios (IEPS) que, dicen, “no aumenta los precios de gasolinas y diésel”, un engaño más, igual al de la “reforma energética” en la que se vendió la zanahoria de que los precios de los combustibles incluso iban a bajar).

Frente a este “gran logro”, no conseguido por Vicente Fox Quesada ni por Felipe Calderón Hinojosa, que lo intentaron pero toparon con un PRI más simulador que “cardenista” en el Congreso de la Unión, las antiparras neoliberales han sido omisas en casos ignominiosos como el de “La Casa Blanca”, los sobornos petroleros de Odebrecht, la generación corrupta de gobernadores encarnando el “nuevo PRI”, la duplicación de la deuda de 5 billones de pesos a más de 10 billones de pesos, gracias en buena medida a la especulación; “Ayotzinapa”, “La Estafa Maestra” y cientos de miles de cadáveres gracias a la doble moral ante las drogas, donde las autoridades son parte del negocio, ya como patrones, socios o como empleados.

En término llanos, este gobierno (utilizo el término contra mi voluntad, pero así se le ha denominado a las nuevas gerencias) consiguió, apoyado por el garrote del “Ogro Salvaje” y sus postulados, demoler cualquier indicio de instituciones públicas, dejando la economía en manos de “los expertos”, sus rituales y jerga hermética, tratando de imponer respeto, y colocando tecnócratas sin oficio en tareas políticas.

Por ello, rápidamente, del “Saving México” se pasó al cachondeo del “Selling México” o “Killing México”, no por mala fe sino por la “reforma energética” y el campo santo nacional, es decir, las evidencias, y por esa fatal arrogancia de la que hablaba Hayek respecto del socialismo (el gurú del “1 por ciento” nacional y de las aulas del ITAM).

Fue excesiva la droga ideológica al sugerir que fuera del mercado no hay progreso ni salvación y que éste se autoregula, negando la acumulación por la acumulación y la miseria que esto genera.

Esa etapa llega a su fin pero sería un error, al estilo de Francis Fukuyama, anticipar los funerales de una época. Los muertos siempre reviven o de plano fingen su muerte para retornar más vivos que nunca.

Ahí están los propietarios de los capitales flotantes, esa economía de ciencia ficción resumida en la creación de ilusiones casineras como el” Bitcoin”, criptomoneda o moneda digital (soy, luego no existo), sin ningún asidero oficial ni ningún bien tangible, que van a seguir siendo protagonistas. Y contra ellos, signo de la imagen autoinflada que sólo acepta gobiernos en casos de emergencia (para salvatajes vía recursos públicos), resultan hasta tibias iniciativas encaminadas a eliminar o moderar comisiones bancarias.

En estos, como en otros casos, Hayek tiene razón: siempre habrá víctimas de espejos presuntamente científicos, entre ellos los propios victimarios.


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Jesús Delgado

Los sonámbulos