Escribo… luego existo

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Escribo… luego existo

Miércoles, 06 Febrero 2019 09:10 Escrito por 
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Siempre me ha apasionado la necesidad de los seres humanos por explicarnos los fenómenos, cualesquiera que éstos sean: ¿Por qué se hace de día o de noche? ¿Por qué llueve y por qué hace frio o calor? ¿Por qué el mar cambia de color y cómo es que se producen los huracanes?

¿Por qué los Estados Unidos se hielan, mientras que Australia se enardece? ¿La señal de wifi se puede convertir en electricidad? ¿Cómo es que llegamos a la Luna y por qué no se ha podido llegar al Sol? ¿De dónde salen los colores de las flores y cuál es la composición de la miel?

Hemos tratado de observar la condición humana, comprender qué es el amor y la felicidad; si existe una relación entre soledad y depresión; por qué las personas se casan o se divorcian; bajo qué circunstancias se agudiza la violencia de género; por qué no todas las personas tienen derecho a votar o decidir libremente.

Algunas de las respuestas a las más diversas preguntas que se ha planteado la humanidad se han buscado en el pensamiento mágico, otras más en el religioso; algunos prefieren las orientaciones filosóficas y, por supuesto, algunos otros preferimos aferrarnos a los saberes científicos para acercarnos a una forma de “construir verdades”, siempre coyunturales y parciales, porque así es como funciona la ciencia.

Algunas veces la ciencia avanza, y ello es toda una ocasión para celebrar; otras, en cambio, retrocede y eso también es una ocasión para celebrar aún más.

Parafraseando a Karl Popper, precursor del falsacionismo en el análisis del método científico: “La ciencia es un repertorio de mentiras que aún no hemos demostrado que lo son, pero que son provisionalmente útiles por haber sustituido a otras que ya hemos demostrado que lo eran”.

¿El Arte? El arte, es de naturaleza distinta, no busca verdades ni tiene un método específico y es, sin embargo, otra forma de dar… si no respuesta a las preguntas que se plantea la humanidad, sí una forma de darles cauce. A través del arte hemos volteado a las metáforas de la vida, a la intuición, a la experiencia sensorial o idiosincrática, tratando de sintetizar o abstraer el mundo en un lienzo, en un poema, en una partitura o en un movimiento.

Lo cierto es que –como dice Javier Sampedro, biólogo, periodista y músico español– “el mundo es confuso y farragoso, pero entender las cosas suele ser cuestión de mirarlas desde el ángulo adecuado”.

¿Cuál es ese ángulo? ¡Ahí esta el dilema! Muchas han sido las contribuciones que los diferentes saberes y quehaceres han aportado al desarrollo de nuestra civilización, a nuestra existencia y a nuestro espíritu de trascendencia. Lo que me parece importante es posicionarnos de una manera participativa y reflexiva, aprender a mirarnos desde diferentes ángulos, a no perder el sentido de asombro y, eso sí, a respetar las más diversas formas, estrategias y maneras de dar cauce a los cuestionamientos humanos.

No perder de vista que el ser humano es la medida de todas las cosas y que todo pensamiento es una construcción humana, llena de significados y pulsaciones.

Escribo pensando en todo y en nada, escribo por amor, por miedo, por placer, por curiosidad, escribo por la libertad, por la duda. Escribo… escribo, luego existo…

 


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Ivett Tinoco García

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