Elizabeth Velasco C.
Desde que inició su campaña a la presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador fue muy bien asesorado sobre el impacto nacional e internacional que tendría a través del uso de las redes sociales: Facebook, Twitter, Instagram, Google y otras que lo han catapultado hasta el día de hoy.
Por ello, el 1 de julio de 2018, en el acto que encabezó en el Zócalo capitalino luego de ganar las elecciones presidenciales en urnas, no sorprendió una de sus frases más célebres: “mi gratitud a las benditas redes sociales”.
El agradecimiento bien vale la pena, porque las frases o palabras del presidente de México se reproducen una y otra vez en las cuentas tanto de simpatizantes como de sus detractores virtuales, circunstancia que lo coloca como una de las figuras políticas que más interés genera en las redes sociales, como revelaron las estadísticas de Twitter y Google a finales de 2018.
Apenas hace unos días, el propio López Obrador admitió que la difusión de su conferencia de prensa mañanera, a través de las redes sociales, es su principal plataforma para desmentir lo que en su contra publican los medios de comunicación, y que por lo tanto ya no necesita exigir derecho de réplica ni enviar “desmentidos” a las jefaturas de información de los medios de comunicación impresos y electrónicos.
No sólo su conferencia matutina, sino cualquier acto público o recorrido al interior del país es difundido virtualmente una y otra vez, logrando un gran alcance si consideramos que en México se registraron alrededor de 71.3 millones de usuarios de Internet, de los cuales 76.6 por ciento tiene acceso a redes sociales y 78.1 por ciento a los contenidos audiovisuales, según la más reciente Encuesta nacional sobre disponibilidad y uso de tecnologías de la información en los Hogares, del INEGI.
Y gracias a ese alcance, no sólo decidió bajar en 50 por ciento la publicidad gubernamental, sino además repetir y pregonar que desde la llegada de su gobierno se ejerce la “democracia” y la población hace lo propio con su libertad de expresión.
Lo cierto es que mientras López Obrador suele burlarse de sus críticos o descalificar a quienes emitan algún cuestionamiento -hace unos días llamó “ternuritas” al grupo de “contrapeso” y los calificó como políticos del “conservadurismo”-, sus seguidores resultan hasta amenazantes por los improperios e insultos que lanzan a quien realiza algún cuestionamiento incómodo al tabasqueño.
A esta periodista le ha sucedido que por hacer algún cuestionamiento en Facebook o Twitter, durante la conferencia mañanera, inmediatamente y durante el día decenas de “simpatizantes” responden con groserías, insultos, descalificaciones que resultan intimidantes.
Lo mismo hacen a los reporteros que asisten a la conferencia matutina; de inmediato se desata la jauría en su contra y comienzan los cientos de insultos, por lo que vale la pena preguntarse cuántas de esas cuentas no son en realidad bots o trolls.
Parece ser que el presidente de México no ha entendido que representa a todos los mexicanos y que para lograr la tan ansiada pacificación del país, la armonía y crecimiento es necesario dejar el discurso de la confrontación, la burla y exacerbación. Más aún si se dice partidario del “perdón y la indulgencia”.
Sin duda, sería un buen ejemplo para sus seguidores -o trolls o bots- que día con día se lanzan sin argumentos, ni razón, ni la mínima información contra quien sí se encuentra informado, realiza su trabajo y tiene derecho a disentir.
correo: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
