Aventuras de un teólogo humorista y sociólogo por accidente

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Aventuras de un teólogo humorista y sociólogo por accidente

Viernes, 10 Mayo 2019 09:38 Escrito por 
Aventuras de un teólogo humorista y sociólogo por accidente Foto: Especial

Peter Ludwig Berger (Viena, Austria; 1929-Brookline, Massachusetts; 2017) fue un profesor de sociología en la Universidad de Boston, conocido sobre todo por su famosa obra “La construcción social de la realidad: un tratado en la sociología del conocimiento” (1966, que escribió junto con Thomas Luckmann).

Berger es un sociólogo fuera de serie. Algo sorprendente de este polifacético personaje es su gran sentido del humor y su apreciación de la buena literatura que, enseñaba, puede ser buena sociología como en el caso de Balzac. También es notable porque enseñaba teología en la misma Universidad, y que dedicó prácticamente la mitad de sus libros a temas religiosos. 

Para Berger una sociología del conocimiento es imposible sin una sociología de la religión, pues la religión es el universo simbólico legitimador por excelencia. Y, a diferencia de otros doctos universitarios, Berger no estudiaba la religión desde fuera, sino que se declaró profundamente cristiano desde su juventud, cuando estudiaba en el Seminario Luterano de Filadelfia.

La tesis central de su obra es que todo conocimiento (científico, moral, religioso, objetivo, subjetivo, etc.) depende de formas de organización social contingentes.

Las instituciones sociales conforman nuestras mentes, y orientan nuestras posibilidades de conocer. 

Para Berger, las instituciones son necesarias, pues sin ellas se desvanecerían las experiencias religiosas de los individuos. Pero tienen dos aspectos negativos: son una barrera para reconocer la autenticidad de la experiencia de otros grupos, y a la larga terminan distorsionando la experiencia originaria y sometiéndola al interés de la propia supervivencia. 

No es de extrañar, por eso, que Berger dejara sin resolver el problema de la elección de la confesión cristiana por parte de un sincero creyente. Según él, lo mejor sería buscar algo intermedio entre el catolicismo romano (que exige creer en demasiadas cosas) y el protestantismo liberal (que cree en demasiadas pocas).

A pesar de su inclinación hacia la teología, cabe señalar que Peter Berger rompe con todos los tópicos de lo que cabría esperar de un académico y sociólogo de primera división. Es un personaje singular y una rara avis por su originalidad al formular nuevos interrogantes para la investigación sociológica. En su libro autobiográfico Adventures of an accidental sociologist, how to explain the world without becoming a Bore  (2011, Aventuras de un sociólogo accidental: cómo explicar el mundo sin ser aburrido), explica que su vocación era ser ministro de culto luterano pero que, por casualidad, fue a parar al mundo de la sociología y siempre con un gran sentido del humor visualiza su oficio de ¨sociólogo accidental¨ como una fascinación inmensa por las (chistosas) ocurrencias del mundo humano y su esfuerzo para poder comprenderlas. De sus aventuras intelectuales es de lo que trata su interesante y divertido libro.

Los científicos sociales y profesores de la materia tienen mucho que aprender de Berger y su hábil ¨arte de la desconfianza¨ aplicado a su enfoque sobre la realidad social.  Como él mismo concluye, ´Los científicos sociales moralmente sensibles deben moverse instintivamente hacia el término medio en sus posiciones (término medio entre el cambio radical  y la obstinada preservación), sobre la mayoría de los temas.

Entre sus más de 20 libros sobre sociología destaca Rumor de ángeles: la sociedad moderna y el redescubrimiento de lo sobrenatural, 1969 (en español por Editorial Herder desde 1975). En este estudio de la sociología Berger descubrió que la religión estaba cada vez marginada debido a la creciente influencia de la tendencia moderna hacia la secularización. 

Berger identificó la secularización que no sucede tanto con las instituciones sociales, como lo es hacia las iglesias, debido al aumento de la tendencia hacia la separación de la iglesia del estado, y que se aplica a ''procesos dentro de la mente humana'', produciendo ''una secularización de la conciencia". Cuestionó el esquema de secularización/modernización, sugiriendo modificaciones importantes dentro de la teoría de secularización, anticipando los cambios que estamos viendo en estos tiempos postmodernos en la relación cada vez menos laica por el acercamiento mayor entre Estado e Iglesias en la práctica política y social. 

Otro de sus importantes libros disponible en español es Risa Redentora, la dimensión cómica de la experiencia humana (Ed. Kairós, 1998). Risa redentora no contiene ninguna novedad en este aspecto. Pero, si dejamos al margen la cuestión institucional, se puede decir que es un loable intento de redescubrir lo sobrenatural por medio de cauces abiertos en el pensamiento contemporáneo. 

Igual que han hecho el existencialismo y el humanismo religioso de nuestro siglo, Berger parte de la antropología para dar paso a la teología. Intenta algo así como una formulación inductiva de la fe a partir de experiencias empíricas sobre el hombre (en este caso, de la experiencia de lo cómico). Es una forma de llegar a lo divino por lo humano.

Risa redentora es un libro difícil de clasificar pues se sitúa en la encrucijada de la teología, de la sociología y de la filosofía. El profesor de Boston se siente distante de toda ortodoxia que pueda derivar en una opresión de su conciencia libre y, en definitiva, intenta no tomarse demasiado en serio las instituciones, sean religiosas o científicas. Y por eso se ríe un poco de todo: porque la experiencia de lo trascendente, piensa, le permite reír y jugar con las modestas proporciones de la existencia humana. Y en esa línea va también su elogio de la duda en su libro In Praise of Doubt: How to Have Convictions Without Becoming a Fanatic, 2009 (Elogio de la Duda: Cómo Tener Convicciones Sin Convertirse en un Fanático), en donde aboga por una política de la moderación.

Esta irónica actitud de creyente escéptico se traduce en un estilo propio que entronca con la mirada de los clásicos de la sociología, en el sentido de cuestionarlo todo, sin miramientos, siempre añadiendo un toque de humor agudo. Esta curiosidad incesante e interrogación pícara se hacen patentes en todas sus obras, y han resultado en la investigación de temáticas diversas, desde las relaciones entre la rumorología sobrenatural de los ángeles y la modernidad, o entre modernidad y desarrollo económico en países de América Latina o, abiertamente, hasta sobre el propio sentido del humor.

En el último capítulo de su libro Aventuras de un sociólogo accidental: cómo explicar el mundo sin ser aburrido, Berger -cuya verdadera vocación de cuentachistes se manifestó desde su niñez- expresa sus deseos de dejar al lector riendo e incluye una serie de chistes, ya que como él señala ¨el chiste es la forma más económica de lo cómico¨ y éste puede ilustrar agudamente una realidad humana y ser un tipo de sociología. 

Al contrario de la economía que se ha calificado de ¨ciencia sombría¨ (y vaya que lo es cada vez más) la sociología no tiene que ser aburrida. Y como el gran cuentachistes Berger la presenta puede ser divertida, tan divertida como cómico es el ser humano. Como dice Woody Allen — Si quieres hacer reír a Dios, cuéntale de tus planes.

(Mayo 2019)


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Javier Ortiz de Montellano

Articulista invitado