A propósito del Día del Padre

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A propósito del Día del Padre

Miércoles, 19 Junio 2019 00:10 Escrito por 
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Hay una necesidad humana de dedicar un día para conmemorar lo que consideramos importante. El nacimiento o la muerte de las personas, la salud, la enfermedad, el fin de una guerra o de una revolución, el inicio de movimientos sociales.

Tenemos días para todo y para todos; hay días para la educación, el braille, la lengua, el cáncer, la justicia, la amistad, el amor, los asteroides, vamos, hasta para las legumbres tenemos un día. Todos tienen una razón de ser, ya sea conmemorar, concientizar o erradicar.

En México, desde la segunda mitad del siglo XX se celebra el Día del Padre; aunque –no hay ni siquiera que sugerirlo– no con la misma intensidad que el Día de la Madre.

A diferencia del día de la madre que, al menos en México, se celebra invariablemente un día específico; el del padre no tiene un día particular, sino una fecha genérica que acontece el tercer domingo del mes de junio. Al padre siempre se le celebra en domingo, mientras que, a la madre, no; a ella se le celebra siempre el día 10 de mayo, sea el día de la semana que sea.

No está nada mal, los domingos son siempre un buen día para una reunión familiar. Algunos celebran con pequeñas reuniones y otros con grandes fiestas; en cualquier caso, nunca faltan los momentos para destacar virtudes y valores de los progenitores, o de los que han fungido como tales. Hay también familias que celebran lo que sus padres fueron en vida, y también muchas otras que no celebran ninguna figura paterna, y no por eso son menos familias.

Si uno se pregunta con qué palabra se puede asociar a un padre, es común encontrar como parte de las respuestas: seguridad, heroísmo, fortaleza, guía, cuidado, ejemplo, liderazgo. Si hacemos el mismo ejercicio con la madre, las palabras más comunes serían: amor, ternura, protección, comprensión, cuidado, generosidad, prudencia. Estas asociaciones son resultado de los roles y estereotipos que hemos construido sobre lo masculino y lo femenino.
Hasta hace algunos años, la esfera privada representaba el espacio “natural” para la mujer: el hogar, la familia y el cuidado de los hijos era su principal responsabilidad. La esfera pública y el trabajo remunerado era el espacio “natural” de lo masculino.

Como diría Martha Gúelfo en La Réplica: “Si nazco hombre me toca el cajón masculino. Me toca la fuerza, el poder, el éxito, la intelectualidad, la independencia, la libertad sexual, la valentía, el liderazgo, la represión emocional y un largo etcétera. Si nazco mujer me corresponde el cajón de lo femenino, y por lo tanto la debilidad, la dulzura, la dependencia, la represión sexual, la cobardía, las labores, los cuidados, la belleza, la expresión emocional y otro largo etcétera.”

Afortunadamente estas categorías se están modificando y, aunque lento, el cambio es irreversible. En algunos países, en algunos sectores, en algunas comunidades, empieza a ser más común encontrar hombres y mujeres que se construyen en la lógica de igualdad de derechos y de oportunidades, que asumen de manera corresponsable las tareas del hogar y el cuidado de los hijos, y que comparten el esfuerzo por ganarse una oportunidad en el espacio público.

PD. Si a mí me preguntan sobre mi Padre, de manera casi espontánea puedo decir que él es un hombre extraordinario, forjado en la adversidad, con decisiones firmes y pocas variaciones emocionales. Un hombre con dignidad inquebrantable, de sonrisa tenue. Analista político autodidacta, de pocas palabras, siempre profundas e inteligentes. Un hombre de su época, capaz de asumir ciertos cambios acordes a los nuevos tiempos, él es y así es.

 

 


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Ivett Tinoco García

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