Culiacán, la muestra de una estrategia que nunca existió

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Culiacán, la muestra de una estrategia que nunca existió

Miércoles, 23 Octubre 2019 00:06 Escrito por 
Culiacán, la muestra de una estrategia que nunca existió Lo bueno, lo malo y lo serio

Los hechos ocurridos el jueves 17 de octubre en Culiacán, Sinaloa, materializan una obscura y predecible realidad, no existe ninguna estrategia del gobierno federal para el combate al crimen, para devolver seguridad a los ciudadanos; una de las más importantes promesas del presidente Andrés Manuel López Obrador.

En un sólo día se puede resumir el fracaso de lo que ha presumido como estrategia el titular del ejecutivo, atender las causas reduce a su mínima expresión la capacidad del Estado ante una creciente inseguridad, dejando ver que ese “atender las causas”, es sólo una insultante recolección de votos a través de programas a modo para ello.

Desde el principio del gobierno actual, en el que se renunció al uso legítimo de la fuerza, se desataron poco a poco una serie de insultos al ejército, a la guardia nacional, y a las demás corporaciones de seguridad, esto desvela y pone en evidencia que carece de lo principal, hacer respetar la ley. La ridícula propuesta de hacerle fuchi y guácala o acusarlos con sus mamás o abuelas a los delincuentes, ha traído como consecuencia que México sea el hazme reír del mundo.

Y eso es una desgracia para los mexicanos, elementos del ejército y de las demás corporaciones, que contrario a su costumbre, han tenido que aguantar leña para ser sometidos, sobajados y puestos en ridículo por quienes así les apetece hacerlo, ante los curiosos y la lente de los periodistas que dan cuenta de ello.

De esta forma se denigra a quien debería contar con presencia inapelable, como la merecen los muchos bien entrenados elementos que forman parte de las fuerzas armadas, a los que parece que se les ha dejado en el olvido. No puede dejarse pasar por alto la indiferencia con la que se refiere el mandatario a ellos, la frase de “si por mi fuera desaparecería al ejército”, es lapidaria.

El crimen organizado ha cooptado a varias corporaciones de los municipios, entidades federativas y federales, pero además, al no ser molestados se han fortalecido, la nula respuesta para atender lo que en realidad sí son las causas, quedan a un lado, y se privilegia captar la mayor parte de posibles votantes necesarios para el 2021, quedando como un insulto la palabrería que se recita por las mañanas; “vamos bien” con la supuesta e inexistente estrategia.

Lo que sí tiene el presidente López Obrador, es que es implacable cuando se trata de periodistas, que no son a modo, o de empresarios que no se alinean a su voluntad, incluso con presidentes municipales (de la oposición claro) que solicitan más presupuesto para atender las demandas de sus ciudadanos, porque son recibidos con gas lacrimógeno. Básicamente, cualquiera que no esté de acuerdo con él.

Todo esto nos lleva a un enfrentamiento brutal y desproporcionado de una realidad que se insiste en ocultar, aunque a partir de lo ocurrido en Culiacán, las cosas empezarán a cambiar para evidenciar su verdadera intención.

El secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo Montaño, presentó varias versiones de una mal aplicada estrategia, y la consecuencia del resultado no puede apartarse de la lógica que conlleva el debilitamiento de áreas importantes como el de inteligencia, que han sufrido con los recortes que ordenó el titular del ejecutivo.

No puede aceptarse que eso tenga poco o nada que ver con lo sucedido en Culiacán, las áreas, al verse recortadas en presupuesto, tuvieron que prescindir de profesionales capacitados para atender la encomienda de planificar, preparar, investigar y cuidar la ejecución de un plan bien elaborado, bien pensado, bien estructurado, sólo basta revisar anteriores operativos contra importantes criminales y lo que arrojaron, pero, además, al del jueves faltó la Marina, cuyas intervenciones han demostrado su capacidad, ¿por qué no participaron?

El fracaso del operativo en el que se detuvo a Ovidio Guzmán López no tiene otro responsable, que el que se arroga de ser el Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, pues es el que decide, no debe ni puede aceptarse que no sabía, él mismo lo dejó claro, no hay nada que no sepa el presidente (quedó grabado), tal vez el gabinete de Seguridad propuso su libertad. No obstante, el Fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero, ya lo exoneró.

Aunque llama la atención que López Obrador aceptó, sin cuidado de sus palabras, y es esta la consecuencia que arroja tener todos los días que salir ante la prensa, que él sabía del operativo, que se enteró de las condiciones, y que avaló dejar en libertad al hijo del Chapo, nadie le podía decir del riesgo de sus palabras, y, como sucedió, tiempo después negó incluso que sabía del operativo (muy conveniente), pero que acudiría ante la autoridad para manifestar sus argumentos. Necesita urgentemente el titular del ejecutivo escuchar a sus asesores jurídicos.

El discurso con el que se aferra el presidente, que con tal decisión se salvaron vidas humanas, choca de frente con un grito ensordecedor de la realidad, porque el infierno lo crearon desde la cúpula, y es absurdo que salgan a querer recibir loas y aplausos por ello.

Nunca antes había sido sometido el ejercito a tales condiciones, la capacidad, entrenamiento y adiestramiento de los elementos no puede quedar en duda, porque ellos cumplieron órdenes, se replegaron y defendieron su posición, fueron los mandos, que no dieron las instrucciones adecuadas.

Las fuerzas armadas estarán molestas, no sólo por lo que sucedió en Culiacán, sino porque se han visto en la penosa condición de aceptar ser sometidos, insultados y vejados, para cumplir la orden de no repeler las agresiones. Además de humillados, ahora estarán confundidos, ¿qué sigue para ellos?

Lo ocurrido en Sinaloa es muy lamentable, y las consecuencias, empezando para Alfonso Durazo deberían darse a corto plazo, sin embargo, parece que no habrán para él, ya lo dijo el presidente que apareció muy engallado, al decir “no habrá renuncia”, a pesar de eso, López Obrador no podrá eludir lo que la historia tenga que decir de lo hecho en su gobierno. Ahora, puede poner los pretextos que quiera, y sus seguidores repetirlos hasta el cansancio, pero lo ocurrido no cambiará, y quedará grabado el 17 de octubre de 1019 como el día en el que el Estado cedió al terrorismo del crimen organizado.

 


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Alfredo Albíter González

Lo bueno, lo malo y lo serio