El INAP y Olga Sánchez Cordero Dávil

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El INAP y Olga Sánchez Cordero Dávil

Lunes, 18 Enero 2021 00:15 Escrito por 
Gilda Montaño Gilda Montaño Con singular alegría

Engrandecer el alma, la mente, el espíritu y la conciencia. ¿Quién puede hacer todo esto, sin haber pasado por mil percances y averías? Sólo la gente prodigiosa, la que crea, la que entiende, la que disfraza, la que otorga y decide renovarse por minuto. Y dejar, además, atrás todo lo absurdo que no le corresponde.

Son muy pocos los seres humanos que trascienden en esta vida. Pero muchos, casi todos, tienden a ser aberrantes egoístas que no entienden por qué, ni para qué, sirve la vida.

Tengo muchos amigos enormes y llenos de luz. De todos, muchos han dejado huella en esta vida. Podría nombrar a todos. Cada uno tiene un significado distinto. O son administradores públicos, o poetas, o pintores, o abogados, o médicos, o ingenieros, o políticos o jardineros… pero todos siembran algo.

En la historia de mi vida, he tenido la suerte de estar rodeada de grandes seres humanos, que en serio, no me he ido a buscar. Solitos y por pura serendipia, han llegado todos juntos, a alegrarme y a darme un mucho de esperanza, amor y gratos ratos de memorias cotidianas.

Por ejemplo, miro la televisión y allí está la inteligente y admirada Olga Sánchez Cordero Dávila. Hija de mis padrinos Olga y Jorge, a los que quise yo tanto. Mujer a quien le acerqué el Instituto Nacional de Administración Pública, que se muere poco a poco, con todo su gran y prodigioso equipo de seres de primer orden, para que pudieran hacer muchas cosas juntos. Y no se han hecho. Pero a lo mejor algún día se podrán. Considero que, si ella conociera el terrible esfuerzo que han hecho muchos de mis muy añejos maestros, estaría más que satisfecha de este lugar. Yo lo estaría. De verdad.

Pero también ubico a muchos de todos los que han pasado por allí desde que trabajé en ese lugar hace muchos años, como la jefe de prensa del INAP, y los ubico en tiempo y forma. Maestros de excepción que, además han dado su vida por el servicio de la administración pública en este país.  A todos conozco. Resumen: ya me volví vieja. Pero con harta experiencia. Y con una sola y grandísima ventaja. Sé escribir, y me publican. Gracias a Dios. ¡Buen día! Pura Serendipia…

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Gilda Montaño

Con singular alegría