Las consecuencias de no hacer ajustes en el gobierno

DigitalMex - Periodismo Confiable

Publicado en Opinión

Las consecuencias de no hacer ajustes en el gobierno

Domingo, 05 Diciembre 2021 01:45 Escrito por 
Alfredo Albiter González Alfredo Albiter González Lo bueno, lo malo y lo serio

A tres años de asumir el poder, el presidente Andrés López Obrador dejó en claro que eso de gobernar nomás no se le da y ni se le dará. El hombre, que seguramente debe ser hijo predilecto de Macuspana, se pasó 20 años en campaña; alguien debería recordarle que en 2018 finalmente ganó la presidencia.

Con la celebración de tres años de haber logrado su objetivo, dio un informe; otro más de los muchos que ha dado y que sinceramente, como los anteriores, no se le vieron diferencias que fueran dignas de mencionarse. Al festejo, porque no fue un acto de rendición de cuentas, y más que dar a conocer las condiciones en las que se encuentra el país, acudieron miles de acarreados que llenaron el zócalo quienes arroparon a López. Es ahí donde es feliz, en la plaza pública, acompañado de su gente, celebrando, festejando, sintiéndose consentido y amado.

Ese es el presidente de México, un individuo que luchó como ninguno para alcanzar su sueño de comandar el destino de la nación, y que, sin duda alguna, fue de los más duros opositores de los que se pueda tener memoria; por lo mismo tal vez sea su mayor logro, siempre echado para adelante y retando al gobierno en turno.

La lucha titánica que emprendió el tabasqueño lo llevan a recuerdos muy dolorosos; ninguneado muchas veces se fue forjando de arrojo y valentía. Únicamente le faltó algo, por cierto elemental, pero que él consideraba, y aún lo considera, insignificante; prepararse para el cargo.

“No tiene mucha ciencia gobernar” decía, y sí, es precisamente en lo que falló. Buscó hasta conseguir sentarse en la silla del águila, pero jamás hizo conciencia en que para ocupar el más importante de los cargos era necesario prepararse, estudiar, viajar al extranjero, tomar cursos, diplomados, conocer de historia universal, y, sobre todo, conocer de los mercados internacionales y de las grandes diferentes de las sociedades del mundo, principalmente de los vecinos: Estados Unidos y Canadá.

La preparación no es opcional, es fundamental para una aspiración tan alta, minimizar el cargo que con tanto ahínco se busca, es desvalorar el esfuerzo, es hacer ver que cualquiera puede llegar a él (ahora sabemos que eso sí es posible) sin la preparación adecuada.

Sistemáticamente, el presidente ha descargado su rencor, guardado por años en contra de los que saben más, de los que se preparan, de los que van al extranjero a adquirir mejores conocimientos para enfrentar un mundo cada vez más competitivo, ese mundo que en Andrés López no existe.

Esta consideración es una grave ofensa, la pagará no sólo el de Macuspana, sino el pueblo de México, todo. La visión de un mundo pequeñito, en el que se puede escapar de las críticas y esconderse en un sótano para que la luz no le dé, es solo un sueño, la realidad dice y siempre dirá otra cosa.

La convocatoria que realizó López para congregar a su gente en el centro del país, con el propósito de, frente a “su pueblo”, ofrecer un discurso que no ha cambiado desde el principio de su administración, ha puesto en riesgo a todos los asistentes; las recomendaciones por el problema que aún representa la pandemia, no fueron escuchadas.

Frente a la multitud, habló de lo que no existe, volvió a prometer lo que sabe nunca cumplirá, es lastimoso que, en el pico de su gestión, se presente así, como si todo lo hubiera logrado. Será penosa la caída, porque a partir de ¡ya! empezará a decaer la esperanza, ya no hay nada nuevo, su discurso es desgastado, y su 4t no se ve por dónde pueda cuajar.

Pero si hay algo que poner en relieve, además de las muchas fallas de su gestión, es la negación a realizar ajustes, cambios. Motivado por una idea que debe crecer muy en el fondo de su ser, no se permitió rodearse de personas con verdadera capacidad para acompañarlo en los diferentes cargos de transcendencia, siempre prefirió ese supuesto 90% de honestidad (sí, como no) y 10 de conocimiento.

El desprecio al conocimiento le entregará una factura a los mexicanos que se estará cobrando por décadas, los errores de las malas decisiones no perdonan, y no lo pagarán los que con su terquedad las impusieron, sino los que se supone deberían ver el beneficio de tener un nuevo país y un mejor futuro.

Ni hay nuevo país, ni mejor futuro, ya que el futuro se pinta más negro que lo que jamás nadie se hubiera imaginado. Al relevo, si es que no consigue continuar López como siempre ha sido su deseo, quien llegue; no podrá enderezar el barco, se necesitará mucho más que un sexenio para lograrlo. Pero si para eso es complicado, para reconstruir el tejido social será aún más.

La necedad de pensar que se es sabio y que se cuenta con todas las respuestas, así como no realizar los ajustes que requiere el país, son un terrible cóctel que evidenciará muy pronto ese despropósito. Ahí está el ejemplo del infame Hugo López-Gatell.

López Obrador no quiso ser igual que sus antecesores; lo anhelaba; lo gritaba; enfrentaba a la prensa y a quien fuera para desmentir cualquier comparación, “no somos iguales”, decía con vehemencia, para acabar siendo precisamente más de lo mismo y con un poco o mucho de lo peor.

El pueblo depositó en el tabasqueño todas las esperanzas de un verdadero cambio, como el que prometió, sin reparar siquiera en revisar sus antecedentes del personaje en cuestión, porque de haberlo hecho, se habrían dado cuenta con facilidad que no había forma de que cumpliera con esas promesas. No llegó de la luna o de algún otro planeta, sus formas, su manera de ser y pensar ya lo habían descubierto de cuerpo entero.

El 1 de diciembre de este año quedará grabado en la memoria no sólo por el descarado acarreo de ciudadanos, sino porque es triste ver a un presidente intentando mostrar “el músculo”, porque únicamente dejó ver que donde nació su movimiento, ya no le rinde pleitesías. Ya no reúne a la cantidad de gente que presume; eso quedó en evidencia, sobre todo, si se compara con aquél 1 de diciembre de 2018, es, la decadencia de su popularidad. Sólo él cree que casi es del 70%.


Visto 1473 veces
Valora este artículo
(2 votos)
Alfredo Albíter González

Lo bueno, lo malo y lo serio