La trampa maldita

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Publicado en Opinión

La trampa maldita

Miércoles, 14 Diciembre 2022 02:45 Escrito por 
Alfredo Albiter González Alfredo Albiter González Lo bueno, lo malo y lo serio

Desaparecer al Instituto Nacional Electoral o debilitarlo, como quiera que sea, la idea es la misma; garantizar que el gobierno pueda despacharse con la cuchara grande para poder controlar el resultado de las elecciones que se avecinan, tanto las del Estado de México y Coahuila, como la que determinará en 2024 quien será el próximo presidente de México en sustitución de Andrés López Obrador.

Nada más complicado como enfrentar a un gobierno que se empecina en manejar las cosas como las manejaba el viejo PRI, ese mismo que muchos en Morena juraban iba a desaparecer o, que le faltaba poco. No ha sido así, al igual que el Pardito de la Revolución Democrática al que dieron vida personalidades como Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, Porfirio Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez, entre otros destacados políticos, ha enriquecido al partido o Movimiento del presidente.

El desaseo con el que se ha manejado el gobierno federal en el tema de política nacional ha sido sumamente evidente, el tránsito de reformas en el Congreso ha demostrado, particularmente, un ninguneo de opositores, los que, por el número reducido frente a la aplanadora guinda, su participación con peso, es mínima, solo cuando se trata de reforma constitucional, y eso, por la cantidad de votos que se necesitan, pero que, como hemos visto, consiguen doblando opositores.

Pasó tiempo para volver a ver esas prácticas añejas en las que la mayoría en el Congreso ejercía su poder, para ofrecer su incondicional apoyo a todo lo que le interesa al presidente de la República, sin atreverse anteponer el interés de sus electores, y con obediencia ciega, pasar proyectos aún sin leer; como el de las reformas a las leyes secundarias que afectan al INE y por consecuencia, a la democracia mexicana.

Alejado de toda idea democrática construida en el país a lo largo de muchos años de lucha, López Obrador encamina al país a una inevitable regresión de decenios. Sí, esa palabra que odian escuchar los morenistas, pero que hacen lo imposible por cristalizarla para cumplir el deseo del tabasqueño, no es, y nunca ha sido fortalecerla. El presidente más anti demócrata que se ha sentado en la silla presidencial en la época moderna, no quiere correr el riesgo de perder el poder.

¿Qué le preocupa a López Obrador?

Bueno, no es poco, sabe de antemano que en el caso de perder el Estado de México, y por consiguiente, y con grandes posibilidades, la presidencia de la República, materialmente lo tendrían sentado en el banquillo de los acusados; son muchas las faltas y errores que ha cometido como para no preocuparse, entonces, quiere asegurar su libertad y la de los suyos, es por eso que busca consolidar su eterno pensamiento respecto de los posibles candidatos; 90 por ciento de lealtad y el resto de lo que sea.

El conocimiento no se necesita para este gobierno, el gabinete federal así lo ha demostrado, por lo que no debería causar sorpresa que las construcciones de las obras de este sexenio tengan tantos problemas. Lo que no se hace apegado a la normatividad y con la orientación correcta, no puede tener buen fin, envían al precipicio cualquier intento, además, campea la corrupción en todas ellas. Puede negarse desde luego todos los días que no existe tal corrupción, pero al final del día, la verdad tarde o temprano sale a relucir.

El hecho es que el mandatario no pretende dejar un resquicio de posibilidad de rendir cuentas, tan solo de imaginar que se le pueda investigar por sus posibles relaciones obscuras de las que ha sido señalado, así como de violentar la constitución desde el inicio de su sexenio, deben tenerlo más que nervioso, a pesar de saber que tiene debajo de la manga la posibilidad de agitar a sus huestes para violentarlo todo en caso de necesitarlo.

Es precisamente ese el temor que provoca a quienes conocen al tabasqueño, que, al verse derrotado, elija la violencia. Ha demostrado ese talante en cada ocasión que lo considera necesario, como cuando el supuesto gasolinazo de Peña, que, casualmente, a pesar de ser más evidente en su gobierno, no ha sucedido lo mismo. Qué casualidad, ¿no?

La reforma constitucional para desaparecer el INE no pasó como quería el inquilino de palacio nacional, el supuesto plan B, más bien, demuestra la cólera y los alcances de quien se encuentra lejos de reconocer la diversidad ideológica y de pensamiento, no se permite la posibilidad de escuchar y menos de corregir, se aferra sí o sí, a su idea. No aceptar que se cambie una coma a sus proyectos, pone en relieve su talante autoritario, y aunque por ejemplo, Leonel Godoy diga que no actúan como borregos, la realidad les echa en cara otra cosa.

Es por lo que, al tener el control de los medios de comunicación durante su programa televisivo mañanero, el presidente ha sido renuente, a partir de los comicios de 2021, para abandonar esos programas, que son, en términos prácticos, una gran caja de resonancia de publicidad para él y su administración y, por supuesto, de sus candidatos.

No quiere que sean sancionados los actos de publicidad gubernamental, no quiere que el INE pueda entrometerse, evitando la lupa encima de sus palomeados que violan la ley un día sí y al otro también. Casos como el de Salgado Macedonio lo dejan muy claro, se molestó López Obrador porque le quitaron la candidatura de Guerrero, y no fue por guapo, bien sabe el legislador que cometió actos vergonzosos y, aun así, iba ser premiado.

De la misma manera, con bastantes faltas y violaciones, se encuentra Delfina Gómez, la posible candidata de Morena para el Gobierno del Estado de México, a la que se ha tratado de blindar para que sus contrincantes no usen en su contra su pasado reciente, y por el que fue sancionada. Un completo contrasentido, porque estando López en la oposición aprovechó cada oportunidad que se le presentó para señalar a los gobiernos anteriores, y, que fue lo que alimentó a quienes votaron por él y su movimiento para “castigarlos “.

Quitarle los dientes al INE, debilitarlo por la criminal austeridad, y generar los cambios que benefician indudablemente al partido en el poder, a la vez de presumir que todo se hace por el bien del pueblo, es la trampa maldita por la que el presidente y sus huestes quieren robarle la democracia a los mexicanos.

“El INE no se toca”, es la consigna de cientos de miles de mexicanos que salieron a exigir el 13 de noviembre, ¿qué sucederá? Pronto, muy pronto lo sabremos.


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Alfredo Albíter González

Lo bueno, lo malo y lo serio