El cuento de la austeridad para eliminar al INE

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El cuento de la austeridad para eliminar al INE

Miércoles, 01 Febrero 2023 00:33 Escrito por 
Alfredo Albiter González Alfredo Albiter González Lo bueno, lo malo y lo serio

El presidente Andrés López Obrador se ha dedicado a derribar instituciones y programas sociales que no le acomodan, por no ser obra suya, y todo lo ha hecho tomando como pretexto la existencia de corrupción; muy conveniente para su propósito, dado que su oferta de campaña fue la de acabar con ella, no a disminuirla, no a combatirla de poco en poco hasta llegar a niveles más o menos aceptables, no, “acabar con ella”.

De entrada, ¿a quién, en su sano juicio, puede parecer mala idea que la corrupción encuentre su fin? a nadie que se precie de ser persona de bien; un ciudadano común que respeta la ley y a su prójimo. Pero la idea del tabasqueño no iba en ese sentido, en todo caso, era una excelente oportunidad para “vender” al pueblo la percepción que él es un dechado de virtudes, casi un santo.

Así, sin cuestionar (fórmula que le encanta al oriundo de Macuspana), 30 millones de seres humanos creyeron en su promesa y decididos se lanzaron a las urnas a obséquiale su voto, tanto al aparentemente incuestionable candidato de Morena, (¿quién podría dudar del que identifica a su movimiento con la imagen pura de la guadalupana?) como a su partido, para que pudieran hacer las modificaciones necesarias a la ley y cumplir con la oferta que había prometido.

Lo patético del caso es que, entre más exageradas pueden parecer las promesas de campaña, y por más increíble la posibilidad de cumplirlas, más conecta con ilusos ciudadanos que consideran que serán materializadas, y se colocan una venda en los ojos ignorando los signos que deberían alertarlos por ser tan obvios, o por lo menos, para dudar un poco, si se permitieran echar una mirada furtiva a los antecedentes de los candidatos, definitivamente otra sería su apreciación.

Bajo una visión más apegada a la sensatez, cualquiera podría adivinar que es imposible serenar al país al día siguiente de la llegada a la presidencia de López Obrador, como lo prometió, tampoco podría aceptarse que el crecimiento del producto interno bruto rondaría el 6% en promedio anual, o, que se tendría un mejor sistema de salud al que ofrecía el Seguro Popular, o, que la seguridad se contendría casi de inmediato.

Nada es conquistable si no se cuenta con un plan bien estructurado y con un equipo de trabajo competente para, por lo menos, intentar lograr “algo” de lo que se atreven a prometer los políticos en campaña, como López, porque es muy diferente lo que se dice, que lo que se puede lograr en el ejercicio del poder.

Para eso es necesario conocer al político, estudiar su historia y documentar lo que ha logrado al paso de los cargos que ha ostentado; no hacerlo, deja al ciudadano en una condición de amor y sometimiento, como en una relación sentimental, cuando la alerta de que el prospecto es iracundo y violento, y, se hace caso omiso a las señales, pensando que va a cambiar.

Es una fantasía pensar que las personas y en este caso, un político, cambien; si tan solo se da un vistazo al paso del tabasqueño como Jefe de Gobierno del Distrito Federal, hoy Ciudad de México, sencillamente se podría descubrir que las exageraciones de sus ofrecimientos carecían de todo apoyo y sustento.

Peor aún, cuando se enaltece la idea de que lo más importante en su equipo de trabajo es guardar 90% de lealtad y 10 de conocimiento, se convierte en un absurdo, como lo han sido su retórica y defensa de todo cuanto se le ha criticado, que, por cierto, esa es una de las cosas que menos tolera, la crítica. Por consiguiente, se ha dedicado a insultar, denostar y exigir se porten bien; como en el caso de los profesionales de los medios de comunicación, no es necesario adivinar para darse cuenta que el desplazamiento de excelentes periodistas por parte de sus empresas, no es de gratis.

Bien, apoyado en aquello que dijo acabaría con su sola presencia, es la que lo ha sometido a cuestionables acciones, tanto de su parte, como de su familia y equipo cercano; “acabar con la corrupción” quedó tan solo en un mensaje propagandístico. La realidad, acusa al tabasqueño que en aras de ella y jineteando esa esperanza del pueblo, ha destruido todo, aeropuerto, instancias infantiles, programas sociales, Seguro Popular, etcétera, todo, a pesar de que no ha presentado pruebas y no hay muchos corruptos en la cárcel. A cuatro años de distancia de iniciado su gobierno, la mentira sigue imperando, ¿por qué? Sencillo, porque dispone de tiempo suficiente en los medios sopeados por el gobierno para replicar lo que le conviene.

Ahora mismo se ha ido en contra del Instituto Nacional Electoral, no para mejorarlo, le estorba, ya lo dejó claro, quiere anteponerse a la voluntad del electorado y hacerla suya, imponer a quien decida y para eso está dispuesto a cualquier cosa; desaparecer o debilitar al INE sólo es una parte. Al no lograr sus reformas constitucionales, el pretexto le da para hacer lo necesario, para continuar la destrucción en apoyo a una supuesta austeridad, aunque haya aumentado en exceso el presupuesto a militares y obras del gobierno, que salen carísimas a los mexicanos.

Todas las mañanas se para frente a su atril, desde donde se dedica a “desmentir” con más mentiras, a quien con datos duros señalan los errores de su gobierno, y él, López, no siente que deba explicar nada, con su sola palabra cree que es suficiente, es por lo que exige que se le presenten pruebas y cuando se le presentan, las niega, pero de su parte, no ha aportado las que pudieran ofrecer la certeza que sus acusaciones tienen soporte, por ejemplo: que Loret de Mola es corrupto, o que Ciro Gómez Leyva tuvo un “auto atentado”, que había corrupción en el Aeropuerto que se construía en Texcoco, o en las instancias infantiles estaban atestadas de corrupción, etcétera.

Ahora, con su clásica sonrisa sarcástica y seguro que nada puede pasarle, se lanza con todo en contra del INE, “porque gasta mucho”, aunque en comparación con todo el dinero que ha desperdiciado su gobierno, el precio de la democracia es: nada. No obstante, el instituto se fortaleció porque en el pasado, el gobierno disponía, como ahora quiere volver a hacerlo el tabasqueño, del manejo de las elecciones para tenerlas a modo, por lo que la “austeridad”, es un cuento que le fascina contar a López Obrador, aunque su administración no la lleve a cabo, pero le sirve para apoderarse de la decisión final.

Muchos preguntan, ¿cómo? ¿si fue precisamente López Obrador quien provocó, promovió y exigió cambios a la ley electoral para amarrar las manos al gobierno, por qué ahora hace lo contrario?, cualquiera que haga una pregunta parecida, peca de candidez, nadie, que se permitiera conocer el pasado del tabasqueño, puede llamarse sorprendido.

Viene lo peor.

Con el cuento de la austeridad, aunque ésta se da solo para los demás, porque para sus obras y proyectos no existe tal, acabará con las instituciones y con el futuro de generaciones de mexicanos que tendrán que conformarse con muy poco, porque no habrá para más, la pobreza seguirá en aumento; aunque la sociedad, no aceptará que se equivocó, hasta que sea demasiado tarde.


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Alfredo Albíter González

Lo bueno, lo malo y lo serio